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2017-December-21 16:26

Las huellas de la porcelana china en Cuba

Por ABEL ROSALES GINARTE

 
Crear un artículo impermeable, ligero y duro, resistente a la cal y los ácidos, capaz de contener alimentos y de conservar medicamentos fue un avance incuestionable en la historia de la humanidad. Cuando en el tercer siglo de nuestra era se registró el uso de la porcelana, también nacía el secreto de su elaboración. Después del invento chino pasaron 1700 años para que en Europa lograran producirla.

Estudiosos de la materia aseguran que la mejor porcelana se produjo durante la dinastía Song (960-1279). Fue exactamente en el periodo Jingde (1004-1007) que el emperador Zhenzong decretó establecer la producción de porcelana al norte de la provincia de Jiangxi (sureste de China). Cada pieza llevaba el emblema “hecha en el periodo de Jingde”, especialmente para la familia imperial. A ese lugar la gente acabó denominándolo Jingdezhen, como se conoce hoy en día a la capital de la porcelana china.

En dinastías imperiales posteriores la porcelana china recorrió el mundo por la Ruta de la Seda. La Enciclopedia de la cultura china, del sinólogo peruano Guillermo Dañino, destaca que “el primer objeto de porcelana que llegó a Europa, llevado por los portugueses, fue en 1570”. Los atractivos y delicados objetos llegaron también al Caribe, a la isla de Cuba.

Yosvanis Fornaris Garcell, curador y conservador de las colecciones de arte asiático del Museo Nacional de Artes Decorativas de La Habana, estudia un máster en historia de la porcelana china en la Universidad de la Cerámica de Jingdezhen desde 2014.

Con el dueño del horno dragón más grande de la zona que aún funciona con la misma técnica de hace cientos de años.

 

El impacto de la cultura china

Cuando le encargaron dedicarse al estudio de la colección de arte asiático de dicho museo, descubrió objetos y códigos culturales novedosos. “Fue impactante ver por primera vez animales mitológicos, figuras humanas, técnicas y objetos artísticos completamente distantes en cuanto a cultura. A partir de ahí mi actitud hacia la cultura asiática, principalmente la china, fue sumamente receptiva e indagatoria”.

El Museo Nacional de Artes Decorativas (MNAD) se encuentra en uno de los palacetes del barrio habanero de El Vedado, con una biblioteca pequeña que posee valiosos volúmenes dedicados al estudio de la porcelana china, “fundamentalmente de colecciones privadas y públicas en Inglaterra, país conocido ampliamente por su inagotable sed de coleccionismo de arte chino”, explica Fornaris, quien es licenciado en educación, en la especialidad de educación plástica, con una amplia experiencia como profesor.

Mobiliario, piezas de jade, de marfil, textiles, de artes plásticas “y sobre todo porcelana, mucha porcelana china” distinguen la colección de arte asiático del MNAD de La Habana, pero encontrar información desde una visión china de las piezas de porcelana fue imposible. “Los Ministerios de Cultura y de Educación Superior de Cuba junto con la Embajada de China en La Habana comenzaron el proceso de solicitud de una beca de cuatro años para mí, lo cual concluyó felizmente con mi llegada a China en septiembre de 2014”.

Después de finalizar sus estudios en el dragón asiático, le espera la ardua labor de autentificar las piezas que posee el museo. “Tenía bien claro que la colección presentaba en su mayoría piezas que habían sido producidas en Jingdezhen en diversas dinastías y reinos. Así comenzó la pasión y, con ello, mi sueño de convertirme en un experto en porcelana china”.

Jingdezhen, epicentro de la porcelana

Pero su primer encuentro con la capital de la porcelana china no fue el esperado. “Nací y he vivido toda mi vida en el centro histórico de La Habana Vieja, patrimonio de la humanidad, con variados estilos arquitectónicos, y Jingdezhen carece de eso”, reconoce el especialista cubano.

La ciudad donde actualmente reside ha sido una zona fundamental en la producción de porcelana, “la más refinada cerámica jamás producida, la mejor en la historia de la humanidad y, por ende, una ciudad de obreros, artesanos, no de familias adineradas ni miembros de la corte que pudieran construir grandes zonas urbanas”. Asegura que lo más cercano a un centro histórico o a un área urbana donde se pueda apreciar la arquitectura antigua de la zona se encuentra tanto en el condado de Fulian como en el poblado de Yaoli.

En el nuevo campus de la Universidad de la Cerámica de Jingdezhen. Fotos cortesía del entrevistado

La Universidad de la Cerámica de Jingdezhen fue fundada en 1910 y es la única de su tipo en el país que ayuda al cultivo del talento, la innovación, el desarrollo tecnológico y a la expansión de la cultura de la cerámica china. Estudiar allí es un privilegio que Fornaris reconoce: “No hay otra manera de expresarlo. Un joven cubano, deseoso de convertirse en un investigador y estudioso de la porcelana china, de repente se encuentra en el epicentro mundial de la producción de conocimientos científicos sobre el tema”.

Gracias a los estudios y formación recibidos, Fornaris menciona con absoluta certeza que el MNAD de La Habana posee una colección de porcelana china cercana a las 2000 piezas provenientes de las dinastías Song, Tang, Ming y Qing, cocidas en los hornos de Jingdezhen, Longquan, Fujian, Dehua y Guangzhou.

“Y uno de los puntos más destacados de la propia colección es el conjunto de obras de los periodos de los emperadores Shunzhi, Kangxi, Yongzheng y Qianlong, con piezas de gran valor patrimonial y artístico”. Algún día él escribirá el catálogo de la colección cubana de porcelana china.

Los ritmos musicales cubanos le ayudan a lidiar con la distancia que lo separa de su tierra. Aunque no toma café ni fuma, le encanta cocinar y comer al estilo cubano. “Cocino mucho, sobre todo frijoles negros que me traigo de Cuba y hago congrí. Cuando quiero invitar a mis amigos chinos a comer, les preparo siempre el plato cubano que nunca decepciona, el ajiaco cubano”. Echa de menos la yuca y el aguacate, pero en Jingdezhen encuentra frijoles colorados y garbanzos. “Yo soy muy nostálgico, nací en un ambiente de familia muy apegada y muy cariñosa, así que constantemente necesito tener a la familia cerca”. Actualmente lo acompaña su esposa, con la que podrá compartir el invierno y fechas importantes como la Navidad o el 14 de febrero.

“En mi vida, China era la gran incógnita, la distante e inaccesible fuente de la cual quería beber. Cada investigación o texto nuevo que encontraba la hacía tornarse más quimérica e inalcanzable”.

Dentro de varios meses será el único cubano especializado en porcelana china, lo que indudablemente reforzará los vínculos culturales entre los dos países. “Estaré siempre en deuda con ambos Gobiernos por haberme otorgado tal oportunidad. Pero el mayor impacto, sin duda, se podrá apreciar en la divulgación y preservación del patrimonio artístico y cultural existente en Cuba y, en este caso, el de origen chino”. Otros museos e instituciones culturales de Cuba también poseen obras de porcelana china que esperan por la mirada de un experto formado en la Universidad de la Cerámica de Jingdezhen.

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