China busca su sitio en el tenis mundial
Edificio principal de la antigua vivienda de Soong Ching-Ling.
Por ANDRÉS LÓPEZ RODRÍGUEZ
CADA año, la temporada de tenis se cierra en noviembre con la Copa Masters, un torneo en el que los ocho tenistas mejor clasificados de la ATP y la WTA se miden en pista rápida con un formato peculiar de grupos y liguilla. Actualmente, el torneo masculino se disputa en Londres y el femenino, en Singapur. Después de los cuatro torneos de Grand Slam, la Copa Masters es el más importante de la temporada.
Pues bien, cada año, para saber en qué condiciones llegan los mejores tenistas del ranking, e incluso para saber qué tenistas llegan a ese torneo final, los aficionados al tenis de todo el mundo han de fijar su atención en China, donde casi inmediatamente antes de la Copa Masters se celebra una serie de torneos, tanto masculinos como femeninos, cuyo nivel, calidad de organización y elenco de estrellas participantes no ha dejado de crecer en los últimos años. El tenis, en China, está de moda.
Grandes torneos con grandes estrellas
Desde finales de septiembre, el tenis es una modalidad deportiva recurrente en todos los medios de comunicación chinos. No en vano, los torneos internacionales, en los que se reparten una buena cantidad de puntos valederos para el ranking, además de premios en metálico nada despreciables, se suceden unos a otros en el gigante asiático.
En el cuadro femenino, este año, el Abierto de Wuhan, que conquistó la tenista checa Petra Kvitova, undécima clasificada de la WTA, se disputó entre el 25 de septiembre y el 1 de octubre. Ese mismo día comenzó el Abierto de China, que se disputa en Beijing. Lo ganó la polaca Agnieszka Radwanska, número tres del mundo, ante la británica Johanna Konta, novena clasificada. El torneo, el más importante del cuadro femenino que se diputa en Asia, concluyó el 9 de octubre y al día siguiente comenzaron otros dos: el Abierto de Hong Kong y el Abierto de Tianjin, conquistados por la danesa Caroline Wozniacki, 22ª clasificada, y por la china Shuai Peng, nº 182.
También el tenis masculino está muy presente gracias al Masters 1000 de Shanghai, un torneo en el que se reparten más de 7 millones de dólares en premios y que este año se llevó el escocés Andy Murray, ganador también del mismo Abierto de China, un ATP World Tour 500 que reparte casi tres millones de dólares en premios.
Se trata de torneos, todos ellos, cuyo nivel no deja de crecer y que acumulan alabanzas de las mejores raquetas del mundo. “He venido aquí diez años y siempre he disfrutado muchísimo porque los jugadores nos sentimos muy especiales. El ambiente ha sido genial en los últimos partidos y solo me queda agradecer a mi equipo y mi familia su apoyo incondicional”, dijo Murray después de coronarse en Shanghai. Djokovic, Nadal o el mismo Federer no han escatimado elogios a los torneos que se disputan en el gigante asiático.
Y, sin embargo, hay algo que sigue faltando para que el público chino, que llena las gradas y arropa los torneos con un ambiente espectacular, disfrute incluso más del tenis que se disputa en su país. Y lo que falta son más jugadores chinos. O, al menos, jugadores chinos verdaderamente competitivos, que aspiren a ganar alguno de los más importantes torneos.
Una cantera que tiene que explotar
En China, unos 15 millones de personas juegan al tenis, una cifra insignificante en comparación con la población del país, pero abrumadora si se compara con otras naciones. En España, por ejemplo, hay menos de 90.000 jugadores federados y, sin embargo, cuenta en su palmarés con 25 títulos de Grand Slam masculinos y seis femeninos, además de un puñado de jugadores que en algún momento han liderado el ranking mundial.
Lo más alto en la clasificación que ha llegado ningún jugador chino es al número 2. Allí se situó en 2014 Li Na después de ganar el Abierto de Australia, su segundo grande tras haberse impuesto en 2011 sobre la arcilla parisina de Roland Garros a Francesca Schiavone. Sin embargo, antes de que finalizase aquel año, Li Na anunció su retirada, lastrada por una lesión de rodilla. “Con 32 años, nunca voy a poder competir al máximo nivel. El deporte es demasiado competitivo, demasiado bueno, como para no estar al cien por cien”, explicó la tenista, muy vinculada en la actualidad al Abierto de Wuhan, su ciudad natal.
A los éxitos de Li Na, hay que añadir la medalla de oro que Li Ting y Sun Tiantian ganaron en la modalidad de dobles en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Dos años después, la pareja formada por Zheng Jie y Yan Zi ganó el Abierto de Australia y Wimbledon. Pero el tenis de dobles no tiene la misma consideración que el individual, en el que ese mismo 2004 comenzó a brillar Li Na al convertirse en la primera jugadora china en colarse entre las veinte mejores del mundo. Después vendrían sus dos Grand Slam y más tarde su retirada. Desde entonces, el tenis de alto nivel del gigante asiático vive una especie de orfandad. En los Juegos Olímpicos de Río ni siquiera tuvo representación masculina, y en el cuadro femenino Wang Qiang, número 66 del mundo, Zheng Saisai, nº 61, y Zhang Shuai, nº 34, tuvieron una actuación discreta.
Y, sin embargo, todo hace pensar que esto no será así durante demasiado tiempo. Actualmente, en China hay casi 40.000 pistas de tenis y cada vez más jóvenes que se dedican a este deporte a tiempo completo. Son varios los ex jugadores profesionales de renombre internacional que han abierto academias de tenis en China, como el japonés Michael Chan o los españoles Juan Carlos Ferrero, Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal.
Se están adoptando e importando sistemas de entrenamiento de otros países, con el objetivo de conseguir que los jugadores más dotados acaben de alcanzar la excelencia que les permita competir en los grandes acontecimientos del tenis mundial. En Beijing, por ejemplo, hace ahora un año que la Academia de Tenis Junior 1123 contrató al español Sergio Sabadello, que fue director técnico de la Academia de Tenis del ex tenista argentino Guillermo Vilas en Palma de Mallorca, España, y que ha trabajado muy de cerca con Rafael Nadal.
La temporada tenística está a punto de finalizar. Pase lo que pase en los torneos que quedan por disputar, China no podrá decir que ha sido una buena campaña. Un año más, los resultados han sido modestos. Sin embargo, algo parece que se mueve entre los más jóvenes, jugadores que están disfrutando del acceso a otras formas de entrenamiento, a nuevos conceptos y formas de competir.
Paisaje otoñal de la calle Fuxingxilu.