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2016-November-4 09:55

La compleja relación de China con el golf

Por ANDRÉS LÓPEZ RODRÍQUEZ

POCAS disciplinas deportivas han estado históricamente tan estigmatizadas como el golf. Tradicionalmente jugado en clubes de acceso restringido, poco difundido por los medios de comunicación salvo en los países anglosajones, donde tiene una asentada tradición, y reflejado muchas veces en el cine como una actividad propicia para cerrar negocios, el golf ha sido considerado un deporte elitista, coto vedado para unos pocos privilegiados.

Esto ha sido así en muchos lugares, y especialmente en China, donde fue prohibido en 1949, tras la fundación de la República Popular China, porque se lo consideraba un “deporte para millonarios”. Así pues, durante décadas casi nada se supo de esta disciplina deportiva en el gigante asiático salvo en Hong Kong, colonia británica hasta su retrocesión en 1997, donde también el rugby o el críquet, modalidades deportivas de notable tradición en el Reino Unido, echaron raíces.

Algo comenzó a cambiar en la década de 1980. Los tentáculos de la política de reforma y apertura llegaron también al terreno deportivo y el golf dejó de estar proscrito en 1984. El levantamiento de la prohibición no supuso una popularización masiva de una disciplina que, todavía hoy, no está al alcance de cualquiera. Según datos de 2013, disputar una partida de golf cuesta en China una media de 150 dólares, un precio no precisamente popular para un país con un salario promedio de unos 8000 dólares anuales.

Pero que no sea un deporte de alcance popular, no significa que no esté en auge. Al contrario, el apetito por jugar al golf ha crecido de manera directamente proporcional al incremento del poder adquisitivo de la gente. Aunque no existe un registro oficial de cuántas personas juegan al golf en China, se calcula que los aficionados a su práctica superan el millón de personas.

Según datos de la agencia Xinhua, si antes de la prohibición existían menos de 200 campos de golf en todo el país, ahora hay más de medio millar, y eso a pesar de que en 2004 se prohibió construir más campos y en 2015 se anunció el cierre de más de 60 considerados ilegales. La mayoría se concentran en Beijing y Shanghai, así como en las provincias de Shandong, Guangdong y Hainan. Beijing es la ciudad del país con la mayor cantidad de multimillonarios, seguida de la provincia de Guangdong y de la ciudad de Shanghai.

20 de agosto de 2016. La deportista china Feng Shanshan en la competencia final de golf de los Juegos Olímpicos de Río. CFP

 

Un deporte envuelto en polémica

Los campos de golf tienen un gran atractivo como gancho turístico, como demuestra la cantidad de ellos que se han construido en la isla meridional de Hainan, a donde los visitantes acuden, entre otras cosas, para jugar en un clima propicio. Pero el fomento del sector turístico, al que se han dedicado con empeño las autoridades chinas, choca de frente con una realidad insoslayable: China tiene una notable carestía de terreno cultivable y no le sobra el agua, dos recursos imprescindibles para construir y mantener campos de golf, de ahí que el Ministerio de Tierras y Recursos no los vea con buenos ojos.

Así que la polémica siempre ha venido acompañando a este deporte en el gigante asiático. De hecho, el golf chino fue noticia en los periódicos de medio mundo el pasado mes de abril, cuando la Comisión Central de Control Disciplinario del Partido Comunista decretó que los miembros del Partido que jueguen al golf no están cometiendo ningún acto ilegal, “siempre que se lo paguen de su propio bolsillo”. Esta declaración vino a suponer una matización de lo decretado en 2015, cuando se prohibió a los 88 millones de miembros del Partido jugar al golf como medida de la campaña contra la corrupción iniciada por el presidente del país, Xi Jinping. El problema, pues, no está en el golf per se, sino en el pernicioso uso que potencialmente se pueda hacer de él.

Niños chinos practican el golf.

 

Hacia la profesionalización

El anuncio de la Comisión Central de Control Disciplinario se produjo a las puertas de la disputa de los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde el golf volvió a ser deporte olímpico tras más de un siglo de ausencia. La primera vez que el golf fue deporte olímpico fue en los Juegos de París del año 1900, los segundos JJ. OO. de la era moderna. Volvió a serlo en los Juegos de San Luis de 1904, y desapareció en 1908 curiosamente en los Juegos de Londres, un país de gran tradición golfista.

Hasta Río 2016, donde China ha desempeñado un papel notable gracias al bronce que se colgó del cuello de Feng Shanshan, una golfista profesional de 28 años en cuyo palmarés figura el título LPGA de 2012, lo que la convirtió en la primera golfista china en conquistar un major. Más discreto fue el resultado de su compañera Lin Xiyu, que terminó en el puesto 38, así como los de los participantes en el cuadro masculino: Wu Ashun acabó decimocuarto y Li Haotong en el puesto 55.

En todo caso, estos cuatro golfistas son solo una muestra de la creciente profesionalización de este deporte en el país asiático, donde desde hace años se organizan torneos de primer nivel que atraen a algunos de los mejores golfistas del planeta, como el Abierto Volvo de China, que se disputa desde 1995, o el WGC-HSBC Champions, un torneo masculino que se disputa anualmente y cuya lista de competidores se limita a 78 de los golfistas que obtuvieron victorias en los principales torneos de cada gira.

Obviamente, y como sucede en toda disciplina deportiva, estos golfistas profesionales no salen de la nada, sino de la práctica continuada, una posibilidad que está creciendo gracias a jóvenes empresarios decididos a dedicar su vida a formar jóvenes golfistas.

Desde comienzos de esta década han ido apareciendo en China diferentes iniciativas privadas destinadas a la formación de jóvenes golfistas. Se trata de emprendedores enamorados de este deporte y empeñados en desvincularlo de los estigmas que durante mucho tiempo lo han acompañado. El golf no tiene por qué ser necesariamente una actividad propicia para la corrupción ni un deporte aristocrático. Tanto es así que alguno de estos emprendedores ha conseguido incluirlo como actividad extra escolar en algunos colegios y se calcula que el curso pasado unos 2000 estudiantes chinos golpearon su primer swing.

Aunque la pasión por el golf en China está lejos de la que se siente en otros países de gran tradición como EE. UU., donde se calcula que el 10 % de la población lo practica al menos ocho veces al año, y aunque su desarrollo ha estado jalonado por importantes altibajos en las últimas tres décadas, poco a poco está encontrando su nicho de mercado entre la cada vez más adinerada y ociosa población china.

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