La explosión del deporte extremo en China
Por RAMÓN MARTÍNEZ
Surf.
Que China y los gustos y costumbres de su población han cambiado radicalmente en tan solo un par de décadas no es ningún secreto. Es algo que percibe a simple vista cualquiera que haya visitado el país con tan solo una década de diferencia. Se nota en la forma de vestir de la gente, en cómo se alimenta y hasta en cómo se divierte. Por supuesto, tampoco su modo de practicar deporte ha sorteado esta ola de transformación social. Y, si hace no tanto, lo que se conoce como deportes de riesgo o deportes extremos eran cosa de unos cuantos occidentales dementes, cubiertos por bien pagados seguros de vida, hoy también los chinos, sobre todo los jóvenes, se han apuntado a la moda planetaria de jugarse el pellejo en la búsqueda de sus propios límites.
Un informe publicado en agosto de 2015 por la multinacional Mintel, empresa dedicada a realizar estudios de mercado para conocer las prioridades y necesidades de los consumidores, concluyó que el 28 % de la población urbana china había salido de viaje al extranjero el año anterior, y que el 16 % de esa misma población lo hizo esperando disfrutar en sus viajes de un subidón de adrenalina practicando deportes extremos.
Ciclismo de montaña.
¿Qué son los deportes extremos?
En realidad, muchas de las actividades turísticas que se llevan a cabo en espacios y ambientes perfectamente controlados no pueden, según los expertos, ser calificadas de deportes extremos. Es cierto que si un turista se lanza en caída libre desde un puente atado por los pies posiblemente considere extrema su hazaña. Pero, en realidad, las probabilidades de que se rompa la crisma son muy pocas.
Se consideran deportes extremos a aquellos que, por lo general, se practican al aire libre, muchas veces en comunión con la naturaleza y en condiciones exigentes, que requieren de un alto grado de destreza técnica y de una muy afinada preparación, tanto física como mental, que minimice los riesgos.
Y así, la lista de este tipo de deportes es larga: paracaidismo, escalada en roca, surf, parapente, rafting, maratón, motocross, buceo deportivo, ciclismo de montaña, esquí, snowboard, BMX, ala delta, kite surf, moto náutica, esquí acuático, windsurf, etcétera. Y lo verdaderamente notable es que, actualmente, todos o casi todos ellos se pueden practicar en China, donde este tipo de actividades deportivas han vivido una auténtica explosión desde mediados de la década de 1990.
Durante largo tiempo, muchas de estas disciplinas pertenecieron a un pequeño mundo contracultural que encontró acomodo en unos pocos países, con EE. UU. y Australia a la cabeza. “En EE. UU. los deportes vienen primero y luego se desarrolla la industria alrededor”, dijo ya en 2007 Cathey Curtis, al frente de la firma Quiksilver en el país asiático. “Aquí sucede al revés. Las compañías, los propietarios y el Gobierno trabajan primero y el deporte viene con el tiempo”.
Efectivamente, en 2007, Shanghai acogió la primera competición de deportes extremos celebrada en China: los Juegos X Kia de Asia 2007, la cual atrajo a una multitud de espectadores pese a que hace apenas una década disciplinas deportivas como el BMX freestyle, el patinaje en línea, el skateboard estilo libre o la escalada deportiva eran casi tan desconocidas en el país asiático como los 200 mejores deportistas del mundo, en estos campos, reunidos por la organización.
Aquel acontecimiento se celebró en el viejo estadio de Jiangwan, construido en 1935, y actualmente Shanghai cuenta con el mayor complejo del mundo para la práctica de estos deportes, aunque no es la única ciudad que se ha apuntado a la moda de los deportes extremos. Y esto tiene su mérito, pues en un país de marcada piedad filial y durante muchos años regida por la ley del hijo único, no todos los padres estaban ni están dispuestos a que sus hijos arriesguen el físico practicando este tipo de actividades de riesgo.
En todo caso, una parte del éxito que estos deportes están adquiriendo en China se la deben al Gobierno, que ya en 2004 creó la Asociación China de Deportes Extremos, y que al año siguiente, por ejemplo, invirtió 12 millones de dólares en la creación del mayor parque de skateboard del planeta.
Sin embargo, todo lo anterior no hubiese sido posible en la década de 1980, por ejemplo, cuando la mayoría de la población dedicaba la mayor parte de su tiempo a ganarse la vida y el ocio, incluido el deporte, estaba aún al alcance únicamente de una clase privilegiada. Además, este tipo de deportes requieren una inversión mínima. ¿Cuánta gente en China, incluso en la década de 1990, disponía de los 90 o 100 dólares que cuestan un par de zapatillas deportivas aptas para correr, por ejemplo, una maratón?
Pero eso ha cambiado al tiempo que lo ha ido haciendo la sociedad. Si en 2006 se inscribieron 5000 personas para correr la maratón de Hangzhou, en 2009 ya fueron 14.000, lo que da una idea de la creciente atracción que el pueblo chino siente por la práctica deportiva.
Escalada en hielo.
Todo lo anterior, unido al empuje de las empresas especializadas, tanto chinas como extranjeras, que han visto un enorme nicho de mercado en el país, han impulsado los deportes de riesgo hasta el punto de que, aunque sean ya una atracción para los chinos que viajan al extranjero, también lo son para los extranjeros que viajan a China, país que cuenta con una gran cantidad de escenarios naturales para su práctica.
Todos los deportes de riesgo se practican en China, un país que ya no juega únicamente al tenis de mesa, al bádminton o incluso al baloncesto y al fútbol. Este tipo de deportes minoritarios, algunos para gente muy osada y bien preparada física y mentalmente, han ido adquiriendo gran popularidad en el país asiático, donde la gente ha dejado de viajar exclusivamente de visita. Ahora también buscan emoción.
Este tipo de deportes minoritarios, algunos para gente muy osada y bien preparada física y mentalmente, han ido adquiriendo gran popularidad en el país, donde la gente ha dejado de viajar exclusivamente de visita. Ahora también buscan emoción.