La clave del éxito de Li Na
EL 25 de enero pasado, Li Na volvió a atraer la atención mundial: ganó el Abierto de Australia, su segundo Grand Slam. Rápidamente, los elogios a Li Na y el orgullo de los chinos han colmado todos los medios de comunicación. Seguramente, esta euforia por Li Na continuará más tiempo.
Sin duda alguna, Li Na es una personalidad destacada de nuestra época. Al ser un personaje público, su vida refleja la huella de estos momentos. Su pasado y presente pueden despejar las dudas de mucha gente.
Li Na nació en los años 80. Experimentó todas las angustias e incertidumbres de una generación que, a pesar de las mejores condiciones de vida, creció “a ciegas”. Frente a las incertidumbres de la vida, no tienen mucha experiencia de la cual sacar provecho, sino que reflexionan independientemente. Lo que experimentan es siempre nuevo e inimaginable.
Al igual que la mayoría de su generación, Li Na nació en una familia promedio. Tras muchos años de esfuerzos, los nacidos en los años 80 suelen quejarse de la desigualdad en los recursos sociales. Luego de seis o siete años de constante trabajo no consiguen nada comparable al pequeño porcentaje ganado por la segunda generación de una familia rica. Entonces, después de alcanzar las condiciones básicas de vida, abandonan los más altos objetivos, el espíritu máximo de lucha, la fuerza motriz de progreso. Creen que la vida no tiene nada que ver con el esfuerzo.
Sin embargo, Li Na creó algo maravilloso, tanto en reputación como en riqueza. Alcanzó un lugar admirable e inaccesible para la gente promedio. Su posición y riqueza son genuinas. Su éxito no está en tela de juicio: no ha tenido un padre influyente ni se sometió a ninguna regla no escrita. El éxito de Li Na genera en los jóvenes esperanza y confianza, una confianza en sí mismos y en las reglas fundamentales de la sociedad donde viven.
A sus 32 años de edad, Li Na ha conseguido ya dos Grand Slams. Su éxito no es obra de la fortuna, sino fruto de su propio sudor. Es una estrella deportiva, pero, más bien, es una tradicional y sincera trabajadora. Muchos la admiran y envidian, pero, en realidad, lo que más deberían hacer es aprender de ella. Por supuesto, no se trata de aprender a jugar tenis, sino de contagiarse de su espíritu tenaz y competitivo, de nunca darse por vencido y de marchar, intrépidamente, hacia delante. Aunque una parte de nosotros pueda heredar riquezas y recursos, tiene mucho más sentido el principio de que “cuanto más se labra y escarda, es mejor la cosecha”.
Li Na es el retrato de una época porque en su experiencia se ven también los choques de múltiples concepciones, lo que refleja el progreso de estos tiempos. Sufrió muchas veces la crítica pública. Tiene un carácter muy fuerte, pero genuino. Es un “ídolo”, pero no un “modelo”. Las disputas y críticas sobre ella, más bien fueron valoraciones hechas según el viejo orden de pensamiento y opinión. Ha sido injusto, pero, por fortuna, la gente ha tomado conciencia de ello.
Para el ojo público, Li Na siempre está llena de vigor en el campo, mientras que cuenta con una personalidad franca y libre en la vida. Viene de una baja condición socioeconómica y debido a sus propios esfuerzos, sin la ayuda que el régimen estatal brinda en la capacitación de los deportistas, ha alcanzado la cima del tenis y, de esta manera, ha obtenido reputación e ingresos económicos. No es una maravilla porque cada huella de sus pies es clara y sólida.
No debemos prestarle atención solo a la gloria de Li Na, sino también a la vida que ha recorrido. Su éxito comprueba la ley universal del éxito. Ciertamente, 32 años no es una edad joven para una tenista, pero para la mayoría de los nacidos en los años 80, y para la mayoría de los sectores, esta edad es un inicio y todos aún tenemos una oportunidad.
China Youth, 26 de enero de 2014.