Al entrevistarse con el entonces presidente de Tanzania, Julius Nyerere, el diseñador general de la reforma china, Deng Xiaoping señaló que esta no solo constituía un experimento en el ámbito chino, sino también en el mundial. Un éxito proporcionaría valiosas experiencias para la causa socialista y la de los países no desarrollados. Es verdad. El desarrollo económico de China durante más de tres décadas de aplicación de la reforma y apertura ha sido revelante y llamativo, pues además de liberar de la pobreza a más de 700 millones de personas, China ha pasado a ser la segunda economía del mundo, solo detrás de EE. UU. La pregunta es: ¿cómo lo ha conseguido? Además, ¿cómo podrá el Partido Comunista de China (PCCh), el partido gobernante, elevar su capacidad de gobernanza y seguir contando con el apoyo del pueblo?

Los destacables logros en el desarrollo económico de China le han granjeado el respaldo y los elogios de diversas naciones, incluidas las de Occidente. Los países en desarrollo afrontan como principales desafíos la liberación de la pobreza y la materialización de un desarrollo económico, por lo que el aprendizaje y el contenido de la experiencia china están enfocados en aquellos dos temas.

A fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, cuando la Unión Soviética se desintegró y terminó la Guerra Fría, en el mundo occidental se generó una gran discusión y pronósticos en cuanto a un derrumbamiento de China, sobre la base de la teoría del fin de la historia del politólogo estadounidense de origen japonés, Francis Fukuyama. Los hechos posteriores han certificado que China no se ha derrumbado sino que, por el contrario, ha tomado un firme camino de desarrollo y unión hacia el futuro.

La opinión pública de Occidente ha tenido siempre un prejuicio y un reconocimiento negativo sobre la política de gobierno de China, situación que ha ido cambiando debido al nuevo desarrollo de la globalización y a los nuevos temblores que el mundo ha experimentado desde comienzos del siglo XXI. Especialmente en los últimos diez años, el socialismo chino dirigido por el PCCh no fue derribado por la crisis financiera originada por el capitalismo, ni por una crisis social y política como los observadores occidentales pronosticaban. La situación revela las ventajas de un sistema resistente a las presiones e impactos. Por ello, el aprendizaje de las experiencias del desarrollo chino empieza a enfocarse en el área del gobierno político chino. Un buen ejemplo debe ser el libro Xi Jinping: La gobernación y administración de China, publicado en septiembre de 2014 y que ha sido traducido al inglés, francés, ruso, árabe, español, portugués, alemán, japonés, entre otros idiomas. En solo dos años y medio, se han distribuido 6 millones de ejemplares en más de 100 países y regiones. El desarrollo chino no solo concita la atención de la gente en el terreno económico, sino también en el del gobierno político.

Reforma de modo gradual

El principal contenido de la experiencia china es la reforma de modo gradual, que compagina bien la relación entre reforma, desarrollo y estabilidad, y dispone de un “concepto de desarrollo” que avanza con los tiempos.

Como país en vías de desarrollo que ha cambiado de modalidad, los temblores generados por la reforma han tenido, sin duda, un fuerte impacto en el anterior marco y en la estabilidad social. Y la estabilidad es la premisa y el desarrollo, la meta de la reforma. Por lo tanto, el camino de reforma y apertura respeta el principio de “estabilidad en primer lugar”. El Gobierno chino aplica la directriz de “aterrizaje blando”, bajo el modelo de ensayo y corrección, y busca un progreso ordenado y gradual, es decir, las medidas de reforma se llevan a cabo primero en puntos de ensayo y según el resultado se promueven luego en áreas más amplias.

Las reformas en los sistemas de empleo, de la seguridad social, de la distribución del ingreso y del empadronamiento han ido acompañando la transformación de las empresas estatales y financieras, así como el tránsito de una economía planificada a una economía de mercado, con el fin de aliviar el impacto de las reformas en los grupos más vulnerables y amenguar los riesgos. En el terreno político, se promueve de arriba a abajo la elección democrática en los niveles de base y la democracia en el seno del Partido, a fin de materializar una igualdad en el sector político. El buen orden y el impulso gradual de la reforma han garantizado que el cambio en la modalidad económica haya ido viento en popa en un tiempo corto.

En los más de 30 años de aplicación de la reforma y apertura, el Gobierno chino y sus dirigentes –de acuerdo con la situación del desarrollo y la exigencia de los tiempos– han tenido la concepción del desarrollo por mando. Con el desarrollo se resuelven los problemas generados por el mismo desarrollo.

La concepción del desarrollo ha experimentado diversas innovaciones debido a los desafíos enfrentados en distintas fases. En las décadas de 1970 y 1980, el mayor reto que China enfrentaba después de la Gran Revolución Cultural era la recuperación de su atrasada economía y la materialización de “cuatro modernizaciones” (en industria, agricultura, defensa nacional y ciencia y tecnología). Deng Xiaoping, el diseñador general de la reforma y apertura, propuso que el desarrollo es lo que cuenta y declaró que daba igual que el gato fuera blanco o negro, porque lo más importante era que cazara ratones. Bajo este planteamiento, la economía tuvo un ritmo de desarrollo acelerado de dos dígitos. Es lógico que en este proceso se produjeran “efectos secundarios”, como el modelo de desarrollo extensivo, la contaminación ambiental y la gran brecha entre zonas desarrolladas y pobres.

A fin de resolver los problemas generados por el desarrollo, en la III Sesión Plenaria del XVI Comité Central del Partido Comunista de China, celebrada en octubre de 2003, se propuso la concepción científica del desarrollo. En los últimos años, a medida que el entorno del comercio internacional se va volviendo más complicado, el equipo de dirigentes liderado por el secretario general Xi Jinping lanzó el lema de innovación, coordinación, ecologicidad, apertura y compartición. Xi Jinping señaló que “debemos tener muy claro que nuestra economía, pese a ser muy grande en tamaño, no es fuerte, y su crecimiento, aunque es rápido, no es de alta calidad. No es sostenible la modalidad de desarrollo extensivo resultante del crecimiento económico impulsado principalmente por las aportaciones de factores, tales como los recursos naturales y la expansión de la magnitud”.

Gobierno fuerte y políticas adecuadas

Los éxitos y experiencias alcanzados por China se deben a que tiene un Gobierno fuerte que dedica sus esfuerzos al desarrollo, así como a sus perspicaces dirigentes y a sus políticas adecuadas. China es un país en desarrollo que está experimentando un cambio de modalidad que busca unir la voluntad del pueblo y promover las reformas económica, social y política con buen orden, por lo que urge tener un Gobierno fuerte, es decir, una fuerte y eficaz autoridad política con capacidad de administración. La historia demuestra que la humanidad no solo puede conseguir un desarrollo económico bajo las condiciones de la democracia política occidental.

Aunque el sistema de cooperación multipartidaria y consulta política bajo la dirección del PCCh es explicado por la sociedad occidental como una “gobernanza de partido único de largo plazo”, los analistas más objetivos reconocen que la “gobernanza de un mismo partido por largo tiempo” puede mantener de forma eficaz la continuidad de políticas. Desde 1949 hasta hoy, el PCCh ha elaborado trece planes quinquenales. De este modo, China lleva adelante con orden la construcción de infraestructuras, de zonas de desarrollo económico, de cooperaciones internacionales en capacidad productiva, así como la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

El Partido Comunista de China, como partido gobernante, reúne un excelente equipo de dirigentes y cuadros mediante el sistema de plazos de ejercicios, dirección colectiva, selección entre los más calificados y sistema de empleo por competencia.

Por otro lado, aunque los éxitos del desarrollo económico chino son vistos y reconocidos por el mundo, pocos saben que la reforma económica de China nació y se realiza junto con reformas políticas y sociales.

En más de estas tres décadas, las reformas de manera gradual en sistemas de dirección, de uso de cuadros, de elecciones, así como las llevadas a cabo dentro del Partido y en los niveles básicos, de legislación y de toma de decisiones, han garantizado que la reforma económica se profundice y los intereses entre los diversos grupos étnicos y de diferentes estratos sean compatibles y convivan armoniosamente. Aunque en este proceso de desarrollo China enfrenta también desafíos, como la diferencia entre zonas desarrolladas y atrasadas y un desequilibrio en el desarrollo entre regiones, desde el punto de vista del desarrollo vertical de la historia, el pueblo chino está disfrutando de cada vez más derechos económicos, sociales y políticos. Tal vez esto explique por qué el “consenso de Beijing”, guiado por el desarrollo, puede competir con el “consenso de Washington”, guiado por la libertad, y cada vez más países en desarrollo lo elogien y destaquen.

*He Wenping es investigadora de alto nivel del Instituto Charhar y del Instituto del Oeste de Asia y África de la Academia China de Ciencias Sociales.