Por MICHAEL ZÁRATE
16 de octubre de 2017. Dos padres visitan con sus hijos la Plaza Tian’anmen en Beijing.
Por MICHAEL ZÁRATE
16 de octubre de 2017. Dos padres visitan con sus hijos la Plaza Tian’anmen en Beijing.
En español llamamos lustro a un periodo de cinco años. Aquella palabra proviene de la Antigua Roma, donde se le llamaba lustrum a un sacrificio de purificación que se hacía precisamente cada cinco años. Un quinquenio es pues, desde los tiempos antiguos, la oportunidad de hacer una evaluación –que es también una suerte de purificación– del camino emprendido.
El 18 de octubre pasado, ante más de 2300 delegados de todo el país, se inauguró en Beijing el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh). Se trata de un evento que se lleva a cabo cada cinco años, pero que en esta oportunidad cobró un especial interés por tratarse del quinquenio que comprenderá 2020, el año establecido por China para completar la construcción de “una sociedad modestamente acomodada”, una tarea nada sencilla para la cual se requiere primordialmente la erradicación de la pobreza.
Durante el XIX Congreso Nacional del PCCh se informó que más de 60 millones de chinos –casi la población conjunta de Argentina y Chile– se habían librado de la miseria en los últimos cinco años. Para Gustavo Girado, director de la carrera de posgrado de especialización en Estudios en China Contemporánea de la Universidad Nacional de Lanús (Argentina), no hay duda de que el avance en la lucha contra la pobreza es uno de los mayores estandartes de China. Sin embargo, detenerse exclusivamente en esto –consideró– “es mirar solo un árbol dentro de un bosque muy grande”.
En diálogo con China Hoy, Girado sostuvo que no es posible explicar el logro alcanzado en el combate a la pobreza sin prestar atención al programa de desarrollo del país que viene tomando en cuenta a los propios chinos y a la enorme masa de trabajadores que anualmente se incorpora al mercado laboral, así como a políticas que han hecho del crecimiento económico en China un desarrollo sostenible (lo que se ha llamado “la nueva normalidad”).
“Las enormes virtudes políticas en estos años le han permitido a China tener una voz sonora en los escenarios multilaterales, y convertirse en un interlocutor de peso ante las potencias occidentales que rigieron el orden mundial principalmente durante la segunda mitad del siglo pasado”, apuntó Girado, quien destacó otros méritos de China como el aumento del salario promedio, el desarrollo de la infraestructura y “las virtudes políticas desplegadas por el Buró Político del Comité Central del PCCh para trabajar inclusivamente con las minorías étnicas”.
Por su parte, Ronnie Lins, presidente del Centro China-Brasil: Investigación y Negocios, resaltó el modelo de desarrollo que viene aplicando China, el cual –según su visión– contempla “seis grandes pilares de la gobernanza”: soberanía nacional, profundización de las reformas y de los derechos sociales, desarrollo educativo y cultural, desarrollo económico y del medio ambiente, política de relaciones exteriores, y creación y monitoreo de normas institucionales.
Por ejemplo, en materia de desarrollo económico, Lins resaltó no solo las políticas macroeconómicas para aumentar el ingreso per cápita, sino también las políticas chinas de desarrollo de la innovación, a través de la creación de zonas nacionales de fabricación inteligente, de la expansión de mercados mediante la creación de productos de mayor valor agregado, y del aumento del sector servicios. Cabe resaltar, por ejemplo, que desde 2012 los gastos en investigación y desarrollo (I+D) aumentaron un 52,2 % en China hasta alcanzar la cifra de 1,57 billones de yuanes en 2016. Asimismo, la participación de I+D dentro del PIB creció del 1,91 % al 2,11 %.
20 de octubre de 2017. Turistas toman fotografías en el Bund de Shanghai.
Un propio camino
En el reciente Congreso Nacional del PCCh, el presidente Xi Jinping señaló que el socialismo con peculiaridades chinas había entrado “en una nueva época”. Al respecto, Ronnie Lins expresó que, en cuanto a su real significado, el sistema que viene siguiendo hoy China es fruto de inmensas discusiones académicas. “En mi concepción, se pueden extraer al menos dos pilares fundamentales en el modelo chino: la profundización de las reformas y la apertura”, declaró Lins a China Hoy, aunque para el especialista brasileño un tercer pilar clave en la China de los próximos años será la innovación.
Para el argentino Gustavo Girado, un rasgo característico del modelo chino es su originalidad. “Los analistas hemos tenido dificultades para poder traducir ese esquema político, dada nuestra inserción en las políticas capitalistas que son las que nos han regido en esta parte del mundo desde que nos constituimos en Estado-nación”, observó. “El hecho de que en China, la República Popular haya sido creada por el PCCh, ya de por sí constituye una notable diferencia que invalida nuestras habituales perspectivas para abordar el tema de China”.
Si en algo coinciden ambos analistas es que el modelo chino puede incentivar a que otros países tracen también su propio sistema, acorde con sus realidades, condiciones y urgencias. “La incorporación en China de las prácticas capitalistas en un esquema socialista es algo original. Como en muchos otros ámbitos, China nos muestra las posibilidades reales de que cada nación haga su propio camino”, mencionó Girado.
Ronnie Lins es de la idea de que el sistema chino de gestión puede ser aplicado en cualquier país en desarrollo. “Dado que estos países tienen muchos problemas similares, este modelo –con las debidas adaptaciones de cada país– puede servir de base para definir una consistente planificación gubernamental”, indicó.
16 de octubre de 2017. Invitados chinos y extranjeros en el metro de la línea naranja de Boston, fabricado por CRRC Changchun Railway Vehicles. Cnsphoto
El tramo final
Si bien cinco años son un buen momento para evaluar el camino emprendido, una pregunta que surge luego del XIX Congreso Nacional del PCCh es cuáles son los grandes retos que deberá superar China en este tramo final hacia una sociedad modestamente acomodada. Lins cree que, así como para todos los países, los próximos años serán de grandes desafíos para China en vista de que el mundo viene atravesando ya la denominada “cuarta revolución industrial”, la cual está ocasionando un cambio total en los modelos productivos y en la prestación de servicios.
“Hoy en día, la base de funcionamiento se realiza a través de sistemas cibernéticos. Es decir, en los procesos industriales hay todo tipo de integración entre máquinas inteligentes y mano de obra humana”, puntualizó Lins. “China acertadamente está ya implantando una política de masificación de la innovación en las empresas, de incentivo para la fundación de empresas emergentes (starups) y de creación de instituciones para promover el desarrollo tecnológico”.
Luego de un vertiginoso crecimiento económico de casi cuatro décadas, Gustavo Girado sostiene que China enfrenta ahora la ardua tarea de que su sociedad tenga una distribución más equitativa del ingreso y de que el país goce de los beneficios del desarrollo en una forma territorialmente más homogénea (tradicionalmente la zona costera china ha sido más próspera). “Estas metas, ya de por sí, constituyen desafíos inmensos”, dijo Girado. “Construir una sociedad más justa e inclusiva debe obligar a China a hacer más esfuerzos para poder mostrarles a los propios chinos las ventajas de tener una población satisfecha con su presente y esperanzada en el futuro”.
Los números parecen acompañar esa esperanza en el futuro. Según cifras oficiales, en los últimos cinco años, el PIB chino subió de 54 billones a 80 billones de yuanes (alrededor de 12,1 billones de dólares). Si bien no tiene dudas de que el país alcanzará su objetivo de construir una sociedad modestamente acomodada, Lins cree que para los próximos años China debe preocuparse en aspectos como una mayor articulación de las escuelas e instituciones de enseñanza con el sector empresarial. “Es necesario que los académicos y los empresarios chinos trabajen juntos para definir cómo será la formación de los jóvenes, teniendo en cuenta las demandas específicas de las empresas”, señaló.
La aldea de Baihuo (provincia de Sichuan) reconstruida tras el sismo de 2008.
Como ocurrió en otros momentos de la historia mundial, la llegada de la “cuarta revolución industrial” podría afectar el futuro de algunas personas dentro del mercado laboral. “Por ello, es necesario también emprender una política pública que evite un potencial desempleo en determinados sectores de la economía”, recomendó Lins.
Pero si por un lado hay personas en potencial riesgo de perder su empleo, también es verdad que otros sectores de la sociedad podrían encontrar nuevas oportunidades en esta “nueva época”. Se debe tener en cuenta que el nivel educativo chino ha ido mejorando de la mano tanto del desarrollo económico como del fomento de la alta tecnología. Actualmente, son millones los jóvenes chinos que estudian o han estudiado en el extranjero. “Ahora vemos que los hijos de aquellos chinos que antes no tuvieron acceso a una educación superior, hoy no solamente pueden estudiar sino que hasta pueden perfeccionarse en el extranjero y regresar al país”, apuntó Girado.
De hecho, entre 2010 y 2016 más de 2,65 millones de estudiantes chinos retornaron al país. “El desafío de China también contempla la necesidad de atraer a sus hijos para que puedan devolverle a la sociedad que los formó, al menos una parte de lo que se hizo por ellos”, recalcó el especialista argentino.