Una relación madura
Gonzalo Gutiérrez Reinel, ex ministro de Relaciones Exteriores de la República del Perú.
Por GONZALO GUTIÉRREZ REINEL*
971 fue un año especialmente emblemático. A lo largo de esos 365 días se sucedieron una serie de hechos representativos alrededor del mundo: en Suiza la mujer obtiene finalmente el voto; en Chile el presidente Salvador Allende nacionaliza la minería de cobre; Bangladesh se declara un país independiente; el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, declara la inconvertibilidad del dólar y termina con el sistema del patrón oro establecido en Bretton Woods; en México aparece el primer sketch del Chavo del 8; en Alemania la Mercedes Benz patenta el airbag; y John Lennon graba la canción Imagine. También en la historia de dos países 1971 resultaría un momento muy significativo: es en ese año que el Perú y la República Popular China deciden establecer relaciones diplomáticas.
Este paso que adoptan dos naciones que se reconocían como líderes en la causa de la promoción de los intereses de los países en desarrollo, no fue sino la confirmación de una historia antigua que los había ligado a lo largo de cientos de años.
Ambas naciones han sostenido vínculos desde el siglo XVI, cuando la legendaria “Nao de China” trasladaba porcelanas, sedas y especias desde el Lejano Oriente hacia la América española. Todos estos bienes se intercambiaban por la plata proveniente de los virreinatos de México y el Perú. Este proceso de comercio transpacífico se extiende por casi doscientos cincuenta años hasta 1815, cuando las repúblicas latinoamericanas empiezan a acceder a la independencia.
Si bien la relación comercial se atenúa a comienzos del siglo XIX, no se borra del imaginario peruano la importancia que tiene el incrementar los lazos con el gran país de Oriente. No es casual que uno de los próceres más caracterizados de la Independencia del Perú, Hipólito Unanue, quien sería presidente del primer congreso del país en 1822 y ministro de Relaciones Exteriores en 1824, en su discurso inaugural señalara puntualmente lo siguiente: “… tenemos tesoros que no han sido bien conocidos. La extensión y tranquilidad del puerto del Callao y su ventajosa situación en el Mar del Sur, tienen al frente los riquísimos imperios e islas de Asia. ¿Qué tiempos serán aquellos cuando la China… y el Perú entren en comunicación y comercio?”.
La llegada de trabajadores chinos
El temprano vínculo de intercambio se renueva notablemente a mediados del siglo XIX, cuando un enorme grupo de trabajadores chinos se trasladan al Perú a laborar arduamente en las haciendas algodoneras y azucareras de la costa peruana, así como a colaborar en la construcción de diversos ferrocarriles. Entre ellos el ferrocarril central a La Oroya, concluido en 1893, y que con 4835 metros sobre el nivel del mar fue el más alto del mundo durante más de cien años, hasta que el ferrocarril Qinghai-Tíbet, en la China, con 5072 metros sobre el nivel del mar, lo superase en el año 2006.
En complemento de esa vinculación migratoria, el Perú se constituye, el 26 de junio de 1874, en el primer país de América Latina en establecer relaciones diplomáticas con el imperio Qing, mediante un tratado firmado en Tianjin. El tratado fue suscrito por Aurelio García y García, por el Perú, y Li Hung Chang, por la China, y en él se establece el derecho de tener agentes diplomáticos en Lima y Beijing, con inmunidades y privilegios, así como cónsules, el Perú en los puertos abiertos de China, y la China en cualquier puerto o ciudad del Perú.
La migración china, que con enorme esfuerzo y sacrificio contribuyó a la construcción del Perú, ha devenido en un componente indisoluble de la nación peruana. Los “tusan”, o descendientes de los inmigrantes chinos, constituyen hoy una comunidad vibrante y activa que participa en todos los aspectos de la vida política, económica y social del Perú. Algunas estadísticas señalan que un diez por ciento de toda la población peruana –que en la actualidad supera los 32 millones de personas– tiene algún antepasado de origen chino.
El aporte de los descendientes de los migrantes chinos en el Perú ha sido rico y diverso. Desde el filósofo Pedro Sulen, pasando por el pintor indigenista Alejandro González Trujillo (Apurimak), el deportista Edwin Vásquez Cam, ganador de la primera medalla de oro olímpica para el Perú, o el escritor Sui Kam Wen, hasta políticos como el ex presidente del Consejo de Ministros José Antonio Chang o los importantes empresarios de la familia Wong, todos han dejado una huella importante en la vida nacional y han insertado un grato matiz de diversidad en lo peruano. Por cierto que no es necesario ahondar en la gastronomía peruano-china, ya que el “Chifa” es ampliamente conocido y añade un rico componente de cultura a la simbiosis entre ambos pueblos.
Pero estos vínculos culturales, étnicos y emocionales entre los dos países también se han traducido en acciones políticas muy concretas. Para el Perú fue de capital importancia obtener el respaldo de la República Popular China, a fin de pasar a ser el tercer y último país de América Latina en integrarse al Foro de Cooperación del Asia Pacífico (APEC) en 1998. Precisamente, en el marco de la reunión anual de líderes del APEC del año 2008, que tuvo lugar en el Perú, es que se lleva adelante la primera visita de Estado de un presidente de la China al país. Durante la estada de Hu Jintao en Lima ambos países deciden elevar el nivel de su relación bilateral a la categoría de “socios estratégicos” y lanzar el proceso de negociación de un acuerdo de libre comercio entre ambos países.
Este último tratado, que entra en vigor en 2010, es la piedra de toque para elevar a niveles nunca antes alcanzados los vínculos de inversión y comercio entre ambas naciones. El intercambio bilateral que antes del TLC fluctuaba en torno a los 3600 millones de dólares anuales, se ha elevado para 2015 a la cifra de 15.994 millones de dólares; y lo que es más relevante, China ha pasado a ser el principal socio comercial del Perú.
Otro tanto se ha experimentado en el campo de las inversiones, donde China es hoy por hoy el primer inversionista extranjero en el área de minería en el Perú. Proyectos como el de Toromocho, de la empresa Chinalco, o Las Bambas, de Minmetals, son los puntales en la industria minera en el país. No es de menor importancia resaltar que elementos como la responsabilidad social corporativa, la estricta observancia de las normas relativas a la protección del medio ambiente y el respeto de los derechos laborales están hoy en la esencia de la actividad empresarial minera china en el Perú.
Socios estratégicos integrales
En el año 2013, con ocasión de la visita del presidente del Perú a China, nuevamente se eleva el nivel de los vínculos mutuos: ambos países son a partir de ese momento “socios estratégicos integrales”. Estos lazos privilegiados podrían abrir la posibilidad de crear una extensión de la iniciativa de la Ruta de la Seda Marítima, de modo que atravesando el océano Pacífico integre los países del Este de Asia con la Alianza del Pacífico, cuyas costas cubren más de tres cuartos de todas las orillas latinoamericanas en el Pacífico.
La importancia de la madura relación entre el Perú y la China no es ajena a la vida política en el Perú. Como resultado de un correcto ejercicio democrático viene de asumir como nuevo presidente del Perú Pedro Pablo Kuczynski. El nuevo mandatario peruano ha puesto como una de sus prioridades esenciales de política exterior el afianzar más aún la relación entre los dos países. Y no se trata únicamente de una expresión política: el presidente peruano fue invitado a visitar la República Popular China en septiembre pasado, en la que fue su primera gira al exterior como nuevo mandatario, y un emblema del nivel de la relación entre ambos socios estratégicos integrales en este año que se cumplen 45 años del establecimiento de sus relaciones diplomáticas.
El presidente Kuczynski ha señalado que sobre la base de lo mucho alcanzado en la relación bilateral, resulta esencial diversificar el vínculo de comercio e inversión para ir mucho más allá de la exportación de productos básicos y caminar hacia un intercambio que incorpore mayores elementos de productividad industrial, así como un importante componente de desarrollo tecnológico. Es indudable que este nuevo impulso deberá proyectar más profundamente los vínculos entre ambas naciones. Ese reforzamiento de la relación, además, se verá correspondido muy en breve, cuando en el mes de noviembre el presidente Xi Jinping sea el segundo mandatario chino que visite el Perú.
Parece claro que para 2021, cuando el Perú cumpla 200 años de vida independiente, sus vínculos con la República Popular China deberán haberse desarrollado a tal nivel que la fluidez del movimiento de bienes, servicios, capitales y personas entre ambas naciones los convierta en los ejes de la relación de sus países con toda la América del Sur y con el este de Asia, respectivamente. Eso que en 1822 era un sueño para el prócer peruano Hipólito Unanue, no es hoy sino una realidad que está desarrollándose día a día.
*Gonzalo Gutiérrez Reinel fue ministro de Relaciones Exteriores del Perú y embajador del país en la República Popular China.
13 de septiembre de 2016. El presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, pronuncia un discurso en el Foro de Inversión y Cooperación de Capacidad Productiva entre China y Perú, en Beijing.