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2014-October-17 16:11

La forma más cómoda de comprar

Por RAFAEL VALDEZ

UN universo de productos a tan solo un clic de distancia que llegan a su casa puntualmente y, lo más importante, de forma segura. Así se resume la experiencia de comprar por Internet en China, una industria aún poco explorada en Latinoamérica.

 

- Quiero pedirte un favor. Necesito comprar cubiertos, ollas y otras cosas para la cocina. ¿Puedes acompañarme a algún supermercado?

- ¿Supermercado? ¿para qué? Todo eso lo puedes comprar por Internet.

- ¿Se puede comprar una cuchara en Internet?

- Sí, y también una sartén, una olla, todo. ¿Cómo crees que hacemos los chinos?

- Pero supongo que es más caro por el recargo del servicio de entrega.

- No, es más barato que comprar en una tienda.

- ¿Y es seguro? O sea, ¿al señor que reparte la mercadería no le roban en el camino?

Consumidores en el centro comercial de productos electrónicos Dinghao de Zhongguancun. CFP

 

Ante esa pregunta, mi amigo me quedó mirando extrañado, como si le hubiera dicho algo impensable. Esa misma cara tenía yo de solo imaginarme que con solo hacer un clic podría llenar mi nueva casa con todo lo necesario y, además, ahorrar dinero.

Esta fue una de las primeras conversaciones que tuve con un compañero de trabajo chino al día siguiente de haber aterrizado en Beijing. Yo, que jamás había vivido en otro país que no sea mi natal Ecuador, había crecido con la paranoia propia de quienes viven en las ciudades latinoamericanas por la inseguridad. El solo hecho de imaginar a un repartidor de electrodomésticos, ropa y alimentos conduciendo su tricimoto por la calle sin temor de que le roben, me parecía inverosímil. “Tiene que haber algún método que le garantizara seguridad: un GPS conectado con la policía, algún chaleco antibalas, o tal vez estaba resguardado por un patrullero”, me decía a mí mismo.

En esa primera semana de exploración por Beijing me detuve varias veces a observar a los repartidores. Son jóvenes, casi niños, que transportan una montaña de mercadería en la parte trasera de su vehículo, no tienen chaleco antibalas, ni hay policías cerca resguardándolos. Además son muy diestros al volante, con una mano contestan su inquieto celular y con la otra dirigen el volante. Al llegar a un lugar, hacen una llamada por su celular e inmediatamente alguien baja a retirar su compra. Pagan en efectivo, firman un papel y todos quedan contentos.

Probablemente si usted es chino, esta descripción podría parecerle ingenua y exagerada porque esta escena ya es parte de su cotidianidad. Pero para un latinoamericano que sabe que si saca el celular de su bolsillo o dinero en efectivo en plena calle, corre el riesgo de que alguien se lo robe (en el mejor de los casos) o incluso lo mate, presenciar este tipo de transacciones a plena luz del día y en completa tranquilidad fue un shock.

Esta es la característica que más aprecio de Beijing. Y no solo yo, casi todos los amigos latinoamericanos que he conocido en la capital china, coinciden conmigo en que lo mejor de ella es su seguridad. A pesar de que los chinos se empeñen en decir que “ya no es tan segura como antes” o que “no podemos confiarnos”.

Por otro lado, el shock no solo fue por el tema de la seguridad, sino también por lo pragmático de las compras en línea. Entrar por primera vez a páginas como jingdong.com o taobao.com fue como descubrir un universo. Con la ayuda de un buen traductor en línea, encontré todo lo que necesitaba para mi casa: olla arrocera, sartén, escoba, toallas, chocolates, zapatos, detergente, etc. Todo tocó a la puerta de mi casa -literalmente-, yo solo tuve que navegar el portal y escoger. Así de fácil y sencillo.

Sobre la computadora

Además de zapatos, pantalones, camisetas, libros y remedios, en Internet compré una computadora. Después de que la anterior se dañara, fui a Zhongguancun, la zona de Beijing conocida por ser un paraíso tecnológico. Vi varios modelos, regateé, pero al final no encontré uno que me convenciera. Le comenté a mi compañera de departamento mi problema y, sin dudarlo, me recomendó buscar en jingdong.com. Dijo que ese era el mejor portal para comprar dispositivos electrónicos en Beijing. “¿Incluso más que Zhongguancun?”, le pregunté. “En Internet encuentras más modelos, lo haces desde la comodidad de tu casa, sin estresarte por el gentío ni por la tortura del regateo. Además, tú sabes que en China te quieren cobrar más si ven que eres extranjero, en cambio en Internet todos somos iguales”, respondió. Ella me dio suficientes razones para que me convirtiera en un fanático de las compras en línea.

Seguí su consejo y primero le pedí a un amigo que es ingeniero en Informática que me recomendara algunos modelos de computadoras acorde a mis necesidades. Él me envió un listado de las características técnicas que debía tener la computadora como por ejemplo: capacidad de memoria, tamaño de la pantalla, disco duro, etc. Con ese listado, todo fue muy sencillo. En cuestión de dos horas encontré tres modelos que me gustaban y, al final, la balanza se inclinó por el modelo que se veía más bonito. Grave error: fijarse mucho en la apariencia de las cosas.

22 de mayo de 2014. Jingdong.com se cotizó en la bolsa de Nasdaq de EE.UU.


La computadora llegó a la hora que yo pedí en la página web. Pagué en efectivo, solo tuve que bajar las escaleras de mi casa. Apenas probé el nuevo dispositivo, encontré que la pantalla no encendía. La prendí y la apagué varias veces y nada. Me enojé mucho porque pensé que había perdido mi dinero. Supuse que en caso de reclamo, no me devolverían el 100% de lo que había pagado, pero me equivoqué. Al ver mi preocupación, mi amiga china se encargó de la gestión de la devolución. Nos pidieron que fuéramos a una tienda autorizada de la marca en Zhongguancun para constatar el problema, luego ellos nos darían un documento con el diagnóstico. Al día siguiente hicimos ese proceso y todo fluyó muy rápido. Esa misma noche escaneé el documento, lo envié y me respondieron que en cuestión de tres días tendría acreditado el dinero por la devolución del dispositivo. Y así fue. Al tercer día, volví a navegar en Internet buscando una computadora, esta vez no me dejé llevar por el modelo más bonito, sino por el de mejor calidad. Mi compañera de departamento dijo que el servicio posventa de la marca Lenovo Thinkpad era muy bueno en China, así que me incliné por esa marca y hasta el día de hoy todo marcha muy bien.

Comprar en Internet ha cambiado mis fines de semana. Cuando recién llegué a China, dedicaba tres o cuatro horas cada sábado para ir de compras. Ahora me resulta extraño ir a un centro comercial, me parece una pérdida de tiempo. Lamentablemente creo que, por la inseguridad, Latinoamérica aún no está lista para gozar de este tipo de servicios de la misma forma que lo hacen los chinos.

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