Perú-China, una cosecha conjunta
Por MENG KEXIN
Plantación de quinua de Jinjiaxiang, en Jilin, la tercera mayor base de ensayo del Perú en China.
PERÚ y China comparten una milenaria cultura agraria en escenarios geográficos completamente diversos, aunque el territorio chino sea casi ocho veces más grande que el peruano. Ambos tienen numerosos conocimientos, tecnologías, experiencias y recursos genéticos que pueden intercambiar y compartir incluso para poder responder mejor a los grandes desafíos del calentamiento global y el cambio climático, señala Reynaldo Trinidad Ardiles, director-editor de Agro Noticias, la primera revista agraria de Perú.
Desafíos en la agricultura peruana
Ardiles sostiene que el principal factor natural limitante del agro peruano es la escasez de agua para irrigar todas las tierras propicias. Por este motivo, de los 38,74 millones de hectáreas que abarca la superficie agropecuaria de Perú, en la agricultura se aprovechan solo 7,12 millones, y únicamente el 36 % de esta superficie tiene riego. Sin embargo, el reto ahora ya no es solo buscar el aprovechamiento de las fuentes existentes, sino también buscar otras, por el siguiente motivo: la disponibilidad de agua en Perú es de unos75.000 m³por persona/año, pero sucede que este vital recurso está dramáticamente mal distribuido en el espacio y el tiempo.
Primero, alrededor del 98 % del agua está concentrada en la vertiente de la Amazonía (hacia el océano Atlántico), donde vive solo el 24 % de la población; mientras que el 70 % de esta reside en la vertiente del océano Pacífico, donde la disponibilidad de agua es menor al 2 % del total. Segundo, el agua abunda en Perú solo en la corta estación de lluvias (enero-marzo), período en que más del 50 % de los caudales hídricos se pierde en el mar por la falta de represamientos y otras tecnologías de manejo. El resto del año, la disponibilidad de agua depende en un 70 % del deshielo de los glaciares y nevados altoandinos, como no sucede en ningún país del mundo. Pero debido a los efectos del calentamiento global y el cambio climático, en los últimos 44 años ha desaparecido casi el 43 % de esas providenciales masas de hielo, con proyección a extinguirse totalmente en los próximos 40-50 años. Es por eso que diversos diagnósticos y pronósticos internacionales indican que Perú es el tercer país del mundo más amenazado por la escasez crónica de agua.
Sin embargo, los investigadores peruanos ya han identificado algunas alternativas de solución, una de las cuales –la más práctica– es la retención de las lluvias estacionales en las montañas andinas, mediante zanjas de infiltración, plantaciones forestales, terrazas agrícolas (tipo Tachai), sistemas de agroforestería y otras modalidades. Para desarrollar en gran escala esas alternativas se necesitan, precisamente, tecnologías apropiadas e inversiones.
Un vehículo aéreo no tripulado fumiga un campo de cultivo.
Ámbitos potenciales de cooperación agraria
En cuanto a las ventajas que China posee en el aspecto agrario, Ardiles cree que las dos principales son su enorme mercado y la disponibilidad de tecnologías apropiadas para los diversos tipos y niveles de actividades agrarias existentes en Perú.
En Perú hay un vasto mercado para las máquinas, equipos e implementos chinos que se necesitan para mecanizar la pequeña agricultura e industrializar la producción correspondiente. Se trata de 2 millones de pequeñas propiedades peruanas, las cuales requieren motocultores o mulas mecánicas, tractores pequeños y miniplantas agroindustriales, los que –si los dos países se ponen de acuerdo– podrían ser importados directamente por miles para abaratar costos. Igualmente, hay mercado para tecnologías que permitan desarrollar sistemas de irrigación en la costa y los Andes, así como grandes plantaciones forestales en los Andes y la Amazonía.
Además, en el aspecto de procesos agrícolas, Perú pide a gritos centros de acopio y empaque, así como plantas procesadoras que den creciente valor agregado a los productos agrícolas para el consumo interno y la exportación. Las agroindustrias peruanas son muy pocas y casi todas están concentradas en Lima Metropolitana y otras tres ciudades grandes. Alrededor de dos millones de pequeños productores necesitan plantas procesadoras instaladas cerca de los diversos centros de producción. Los que tienen esta facilidad no pasan del 10 % del total.
Pocos países ofrecen como Perú tantas ventajas a la inversión extranjera en diversos sectores económicos, incluyendo al agro, como puede verse en el Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado entre Perú y China. En este sentido, las compañías chinas podrían invertir en sistemas hidráulicos para irrigar las tierras peruanas hoy desaprovechadas, incluyendo la tecnificación del riego; en complejos agroindustriales descentralizados (fuera de Lima Metropolitana) y conectados con los pequeños productores organizados; en grandes plantaciones forestales en los Andes para producir madera, capturar carbono, retener aguas de lluvia y brindar servicios ambientales; e incluso en el desarrollo de ciertos cultivos que requiere el colosal mercado chino.
Ardiles pone de relieve que, debido a la situación de escasez de agua en su país, serán bienvenidos quienes deseen aportar tecnologías y capitales para irrigar las áreas hoy desaprovechadas, preferentemente bajo la modalidad de joint venture o de beneficios compartidos. Y si se trata de propiedad, en la Amazonía están disponibles alrededor de 10 millones de hectáreas deforestadas que pueden ser fácilmente recuperadas mediante plantaciones forestales y sistemas de agroforestería.