“En biocombustibles tenemos una potencial área de cooperación”
HACE 40 años, Brasil y China establecieron relaciones diplomáticas. Hoy, el vínculo se ha profundizado tanto que ya tiene el nivel de asociación estratégica integral. Sin embargo, aún hay oportunidades por explorar, como la cooperación en biocombustibles. El embajador de Brasil en China, Valdemar Carneiro Leao, conversó con China Hoy al respecto.
China Hoy (CH): Brasil y China están de aniversario: 40 años de relaciones diplomáticas y 21 desde que Brasil se convirtió en el primer país en vías de desarrollo con el que China estableció una asociación estratégica. ¿Cuáles son los principales frutos que ha dado esa asociación?
Valdemar Carneiro Leao (VCL): Yo creo que hay que destacar los aspectos bilaterales y la cooperación en los distintos foros internacionales. Creo que hubo avances muy grandes, no se puede comparar la relación que existía hace 20 años con la que existe hoy, el comercio ha avanzado mucho, la inversión recíproca también, no solo de empresas chinas en Brasil, sino también de firmas brasileñas en China. Tenemos el caso de Embraer que tiene un joint venture con compañías chinas. Pero también ha habido cooperación científica y, de hecho, recientemente se llegó a un entendimiento para que China reciba estudiantes brasileños de posgrado dentro del programa “Ciencias sin fronteras”. Entonces hubo un estrechamiento muy grande en los últimos 20 años, pero yo destacaría que en los últimos 10 años hubo una coincidencia no solo de voluntad política, sino de sintonía económica porque entre 2000 y 2010, tanto Brasil como China crecieron mucho. Además, el año pasado, cuando el premier Wen Jiabao visitó Brasil, esta asociación estratégica se elevó al nivel de asociación estratégica global.
En lo multilateral, hubo un esfuerzo de ambos lados para acercar posiciones en distintos temas de la agenda internacional como el ambiente, los derechos humanos, la energía, el comercio internacional en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y, por supuesto, los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que han logrado ganar mucha voz y voto en el escenario global.
CH: En los primeros ocho meses de este año, el volumen comercial entre ambos países alcanzó los 59.200 millones de dólares, lo que significó un aumento del 2,9 % con respecto al mismo periodo del año anterior. ¿Cuáles son las perspectivas en el ámbito comercial?
VCL: La perspectiva es repetir un poco el comportamiento del año pasado, quizás por la baja en los precios de las materias primas, que es lo que Brasil, básicamente, exporta a China. La balanza comercial probablemente va a variar un poco. Nosotros hemos tenido superávit con China en los últimos años, pero esto ha disminuido debido tanto al hecho de que hubo fluctuaciones en los precios de las materias primas, como también a la desaceleración de China que ha tenido un impacto, por ejemplo, en productos como el mineral de hierro que está muy vinculado a la actividad industrial.
CH: En 2012, los productos agrícolas exportados por Brasil a China alcanzaron los 17.975 millones de dólares, esto significa un 18,7 % del volumen total de las exportaciones agrícolas de Brasil. Sin embargo, la misma presidenta Dilma Rousseff ha declarado que se necesita dar el salto hacia una relación diversificada con China, que no solo involucre materias primas. ¿Qué está haciendo Brasil al respecto?
VCL: No es una tarea fácil. Primero, porque Brasil es altamente competitivo en productos como el hierro y la soja. Quizás con la honrosa excepción de Embraer que vende bien sus aviones en China, el resto de las exportaciones está concentrado en petróleo, soja, hierro, azúcar y celulosa, que representan el 80 % del total.
Cambiar este patrón de comercio depende un poco de la voluntad política, pero también del aumento de nuestra competitividad. En Brasil se reconoce que hay que recuperar la competitividad, el Gobierno está haciendo su parte mejorando la infraestructura, bajando el costo de energía y eliminando impuestos. Además, hay un trabajo que se está haciendo en China y es promover los productos manufacturados brasileños, sea por la visita de misiones comerciales, o también por la invitación de importadores chinos a Brasil. Sin embargo, reconocemos que nuestra tarea es recuperar la competitividad. La pérdida se ha debido un poco a la apreciación de nuestra moneda, el real, que encareció nuestros productos. De todas formas, los números son buenos. Brasil no puede quejarse de que tenga una balanza desfavorable con China, no. Los valores son favorables a Brasil, pero la calidad del comercio es algo que todavía no nos satisface.
CH: Antes de venir a China, usted fue embajador de Brasil en Colombia. Allí, los fabricantes sienten temor de que su industria sea afectada por la entrada de productos chinos a bajísimo costo. Similar preocupación hay en su país. De hecho, en Brasil ya se han tomado medidas antidumping. ¿Cuál es la tarea pendiente de los empresarios brasileños y latinoamericanos al respecto?
VCL: Respecto al antidumping (medidas contra la fijación desleal de precios) hay que hacer una diferencia muy clara. Hay medidas de defensa comercial que son legítimas y muy bien reguladas por la OMC. Hay un proceso de investigación que se hace antes de que sea aplicado el antidumping, hay que investigar si hay daño en la industria y si este fue causado por el dumping. Brasil tiene un equipo de especialistas en materia de defensa comercial dentro del Ministerio de Industria y de Comercio, son muy serios, sus investigaciones son muy bien hechas y no solo aplicamos antidumping contra China, sino también contra Estados Unidos, Europa y otros países. Es verdad que la mayor parte de los casos es contra China, pero también es verdad que otros países también han interpuesto medidas antidumping contra China. Aún así, jamás ha habido quejas.
Otra cosa es la competencia de productos chinos y ese no es solo un problema de Brasil, ni solo de Latinoamérica, sino que es también un problema de Europa, Estados Unidos, Canadá, etc. No es solo un problema de costos por la mano de obra porque esto poco a poco está cambiando, el salario en China va subiendo y, de hecho, hay casos en los que las industrias chinas se están desplazando a otros países, donde los costos laborales son inferiores. Esto también tiene que ver con la economía de escalas. Es distinto producir en Suiza que en China y el resultado es que el producto chino sale más barato.
Por otro lado, poco más del 50 % de lo que importamos de China son equipos mecánicos y eléctricos, o sea bienes de capital. En muchos sectores yo creo que todavía no hay cómo competir con los productos chinos, en otros sí.
12 de septiembre de 2013. Un comerciante brasileño compra productos para los fanáticos del fútbol en la Ciudad de Comercio Internacional de Yiwu. CFP
CH: El impulso de la economía verde es una prioridad en el nuevo plan de desarrollo elaborado por China. ¿De qué manera la industria de biocombustibles brasileños puede colaborar con este objetivo chino?
VCL: Esta es una muy buena pregunta. Casi el 80 % de las fuentes de energía en China están vinculadas al carbón. Es una dependencia que los chinos reconocen que debe cambiar y, de hecho, la calidad del aire en Beijing es un reflejo de dicha dependencia. Ahora bien, en términos de combustibles, Brasil tiene una gran experiencia con el etanol y creo que en la medida en que China pueda interesarse en eso –que ya está pasando– tendremos una potencial área de cooperación.
Sin embargo, ya hay entre los dos países una unidad de investigación conjunta que vincula a la Universidad Tsinghua con la Universidad Federal de Río de Janeiro. Es un centro de investigación sobre el cambio climático y energías innovadoras. Las dos instituciones intercambian datos y experiencias en la producción de biodiésel y energía eólica. Entonces ya hay un embrión de cooperación en bioenergía, pero la verdad es que creo que China esperará hasta que tengamos una nueva generación de biocombustibles que no solo use plantas capaces de producir etanol, sino cualquier materia celulósica, lo cual sería un gran avance porque China tiene dificultades reales para dedicar parte de su territorio al cultivo de caña de azúcar o mandioca (cassava), ya que su agricultura está dedicada, esencialmente, a la alimentación interna. Brasil, por otra parte, tiene espacio suficiente para la producción de etanol.
CH: Pasando a otro tema, recientemente, Brasil difundió con fuerza sus manifestaciones artísticas en China. Durante un mes, la bossa nova, la capoeira y el vibrante cine brasileño se hicieron sentir en China. ¿Cuál es su desafío como embajador en el ámbito cultural?
VCL: Hay un objetivo muy claro en nuestra diplomacia que consiste en buscar transmitir a las sociedades extranjeras algo que vaya más allá de los estereotipos del fútbol, la samba y el carnaval. Tenemos que hacer llegar a los chinos otras imágenes de la cultura brasileña. Eso no significa que los estereotipos sean malos, no. Son todos buenos.
Ni siquiera la pobreza, que también es parte de nuestra realidad, es una idea que viene a la mente de los chinos cuando piensan en Brasil. Ellos piensan en la Amazonia, las playas, el sol, la música, en general, es la imagen de un país alegre, pero queremos ir más allá. La música, el cine y la danza podrían mostrarles esas otras realidades.
Por otro lado, a uno le da mucho gusto hacer actividades culturales porque, en el caso de China, es quizás la manera más fácil de tener contacto con el pueblo. Nosotros apuntamos a los jóvenes porque ahí hay mucho potencial, en cambio las personas mayores ya tienen patrones estéticos fijos. Cuando tenemos contactos oficiales, por ejemplo diálogos entre empresas estatales y Gobierno, hay un diálogo formal y se respetan los canales establecidos. En cambio, cuando hacemos actividades culturales encontramos a los chinos, es un encuentro con la gente, no con entidades.
CH: En cuanto a cooperación tecnológica, China y Brasil han colaborado en la investigación y lanzamiento de satélites. ¿En qué otras áreas tecnológicas, China y Brasil están colaborando?
VCL: Yo creo que el satélite fue el camino más interesante que, hasta el momento, los dos gobiernos han encontrado respecto a la cooperación científico-tecnológica. Fue una invención conjunta. Yo les digo a mis colaboradores que tenemos que encontrar una nueva área de cooperación que sea tan emblemática y tan visible como los satélites, pero confieso que todavía no la hemos encontrado. China y Brasil muchas veces han tomado rumbos distintos en la concentración de sus investigaciones. Brasil, por ejemplo, ha acumulado mucha tecnología agrícola, pero China ha acumulado una tecnología industrial en campos donde nosotros aún tenemos muy poco.
Encontrar esas nuevas oportunidades de cooperación tecnológica es una tarea que el Gobierno ya está haciendo, pero que las universidades también deben desempeñar.