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2014-April-17 10:38

Buscar mecanismos para no estar sujetos al dólar

Por RAFAEL VALDEZ

PARA el expresidente de Bolivia, Jorge Quiroga, el futuro de la relación sino-latinoamericana se basa en cuatro áreas: integración, producción, energía y divisas. En este último punto subrayó la necesidad de la convertibilidad del yuan. Quiroga conversó con China Hoy, a propósito de su participación en el foro “Yendo a Latinoamérica”, realizado en la ciudad de Guangzhou, al sur de China, en febrero.

Jorge Quiroga, expresidente de Bolivia, participó en el foro "Yendo a Latinoamérica", realizado en Guangzhou.
 

China Hoy (CH): Durante su intervención, usted habló de la evolución del rol de China en sus relaciones con Latinoamérica, es decir, que pase de ser comprador a prestamista, luego inversionista y, finalmente, socio pleno. ¿En qué fase estamos ahora y qué desafíos usted encuentra para alcanzar esa relación ideal?

Jorge Quiroga (JQ): Yo creo que actualmente estamos entre el primer y segundo paso, es decir, comprador de materias primas y prestamista, pero préstamos dirigidos a países que a veces no tienen acceso a mercados debido a su política económica. Estamos hablando de Argentina, Venezuela, Ecuador, países que no están en los circuitos financieros, que no pueden emitir deuda o que han cerrado las puertas al financiamiento del Banco Mundial.

China es hoy comprador de materias primas de casi todos los países de Sudamérica y prestamista selectivo a países en función de cuán cerrados están a mercados financieros. Yo creo que lo más sano es una evolución hacia un prestamista en función a necesidades de cooperación y no a restricciones de acceso, para después pasar a la siguiente fase que es la de inversionista que, poco a poco, ya se está viendo, por ejemplo, en Perú. Pero lo ideal es un inversionista que no solo venga a los sectores extractivos, sino también a sectores de servicios, de comunicaciones, y finalmente desarrolle una sociedad plena donde China sea alguien que compre, que coopere, que invierta y que desarrolle sectores manufactureros. Así evitamos que, de aquí a unos años, China sea acusada de ser el nuevo poder económico que extrae la sangre de las venas de América Latina, como ha pasado con Europa y Estados Unidos. China, claramente, tiene una imagen diferente porque ha sido un país incluso más pobre que nosotros hace 50 años, entonces no hay animadversión hacia China, pero con el transcurrir de los años, si la gente siente que solo se llevan el cobre, el hierro, el petróleo, el carbón, el gas, la soya… puede empezar a generarse una reacción negativa.

CH: ¿Cómo se puede dar ese paso?

JQ: Justamente la ventaja de China en el sector manufacturero es su altísima competitividad que se ha basado en su desarrollo tecnológico y en costos laborales muy bajos, pero, con el tiempo, los costos laborales chinos están subiendo, entonces lo que se requiere es la transferencia de tecnología a países que tenemos costos laborales parecidos o más bajos que los de China, y más cercanos a los mercados de EE. UU. y Europa.

Por ejemplo, el 90 % del litio del planeta está en Sudamérica. Me pregunto: ¿Cuál va a ser la receta? ¿Exportar el litio en crudo en barcos hasta China para que aquí hagan las baterías y nos exporten los celulares, las computadoras y las baterías de vehículos; o inversión china para que en Sudamérica podamos hacer las baterías y venderlas al mercado estadounidense y europeo? La respuesta a este tipo de preguntas va a ser determinante para establecer qué clase de relación construimos. Mi temor es que si la sensación que queda es que China se lleva el litio en bruto, el cobre en bruto, el hierro en bruto para después devolvernos productos manufacturados y no desarrolla la transferencia de tecnología a sectores intensivos de mano de obra, se empezarán a incubar frustraciones, además que el costo energético se convertirá en un factor que pesará mucho.

El mundo manufacturero ha perseguido costos laborales bajos que han estado en China y Filipinas. Sin embargo, ahora cada vez más persiguen costos energéticos bajos que actualmente están en Norteamérica. El costo de la energía más bajo del mundo está en EE. UU. Muestra de esto son las reservas de gas de esquisto que tienen. Si China no empieza a trasladar tecnología hacia países de Latinoamérica más cercanos al mercado de EE. UU. y que, además, tienen energía más barata va a tener complicaciones. Volviendo al ejemplo del litio, para China va a ser muy difícil convertirse en el gran campeón mundial de manufactura de baterías de litio si decide llevar el litio desde Sudamérica hasta su país y fabricar con gas australiano que cuesta tres o cuatro veces. Creo que es más conveniente hacer eso cerca de donde está el litio, con costos de energía más accesibles como los que tenemos en América Latina.

El expresidente boliviano durante la entrevista con China Hoy. Fotos de Dang Xiaofei

 

CH: ¿Considera que los países latinoamericanos actualmente están haciendo bien la tarea de buscar esa transferencia tecnológica cuando negocian con China?

JQ: Eso varía, es difícil generalizar. Hay dos clases de países en América Latina: los que se preparan de mejor manera en lo macroeconómico y en cuanto a competitividad para engranarse con la bonanza china, en este grupo podemos poner a México, Perú, Chile y Colombia; y otros que meramente venden las materias primas, reciben los recursos financieros y los gastan tan rápido como ingresan, sin ni siquiera crear fondos de previsión para el futuro, como es el caso de Venezuela y Argentina, donde no hay una preocupación por hacer una integración mejor estructurada con China. La región no es una sola, hay diferencias y cada vez se van a distinguir más entre aquellos que buscan alianzas comerciales en el mundo con mayor apertura y que van a aprovechar mejor esta coyuntura. Por ejemplo, para mí, México está mejor posicionado que Brasil. Tiene muchos acuerdos de libre comercio, tiene costos laborales muy competitivos, gradúa una gran cantidad de ingenieros, está cerca del mercado más grande, está haciendo una reforma energética muy agresiva para tener menores costos de energía y eso explica por qué México está atrayendo mucha inversión manufacturera en la industria de alta tecnología. Televisores, vehículos y electrodomésticos cada vez se ensamblan más en México y son de alta calidad como para entrar en el mercado estadounidense. Entonces, si uno ve ese modelo parecería que está mejor que lo que viene haciendo Brasil, donde aún hay un mercado protegido, menos integración comercial y no se está aprovechando de la misma manera la relación con China.

CH: En cuanto al tema de divisas, usted subrayó que China y Latinoamérica no han desarrollado mecanismos monetarios para no estar sujetos a las fluctuaciones del dólar. ¿Cuáles podrían ser esos mecanismos?

JQ: Es imposible avizorar que China asuma su lugar como gran potencia económica mundial si es que su moneda no es convertible. Nunca ha habido un país dominante económicamente cuya moneda no hubiera sido una moneda de reserva intercambiable, siendo esta la libra esterlina en los tiempos de la revolución industrial británica, o el dólar actualmente. Entonces, las limitaciones de la cuenta de capital que tiene China hacen que tengamos que usar monedas de otros y estar sujetos a las vicisitudes que experimentan esas terceras monedas que no son parte de la transacción. Ilustro con un ejemplo: Argentina debería poder venderle soya a China en yuanes, acumular reservas en yuanes y liquidar todo en yuanes si este fuera plenamente convertible. Brasil debería poder venderle hierro, café y carne en yuanes; y Chile, cobre. Lo que sucede es que como todo se cotiza en dólares y EE. UU. imprime dólares, entonces las transacciones que no tienen nada que ver con ellos igual se ven afectadas. El único país que puede imprimir impunemente divisas es EE. UU. Ellos nos inundan de dólares, lo que causa que, cuando hay muchos dólares, nuestras monedas se revalúen y nuestras exportaciones a China valgan menos.

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