Vivir como las flores brillantes en el verano
La Embajada de Ecuador en China organizó el IV Concurso Universitario de Ensayo Escrito en Idioma Español, con el tema “Oswaldo Guayasamín en el siglo XX”. Participaron estudiantes en representación de 48 universidades e institutos de toda China en donde se enseña la lengua de Cervantes. China Hoy participó una vez más como jurado calificador y a continuación les presentamos el ensayo ganador que corresponde a Chen Xin, de la Universidad de Changzhou, provincia de Jiangsu.
--La Redacción
Oswaldo Guayasamín, conocido pintor ecuatoriano.
ERA una noche fría y oscura del 10 de marzo de 1999 en Baltimore, Estados Unidos. La oscuridad reinaba en esta ciudad costera. El viento helado soplaba y casi penetraba los huesos. Las calles estaban casi vacías. Sólo pocas personas caminaban rápidamente para llegar a casa. Los ciudadanos preferían quedarse cenando con sus familiares y disfrutando del calor del hogar. La luz amarilla de cada casa iluminaba la ciudad y formaba un paisaje bonito en la noche.
Gris estaba sentado en la techumbre de un hospital y veía la ciudad mientras cantaba.
Él era una parca. Según la mitología, parca era cada una de las tres deidades hermanas, Cloto, Láquesis y Átropos. Cada una tenía diferentes oficios: la primera hilaba, la segunda devanaba y la tercera cortaba el hilo de la vida del hombre. Por eso, en la poesía es usada como una metáfora de la muerte. Gris tenía un trabajo como funcionario del mundo humano que consistía en recuperar el alma de las personas muertas y sellar sus archivos. Era una labor aburrida y mecánica para él. Sin embargo, le gustaba mucho ver la memoria de las personas cuando recuperaba sus almas. La vida de una parca era eterna. Aunque había conocido la vida de muchas personas, para él las experiencias humanas todavía eran interesantes.
El hospital era un lugar de donde cada día muchas personas dejaban el mundo. Aquel día, Gris se enteró de que un hombre especial había fallecido. Como de costumbre, él levantó su hoz para percibir el alma de este hombre. Cuando la hoz empezó a absorber al alma, una gran cantidad de recuerdos de ese hombre se presentó en forma de rollo de película en el cielo. En cada fragmento había acontecimientos de diferentes épocas.
Obra de Oswaldo Guayasamín.
El hombre se llamaba Oswaldo Guayasamín.
En el primer fragmento del rollo, Gris vio que el 6 de julio de 1919, Oswaldo nació en Quito, capital de Ecuador. Su madre era mestiza y su padre era nativo de la ciudad. Era una familia muy pobre. Su padre había trabajado como carpintero casi toda su vida y posteriormente como taxista y chofer de camión. Oswaldo fue el primero de los diez hijos de la familia. Durante su infancia, mostró su interés por el arte: le gustaba pintar a sus maestros y los niños que jugaban con él. Además, vendía sus obras a los viajeros para ganar dinero.
A continuación, Gris siguió con el segundo fragmento: Oswaldo logró ingresar en la Escuela de Bellas Artes de Quito. En la escuela estuvo siete años y fue el mejor estudiante de su promoción. En la ceremonia de graduación en 1941, este joven recibió su diploma de pintor y escultor. Además, también estudió Arquitectura.
De repente, el tiempo en el rollo empezó a pasar con mucha rapidez. Aparecieron casi todos los éxitos de Oswaldo: En 1942, cuando tenía 23 años, organizó su primera exposición. La muerte de un buen amigo durante una manifestación en Quito cuando él estaba en la escuela y otros incidentes sociales lo ayudaron a formar su opinión sobre la gente y la sociedad en que vivía.
Durante los años 1942 y 1943, Oswaldo viajó a México y Estados Unidos. Luego fue a Perú, Brasil, Chile, Argentina y Uruguay. En estos viajes, él conoció el estilo de la vida y la pobreza de los indígenas y luego lo plasmó en sus pinturas.
Al saber que Oswaldo había creado muchas pinturas maravillosas y había ganado muchos premios, Gris quiso ver con sus propios ojos las obras. Así que decidió ir a una exposición de las obras de este pintor. Las parcas tenían la habilidad de manejar el tiempo. Por eso, pudo ir a una exposición sin ninguna dificultad. Era una exposición celebrada en un gran museo en el siglo XXI. Gris había viajado al futuro.
En la sala del museo había mucha gente. Ellos contemplaban las pinturas con mucha seriedad y respeto. La luz amarilla de las lámparas suspendidas en el techo creaba un ambiente armonioso.
Obra de Oswaldo Guayasamín.
Gris, que se vestía como un hidalgo, se detuvo delante de una de las obras. En ella estaba pintada una chica negra desnuda sentada en el suelo enroscando sus piernas. Tenía gruesos nudillos, músculos fuertes, una mirada impotente y permanecía con los labios cerrados. Era una pintura impresionante que estaba llena de miseria y desesperación. Era de color negro y rojo.
Mientras Gris miraba fijamente a la pintura, alguien se acercó.
“Señor, ¿le gusta esta pintura?”
Gris vio al guía de la galería. Era un señor amable que llevaba unas gafas.
“Es perfecta, ¿no?”, el señor siguió en voz baja.
“Efectivamente”, Gris respondió y acotó, “Me interesan mucho sus obras, ¿podría decirme más acerca de ellas?”
“¡Por supuesto! Con mucho gusto, respeto mucho al gran pintor Guayasamín y sus obras. A lo largo de su vida, él creó miles de obras, entre ellas había tres series que son las más famosas: El Camino del Llanto, La Edad de la Ira y la Ternura. La primera está compuesta por 103 obras que presentan la cultura y las costumbres, la religión y la tradición, la identidad y las emociones de los indígenas que viven en los países sudamericanos, sobre todo, en los Andes. La obra que usted está viendo se llama Niña Negra y retrata la desgraciada infancia de las niñas de clase baja”, le decía el guía con un tono triste. Luego, él agregó: “Guayasamín clama por las personas pobres. En la década de los 60 del siglo XX, en muchos lugares del mundo estallaron conflictos armados. Más y más contradicciones sociales impulsaron a Guayasamín a tomar su pincel y propagar su idea de paz a todo el mundo. En sus cuadros aborda temas como la extinción de la vida, la pérdida de sensibilidad y la desesperación que hay en las batallas, además condena las atrocidades cometidas por los humanos… Así, el brillo de Guayasamín trascendió las fronteras de Ecuador y llegó a toda Latinoamérica”.
“Muchísimas gracias, señor, me ha ayudado mucho”, después de despedirse, Gris anduvo por el corredor y continuó observando el resto de pinturas.
La impotencia, miseria e ira que transmitían estas obras eran muy fuertes.
Gris volvió a su presente, empezó a rellenar el archivo de Guayasamín y lo selló con una foto del artista.
“Hoy es un día tan interesante”, dijo Gris y soltó un suspiro.
Saltó del techo de la torre y desapareció en la oscuridad.
En el sobre que guardaba la historia de Guayasamín decía:
Una persona que vive como las flores brillantes en el verano.
*Estudiante de español en la Universidad de Changzhou, provincia de Jiangsu. Ella ganó el IV Concurso de Ensayo organizado por la Embajada de Ecuador en China.