CHINAHOY

HOME

2013-December-11 10:46

Los pintores tibetanos de Tang-ga

Por XUE MING*

He aquí las reflexiones de Xue Ming, una estudiante de doctorado en Antropología de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), quien durante tres años convivió con un grupo de pintores tibetanos de Tang-ga, en Re-gong, el “valle dorado” del Tíbet.

Tang-ga es un peculiar arte de la región tibetana, cuya diversa temática incluye la historia, la política, la cultura y la vida social de dicha etnia. En sus creaciones, los pintores no solo delinean figuras de Buda, producto de su fe religiosa, sino que también reflejan la vida de cada uno.

El artículo será dividido en cinco partes, en las que se les presentará a los lectores la vida y búsqueda artística de estos pintores tibetanos.

------------El editor

La antropóloga Xue Ming.

 

DE los pintores tibetanos de Tang-ga no he conseguido una respuesta definida sobre lo material y lo espiritual, sobre lo tradicional y lo moderno, o sobre el valor de la vida. Sin embargo, esta investigación sin solución aparente me ha dado el mayor de los frutos. Ello significa aceptar los múltiples lados de las cosas y la imperfección de la vida. Esta aceptación no significa un autoengaño; por el contrario, es una búsqueda de la verdad, con una actitud que combina el valor y la modestia.

Fue el atardecer de una temprana primavera. Cuando levanté la cabeza, vi los rayos del sol penetrar en la tela de dibujo del pintor Lozang y reflejar la figura de Sakyamuni que él había trazado en el borrador fijado detrás de la tela. El sol le agregó al dibujo una radiación multicolor y, debido a las borrosas líneas dibujadas por el lápiz, la figura presentaba el efecto de volar por los aires. El tiempo parecía detenerse, un magnífico silencio reinaba en aquel instante y en el cuarto circulaba una corriente de divinidad y ternura.

Sin embargo, la escena es algo embarazosa porque en la elaboración de una pintura Tang-ga no se permite el uso del borrador. El artista lo hizo así con el fin de ahorrar tiempo y trabajo. Pero me conmovió profundamente esta pintura —la cual apenas se había iniciado y faltaba mucho para su conclusión—, pues me transmitió la verdad, la paz y la tranquilidad del mundo humano.

Un lazo a través de pinturas

Después de recorrer un delgado, profundo y tortuoso valle, el coche entró en un terreno espacioso y plano. Inmediatamente, la visión quedó clara y amplia: el cielo azul, las nubes ligeras y las rocas montañosas de color rojo contrastaban con las matas verdes. Al pie de las montañas se extendía el inmenso campo de trigo que presentaba un color dorado. Varios hilos de humo de fuego de cocina aparecieron por encima del bosque de abedules, en la orilla del río. En ese momento, no tuve ganas de continuar la charla con el chofer. Bajé la ventana y aspiré profundamente el aire del exterior. El olor es más difícil de conservar y reproducir, pero facilita el recuerdo. El aire estaba cargado de la fragancia del trigo y de las flores de colza, del olor de la tierra mezclada con el agua del río, del aroma de la quema de ramas de ciprés en el templo budista, así como del olor de la cerveza en los jóvenes tibetanos. Todo ese olor me resultaba muy familiar: el verano de Re-gong.

En el verano de 2009, mientras buscaba un sitio donde realizar mi investigación de campo para la tesis de doctorado, llegué a Re-gong, un lugar situado en el distrito de Tongren, provincia de Qinghai. En ese momento, se celebraba la ceremonia de ofrenda al Dios de las montañas, la cual se realiza cada junio. Los jóvenes locales me tradujeron el significado de Re-gong, no muy exacto pero suficientemente romántico: “Valle dorado, pueblo de ensueño”. Con la prisa de acudir a la ceremonia, dejé temporalmente mis equipajes en la casa de un joven pintor de Tang-ga. A partir de ese día, en su casa siempre hubo una porción de comida para mí, una antropóloga. Y de esta manera empecé un vínculo muy estrecho con los pintores que duró tres años.

En este valle dorado habitan personas que se han encargado, por generaciones, de retratar a los budas. En el Gran Diccionario Tibetano-Chino, la traducción de Tang-ga es “rollo de pintura”. A través de pinturas hechas con minerales y vegetales, los pintores de Tang-ga se dedican, generalmente, a representar cuentos sobre Buda, la historia y el hábito local, así como personajes célebres. En 2009, diversas expresiones del arte folclórico de Re-gong, como la pintura Tang-ga, el bordado duixiu y las figuritas de barro, fueron incluidas por la Unesco en la Lista de Patrimonios Culturales Intangibles de la Humanidad.

Alumnos que aprenden la técnica de Tang-ga en el colegio Longshu. Fotos cortesía de la autora

 

Muy parecidos a los artesanos errantes registrados por el reconocido antropólogo estadounidense de origen chino Qiao Jian en su libro Familias Yuehu, los pintores de Tang-ga suelen también salir de casa y realizar cortos viajes, a fin de realizar dibujos para los monasterios budistas y los creyentes.

Los pintores de Tang-ga cultivan con esmero el campo de trigo de su familia, mientras recorren con frecuencia otros pueblos. Pueden dibujar concentradamente a los budas y regatear el precio con los compradores en un mandarín estándar no muy fluido. Cada mañana, con mucha devoción, queman ramas de ciprés y ofrecen agua limpia ante las estatuas de Buda, pero también saben disfrutar de la comodidad y alboroto de la vida moderna. En estos tres años, mis amigos pintores me han permitido conocer sus creaciones artísticas, así como indagar, gradualmente, en sus vidas. Luego de conversaciones largas y profundas, han dejado de ser para mí seres anónimos ocultos en sus pinturas. Lo que sus pinceles lograron retratar no solo ha sido la figura de Buda, sino también su propia vida. (Continuará...)

*Xue Ming es candidata a un doctorado en Antropología, en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).