Zhang Xiaogang, el regreso del artista récord
Por SARA BORTOLETTO*
Zhang Xiaogang, más que un artista, un ícono del arte contemporáneo chino, reapareció el pasado 13 de diciembre, después de un año de silencio impuesto, para continuar con el proyecto trienal “Beijing Voice” en colaboración con la Pace Beijing Gallery. Vida, obra y secretos del artista chino más cotizado en el mundo, en una conversación desde el famoso Distrito Artístico 798 de Beijing.
El artista chino Zhang Xiaogang.
Zhang Xiaogang (ZXG):Creo que hay dos razones. La primera ha sido el cambio de siglo. China está afrontando en estos últimos años lo que en otros países demoró siglos. Este cambio ha tenido un alto costo. La rapidez de nuestro progreso nos está haciendo perder nuestros recuerdos. Es el precio que hemos pagado por alcanzar el sueño de una vida mejor. La segunda razón es mi propio carácter. No soy una persona a la que le guste mirar el futuro. A diferencia de muchos que se concentran en el progreso, a mí me gusta mirar el pasado. Solo observando mi pasado, mi historia, mi vida, mis placeres y mis pesares puedo vislumbrar cómo será mi futuro. Prefiero ver la vida como un vago recuerdo más que pensarla como una cruda realidad.
CH: Usted fue hospitalizado en 1984, una experiencia que lo llevó a pintar “The Ghost between black and white”, donde ofrece su visión sobre la vida y la muerte. ¿En qué cambia a un artista el contacto con la muerte?
ZXG:Hasta ahora no sé por qué estuve obsesionado con la muerte. Quizá porque mantuve un contacto frecuente con ella durante mi infancia. Estaba tan interesado que en la universidad le pedí a un amigo que estudiaba medicina que me hiciera ingresar secretamente a la morgue. Una vez me dijo que había los cuerpos de dos adolescentes que aún no habían sido tratados. Ninguno de los que me acompañó quiso entrar. Al final, me encontré solo con los dos cuerpos. No sabría describir exactamente todos los sentimientos que pasaron por mí en esos minutos: miedo, tristeza, pero también misterio. Mientras veía el rostro de dolor de la joven, me di cuenta del valor de la existencia y de qué cosa era realmente la muerte.
En aquel tiempo, los existencialistas, como Nietzsche y Sartre, así como diversos estudios religiosos y psicológicos, me habían llevado a considerar la vida como algo monótono y aburrido. Un interminable subir y bajar de la cama, en el que una vez muerto no quedaría nada, ni siquiera la cama. Para realizar “The Ghost between black and white” escribí mucho. Quería ser capaz de expresar con la pintura todos estos pensamientos. Solo comprendiendo qué cosa es la muerte, he podido entender el gran valor de la vida.
CH:En 1993 usted halló una colección de viejas fotos familiares de la época de la Gran Revolución Cultural y se sorprendió particularmente con una imagen de su madre. Si usted tuviera que pensar en una foto familiar de la China de hoy, ¿cómo sería?
ZXG: Es una pregunta realmente interesante. Seguramente no serían iguales. Debería ser una representación mucho más compleja. Las familias de hoy son individualistas y están concentradas en sí mismas, características que no existían en las familias que yo pinto. Las familias chinas de aquel tiempo (1950-1960) estaban más ligadas a los valores comunes, a la ideología, al Estado. Era obligatorio para ellos tener hijos. En el pasado, a menudo, los esposos se conocían gracias al empleador y no se encontraban hasta el momento de la ceremonia. Las familias modernas tienen otras razones: además de tener hijos, también está el amor, los motivos burocráticos o los económicos.
CH: En abril de 2011, su tríptico al óleo “Forever lasting love” se vendió en unos 10 millones de dólares, todo un récord para el arte contemporáneo chino. ¿Qué tanto influye el éxito económico? ¿Una obra millonaria enriquece o empobrece a un artista?
ZXG: Cuando comencé mi carrera no tenía muy claro el efecto del precio del mercado en el arte. El porqué un artista podía convertirse súbitamente en alguien bien pagado era una suerte de misterio. Pensaba que solo los artistas del pasado podían alcanzar tales cifras. Posteriormente comprendí que las casas de subastas no deben influir en mi obra artística. Por ello, creo que una relación sana con el mercado del arte enriquece a un artista. Si un artista se deja influir por las tendencias del mercado solo para vender más, como sucede a menudo, no tendrá futuro. Pero si está en capacidad de utilizarlo para desarrollar sus virtudes será una relación importante. Obtener un reconocimiento del mercado puede incentivar la vocación de un artista y ayudarlo a proseguir con su carrera.
CH: En un artículo del diario argentino La Nación, de julio pasado, se dice que, debido a sus problemas cardiacos, su médico le prohibió pintar más cuadros. La Nación, incluso, señala que “pintar le hace daño a su corazón”. ¿Qué significa ahora pintar para usted: una enfermedad o una cura?
ZXG: Creo que una cura. Aunque a veces no te haga sentir bien, la espiritualidad del arte puede ayudar al cuerpo. El consejo del médico fue que dejara de pintar durante un año. Y así lo hice. Durante un año no tuve un pincel en la mano, no hice exposiciones y he tratado de relajarme. De hecho, esta exposición, “Beijing Voice”, la hice también para ver cómo reaccionaba mi cuerpo y, sí, está mucho mejor. Este alejamiento de un año no había sido pensado. Fue una decisión que debía tomar. Sé que si no la hubiera tomado no habría podido nunca realizar esta exposición.
CH: La demanda de arte contemporáneo chino en el exterior está creciendo. Hasta hace unos años, la mayoría de coleccionistas eran occidentales, pero hoy los compradores asiáticos están aumentando. ¿Qué diferencias cree que hay entre los gustos de los compradores occidentales y los asiáticos?
ZXG: Ciertamente hay diferencia. Sobre la base de mi experiencia, los coleccionistas occidentales son mucho más apasionados por el arte. El coleccionismo en China aún está en ciernes. Es difícil saber cuántos ven al arte como un título accionarial más extravagante y cuántos están realmente apasionados. Personalmente preferiría que todos mis coleccionistas pudiesen apreciar mi obra, pero comprendo que eso es imposible.
Mi primer coleccionista estuvo en Inglaterra. Yo participaba en una exposición colectiva de la BBC en 1982 y alguien compró uno de mis cuadros. Hasta hoy no sé quién fue. Luego, un conocido japonés compró dos cuadros que me permitieron casarme. Me ayudó, pero desde aquella vez no lo he visto más. Mi primer coleccionista de verdad fue un español residente en Beijing, allá por 1989. Él sentía un verdadero fervor por mis cuadros. De todos modos, en los últimos años me he reunido aquí en Beijing con coleccionistas chinos apasionados. Esto me hace muy feliz porque significa que en China comienza a desarrollarse un coleccionismo más informado.
CH: A través de su producción artística se han visto también reflejados los cambios veloces en el país. Quisiera finalizar preguntándole ¿quién ha cambiado más: Zhang Xiaogang o China?
ZXG: China ha cambiado mucho más que yo. ¡Seguro! Zhang Xiaogang ha sido siempre el mismo. Quizá hoy un poco más viejo o con más carne. Por el contrario, me resulta difícil reconocer a la China de hoy. Cuando regreso a mi ciudad natal, Kunming, o a Chongqing, donde he trabajado diez años, no soy capaz de salir a pasear. Me pierdo. Parte de mis recuerdos han desaparecido. Las ciudades son todas iguales. China cambia y con ella están cambiando los chinos.
*Sara Bortoletto es una sinóloga residente en Beijing, especializada en arte chino y estudios de lengua y cultura de Asia Oriental.