22 de octubre de 2012. Espectáculo de Wushu en los exteriores del Templo Shaolin, en Dengfeng. CFP
22 de octubre de 2012. Espectáculo de Wushu en los exteriores del Templo Shaolin, en Dengfeng. CFP
A menudo, muchos de sus visitantes tienen una pregunta en la cabeza: ¿hay alguna diferencia o semejanza entre el Wushu y el Kung Fu? En diálogo con China Hoy, Li Shengfu, catedrático de la Facultad de Deportes de la Universidad de Henan, explica que Wushu es un término mucho más preciso que Kung Fu (Gongfu, en chino). Literalmente, Wushu significa “arte marcial”, mientras que el término Kung Fu –de uso muy extendido en Occidente– puede significar también “habilidad” (por ejemplo, un artista, un caligrafista o un periodista deben aspirar a tener un buen Kung Fu a la hora de ejercer su oficio). Debido a su gran fama, muchas escuelas en el extranjero todavía lo llaman Kung Fu Shaolin.
En ese sentido, y sin temor a exagerar, se puede decir que la historia del Wushu es también la historia de la civilización china, ya que sus primeros registros históricos datan de la dinastía Xia (2070-1600 a.e.c.), época en la que el Wushu comienza a estandarizarse. El Wushu Shaolin, propiamente dicho, fue creado por los monjes del Templo Shaolin durante la dinastía Wei del Norte (368-534). No obstante, cobró un inusitado auge en las décadas de 1960 y 1970, cuando aparecieron una serie de obras literarias y artísticas basadas en este arte marcial.
Sin embargo, fue la película El Templo Shaolin (1982) la que despertó el interés del mundo por esta disciplina. “Antes, la gente solo conocía el Shaolin Quan (el boxeo Shaolin), pero la película esparció el viento por todo el planeta. La difusión fue amplia porque el Wushu Shaolin cuenta con una larga historia. Por algo en China tenemos una frase que dice: Tian Xia Gong Fu Chu Shao Lin (Todos los tipos de Kung Fu provienen de Shaolin)”, añade Li Shengfu.
En 1988, el Wushu fue incluido oficialmente en los Juegos Asiáticos. Once años después, en 1999, la Federación Internacional de Artes Marciales fue reconocida por el Comité Olímpico Internacional (COI) como miembro de su federación de eventos individuales, lo que abrió el camino para una probable inclusión del Wu-shu en las justas olímpicas. De hecho, en agosto de 2007, el actual presidente del COI, Jacques Rogge, visitó Zhengzhou –la capital provincial de Henan– y el Templo Shaolin, donde manifestó que el Wushu chino representaba “la amistad y la armonía”.
Que comiencen los juegos
Por todo ello, no resulta una sorpresa saber que desde hace 21 años Henan es la sede del Festival Internacional de Wushu Shaolin, cuya novena edición se realizó este año en la ciudad de Zhengzhou, entre el 21 y 25 de octubre. Esta vez, la competición convocó a más de 1.500 deportistas de 73 países y regiones, lo que contrasta con la cifra de participantes de la primera edición en 1991: apenas 300. América Latina estuvo representada por Argentina, Brasil, Bolivia, Costa Rica, México, Cuba, Venezuela, entre otros. “El Festival no solo se ha vuelto más internacional, sino que esto se ha traducido en mayores ingresos económicos”, expresa Wang Liyan, de la Secretaría de Difusión de Zhengzhou, una ciudad de 74.462 km² (casi el doble de Suiza), de 9,10 millones de habitantes y con un nada desdeñable PIB de más de 400.000 millones de yuanes, registrado en 2010.
La ceremonia de inauguración en el Estadio Hanghai, en la que participaron más de 13.000 actores, fue una muestra de tradición, sincronía y disciplina. Entre los más entusiastas estaban los miles de niños de la reconocida escuela Shaolin Tagou, quienes maquillaron sus rostros con un polvo dorado (Youcai, en chino) como una forma de recordar a los “18 Hombres de Bronce”, una leyenda sobre los defensores del Templo Shaolin y que se popularizó gracias a la película homónima de 1976. Dicho sea de paso, solo en Dengfeng hay más de 100.000 alumnos de Wushu, la mayor cantidad en toda China.
Uno de ellos es Sun Peng, de apenas 12 años y quien lleva ya 4 años practicando el Wushu en la escuela Grupo de Monjes Guerreros del Templo Shaolin Songshan. Como muchos, Sun era un chico inquieto y travieso en casa, por lo que sus padres decidieron acercarlo al Wushu “para que pueda calmarme”. Sun Peng no solo obtuvo una medalla de oro en la especialidad de meihua dandao (sable), sino que afirma, con orgullo, que ahora es capaz de levantarse a las 5 de la mañana para entrenar y de no moverse en el salón de clases hasta por una hora.
Procedente del otro lado del mundo, el camerunés Tsopkeng Seraphin, de 24 años, llegó al Estadio Hanghai vistiendo una túnica gris y dispuesto no solo a competir, sino también a difundir los beneficios del Wushu. En conversación con China Hoy, Seraphin indicó que este arte marcial se está popularizando rápidamente en su país y en otros, como Ruanda. “Antes solía practicar el judo, pero encontré en el Wushu el mejor arte marcial, pues es muy bueno para el cuerpo y la mente. Clarifica todo lo que haces en la vida”, apunta.
Hay mujeres que son también seguidoras de esta disciplina. Ese es el caso de Bai Yueying, de 56 años y miembro de la Asociación de Wushu de Jilin, quien lleva ya 30 años vinculada con el Wushu Shaolin. “Antes sufría de insomnio, pero la práctica del Wushu lo solucionó”, dice esta señora, quien obtuvo una presea de oro en la especialidad de chunqiu dadao (otra variante del sable) y enseña hoy taijiquan a más de 30 alumnos. Una similar situación vivió Zhang Ligui, un hombre de 56 años, quien antes de practicar el Wushu sufría de una afección al estómago, pero que hoy disfruta de una vitalidad fruto de su destreza en las especialidades de quan (puño) y jian (espada). “El Wushu me ha rejuvenecido”, asegura.
Estas y otras historias pudieron conocerse en Zhengzhou durante aquellos días. El Wushu, practicado en todo el mundo por niños, jóvenes y adultos, es solo una muestra de cuán importante es el proverbio chino Xiu Shen Yang Xing (Cuidar el cuerpo y educar la mente). “Muchos creen que se trata solo de técnicas para pelear, pero la práctica del Wushu empieza por la mente”, recuerda la señora Bai Yueying, quien antes sufría de insomnio, pero que hoy sueña con el crecimiento del Wushu.