El nombre de Mo Yan no es extraño para el mundo. La película Sorgo rojo, dirigida por Zhang Yimou y basada en la obra homónima de Mo Yan, obtuvo el premio Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín en 1988. Dicho sea de paso, Mo Yan fue el guionista de aquel filme. Dentro de China es, sin duda, alguien muy influyente en el círculo literario. En 2007 encabezó el ranking de los más importantes escritores chinos. En 2011 recibió el premio Maodun, el máximo galardón de la literatura china, por su obra Rana.
Según Anna Gustafsson Chen, traductora al sueco de las obras de Mo Yan, es poco el peso de la literatura china en el mundo. El otorgamiento del premio Nobel a Mo Yan supone el triunfo de las letras chinas y no guarda relación alguna con la política.
“Las personas desde una visión humana”
El jurado del premio Nobel de Literatura señaló que el escritor chino ha sabido conjugar en sus obras “los cuentos populares, las historias y los elementos contemporáneos con un realismo alucinante”. Sin embargo, según Mo Yan, sus obras reflejan la vida de los chinos y dan a conocer la singular cultura folclórica del país. Al mismo tiempo, delinean a personas de diversos géneros. “He insistido en describir a las personas desde una visión humana; de este modo, mis obras han podido superar las diferencias geográficas, étnicas y sociales”.
Mo Yan nació en 1955, en el seno de una familia campesina de la aldea de Ping’an del distrito de Gaomi, provincia de Shandong. Nacido bajo el nombre de Guan Moye, Mo Yan se inspiró en su pueblo natal para crear un lugar llamado Dongbeixiang (Pueblo del Noreste) de Gaomi, que apareció en una obra escrita en 1985 y el cual utiliza, desde entonces, en todas sus historias. “Dongbeixiang tiene un mayor significado en mis novelas, pues con este pueblo he intentado representar en miniatura a la sociedad china”, ha sostenido. “Por ello, el material de mis historias se basa en lo que ocurre en China o en los países extranjeros, y los convierto en episodios que acontecen en Dongbeixiang, que solo existe en mis obras”.
Cuando Mo Yan terminó sus estudios primarios estalló la Gran Revolución Cultural (1966-1976). Su familia fue clasificada como campesina de clase media y surgieron algunas disputas con uno de sus profesores, incidentes que hicieron que el futuro novelista perdiera la ocasión de cursar la secundaria y comenzara a dedicarse a trabajos poco apropiados para un niño. Mientras descansaba de su ardua labor, a Mo Yan le gustaba mucho hablar consigo mismo, lo cual preocupó por un tiempo a sus padres y compañeros, quienes temían que el joven padeciera algún trastorno mental. He ahí el origen de su seudónimo Mo Yan, que en chino significa “no hables”, una sugerencia que se dio a sí mismo.
Mo Yan ha expresado con sinceridad cuáles fueron las razones que lo llevaron a la creación literaria. “Por una parte, tuve la intención utilitarista de mejorar mi vida. Por otra, sentí el impulso y el anhelo de escribir, tenía muchas palabras ocultas en mi mente”. Detalladamente, añade: “Sentía las ganas de contarles a los demás sobre mi vida y sobre las historias que conocía, pero de un modo artístico”.
Mo Yan se enroló en el Ejército en 1976. Por aquel entonces, ser militar era una profesión mucho más admirada y era el sueño de casi todos los jóvenes chinos. Aunque sus días en el Ejército transcurrieron con normalidad, Mo Yan nunca abandonó el sueño de escribir novelas. En 1981, en una publicación local, presentó el cuento corto Lluvia en una noche de primavera. La novela El rábano transparente, publicada en 1985, le granjeó la fama al joven que había sido admitido en la Facultad de Literatura de la Academia de Arte del Ejército Popular de Liberación. Durante más de 30 años, Mo Yan ha tenido una prolífica trayectoria al haber escrito más de cien novelas y cuentos.
En el prólogo de su nuevo libro Nuestro Jing Ke, su primera selección de obras teatrales, Mo Yan indica que durante decenas de años se dedicó a describir a los demás y al mundo exterior. Por lo tanto, esta es la primera vez que apunta hacia sí mismo y hacia su mundo interior “con lupa”, como asegura. “Hablar de mí mismo es una forma de hacerlo ante los demás”.
11 de octubre de 2012. Obras de Mo Yan en una librería de Estocolmo, Suecia.
“Mis creaciones están
muy relacionadas con mi pueblo natal”
En los últimos 30 años, las obras de Mo Yan han sido como una gran historia continuada que sucede en su imaginado Dongbeixiang. En Sorgo Rojo (1987), los protagonistas son “mi abuelo” y “mi abuela”; en Grandes pechos, amplias caderas (1996), son “mi papá” y “mi mamá”; mientras que en La vida y la muerte me están desgastando (2006), Mo Yan habla de lo que sucede con el hijo de estos y con su generación, todo escrito en primera persona. Los cambios en el campo chino de estos últimos 30 años están reflejados en las obras de Mo Yan. Ese típico rasgo chino fue también un motivo para adjudicarse el premio Nobel.
“Mis creaciones están estrechamente relacionadas con mi pueblo natal. Como todo el mundo sabe, Gaomi es un pueblo muy rico en arte folclórico. Las figuritas de barro, los papeles recortados y las pinturas de Año Nuevo acompañaron mi crecimiento, convirtiéndose en algo muy familiar para mí, los cuales han influido naturalmente en mis novelas y han determinado mi estilo literario”, manifestó Mo Yan al enterarse de que había ganado el Nobel. Los fantasmas, los duendes y los seres inmortales forman también parte del contenido de sus novelas, cuya fuente se encuentra en las leyendas que pasan de generación en generación en pueblos panteístas como el suyo. Según Zhang Yiwu, profesor de la Facultad de Chino de la Universidad de Beijing, las directas y abiertas expresiones literarias, así como los típicos signos culturales, han conseguido que las obras de Mo Yan tengan el carácter de “hecho en China”.
Xu Zidong, un investigador de Hong Kong, bromea al señalar que Mo Yan va con el gusto de la Academia Sueca, pues se trata de un escritor de estilo folclórico y un exponente del realismo y de la corriente de conciencia. Muchas de sus obras, desde El rábano transparente hasta Rana, tocan el tema de la Gran Revolución Cultural. Además, cuenta con excelentes traductores en el mundo anglófono, lo que le ha valido el respaldo de lectores en el exterior. Por su parte, Zhang Qinghua, catedrático de la Universidad Pedagógica de Beijing, sostiene –sobre la base de sus contactos con investigadores extranjeros durante su permanencia en Alemania– que Yu Hua y Mo Yan son dos de los escritores chinos más acogidos en Occidente. “El primero se acerca mucho al gusto de la literatura occidental, mientras que el segundo es más folclórico y local”, considera.
Efectivamente, la raíz espiritual de Mo Yan está profundamente arraigada a la cultura rural del norte de China. Aunque dejó su tierra al ingresar al Ejército, e incluso se estableció en Beijing a partir de 1997 al dejar la vida militar, Mo Yan nunca se ha considerado un hombre urbano y extraña mucho su pueblo natal y el estilo de vida tradicional. “En los edificios de la ciudad siempre molesta el bullicio de la calle”, se queja el escritor. En su terraza, en vez de plantarse flores en las macetas, se cultivan ajos y puerros, los condimentos favoritos de los campesinos de la provincia de Shandong.
“Hacer lo que debo hacer”
Los libros de Mo Yan se agotaron en las librerías y en Internet poco después de conocerse la obtención del Nobel, lo que ha servido para revivir la pasión de los chinos por la literatura pura. Mo Yan espera que esta pasión se traslade hacia toda la literatura contemporánea china. Actualmente, las lecturas rápidas constituyen lo más leído en China. El otorgamiento del premio Nobel a Mo Yan, sin duda, generará un mayor interés de los lectores por las novelas serias.
El costo por los derechos de adaptación de las novelas de Mo Yan para el cine y la televisión también se ha incrementado. En realidad, sus obras siempre han sido muy seguidas por los directores de cine. Además de Sorgo Rojo, dos novelas suyas fueron llevadas a la pantalla grande: Shifu, harías cualquier cosa por divertirte (1997), con el nombre de Tiempos felices (2000) por el director Zhang Yimou, y Columpio del perro blanco, bajo el título de Nuan (2003) por el director Huo Jianqi, los cuales fueron premiados a nivel nacional y en el Festival de Tokio.
Pese a todo lo que sucede a su alrededor, Mo Yan sigue conservando su laconismo y su seriedad. “El Nobel ha sido un gran impulso para mí, pero deseo que todo pase rápidamente. Una vez que me libere de todo este alboroto, podré hacer lo que debo hacer”, ha manifestado.
Mo Yan se encuentra planeando tres obras: una trama de ópera, una obra teatral y una novela. “La ópera es sobre una leyenda; la obra teatral, sobre un cuento que ocurre en el extranjero; mientras que la novela, por supuesto, sobre algo que sucede en el pueblo de Dongbeixiang, como siempre”.