Por CHEN JUN
Por CHEN JUN
La Oveja Alegre y el Lobo Gris, los personajes más representativos de la serie de animación homónima creada en China, han cautivado a millones de niños en el país, y sus aventuras –cargadas de humor– han pasado de la televisión al DVD y a los libros. Una muestra de su gran popularidad es el hecho de que el volumen de ventas de sus más de 200 publicaciones ha sobrepasado ya los 15 millones de ejemplares.
La Compañía de Entretenimiento Poder Creativo (CPE, por sus siglas en inglés), productora de la referida serie animada, se encuentra en la provincia de Guandong, y desde el año 2009 ha comenzado a producir películas sobre historias adaptadas de la serie, las cuales han sido presentadas durante la Fiesta de la Primavera de los tres últimos años. Las tres películas han generado una impresionante taquilla, mientras que la cuarta fue estrenada el pasado 12 de enero. Es más, Disney ha llegado a un acuerdo con la CPE para promover y difundir los 100 episodios más recientes de la serie en 52 países y regiones del Asia-Pacífico. Según algunos cálculos, el valor en el mercado de La oveja alegre y el lobo gris ha superado los 1.000 millones de yuanes, lo que los ha convertido en los personajes de animación más rentables de la historia china.
Los grandes éxitos de esta serie demuestran el enorme potencial del sector de animación en China.
Años de veloz desarrollo
Wan Laiming y sus tres hermanos produjeron en 1922 la primera animación china que apareció en la gran pantalla: un anuncio de la máquina de escribir Shuzhendong. Sin embargo, sólo en estos últimos años la industria de la animación china ha podido ingresar a un periodo de vertiginoso desarrollo.
Gracias a las medidas administrativas adoptadas por el Gobierno, China intensificó su enfoque en 2004, año que marcó un hito en el desarrollo de este sector, pues en el mes de julio China logró establecer su primera base de animación y juegos electrónicos en Shanghai. A finales de 2004, tres canales de dibujos animados de Beijing, Shanghai y Hunan comenzaron a transmitir programas vía satélite. El Gobierno, asimismo, ordenó el establecimiento de nueve bases de producción de animaciones y cuatro bases de docencia e investigación en todo el país. A partir de 2005 ha tenido lugar en Hangzhou, capital de la provincia de Zhejiang, el Festival Internacional de Dibujos Animados, que ya ha tenido siete ediciones.
En 2008, el Gobierno Central destinó 7 millones de yuanes para incentivar la creación de más animaciones. Posteriormente, el fondo se duplicó y ha financiado ya más de 100 proyectos de largometrajes de dibujos animados, así como de animaciones en Internet y telefonía móvil.
En vista de que las autoridades centrales le otorgaron a la industria de la cultura un carácter estratégico y un valor como pilar de la nación, la producción de animaciones chinas ha tenido un desarrollo mucho más rápido y presenta mejores perspectivas como industria orientada al mercado. Está, a su vez, a la vanguardia del comercio cultural de China en términos de industrialización y de operación transectorial.
De acuerdo con el Informe del Desarrollo de la Industria de la Animación de China, publicado por la Academia de Ciencias Sociales de China en 2011, el país produjo 220.000 minutos de dibujos animados el año anterior, incluyendo 16 películas animadas. De esta manera, China superó a Japón como el mayor productor de animaciones en el mundo.
Calidad más que cantidad
Se calcula que en el futuro la demanda del mercado de animación chino será de 1,8 millones de minutos, aunque la producción china no ocupa una porción satisfactoria en el mercado. Más aún, el cine, el celular, el Internet, la televisión y otros servicios digitales han generado una alta necesidad por la producción de dibujos animados. Sin embargo, el mejor aprovechamiento de un enorme mercado se basa en la calidad y no en la cantidad. Ya lo ha comentado Cai Daming, director del Centro de Servicio de la Base Nacional de la Industria de Animación de Shenzhen: “Japón produce constantemente animaciones de alta calidad, pero casi no hay nada que llame la atención en las películas y series de animación producidas por China, por más que hayan sumado 220.000 minutos al año”.
Muchos de los que acudieron al VII Festival Internacional de Dibujos Animados de China, celebrado en Hangzhou en mayo de 2011, expresaron que, entre las innumerables animaciones que se produjeron en las pasadas décadas, sólo recordaban personajes clásicos, como el Rey Mono, el Detective Gato Negro y Huluwa. La oveja alegre y el lobo gris parece ser la única producción reciente que ha logrado conquistar verdaderamente al público. Por el contrario, muchas animaciones japonesas, como Detective Conan, Chibi Maruko-chan y Doraemon, son de primer nivel y mantienen “hechizados” a los niños por años; mientras que otras series japonesas, como One Piece y Naruto, gozan también de mucha preferencia entre los adultos.
Los expertos en el sector han criticado Los sueños de Jinsha, la primera película animada china nominada al Óscar y la más cara en términos de costo de producción, por los descuidos en su trama.
La falta de originalidad es el talón de Aquiles de las animaciones nacionales. Muchas de las consideradas obras originales no son más que copias de las animaciones japonesas, coreanas o estadounidenses, ya sea en imágenes, guiones e, incluso, en el modo de hablar.
Basado en la historia de la heroína Hua Mulan –muy conocida entre los chinos–, Disney logró producir un éxito de taquilla. DreamWorks, luego de apelar al animal nacional de China y a una de sus tradiciones culturales más apreciadas en el mundo, creó Kung Fu Panda en 2008. Ambos ejemplos muestran que la originalidad y la calidad son claves para que la industria de animación china obtenga un potencial espacio de desarrollo.
Integración de recursos
China podrá ser el mayor productor de animaciones en el mundo, pero en comparación con potencias del sector, como Estados Unidos y Japón, tiene todavía un largo camino por recorrer. Las productoras –aún dispersas y pequeñas– no han madurado lo suficiente como para elaborar obras maestras.
China cuenta actualmente con más de 10.000 empresas que realizan decenas de miles de productos en animación y servicios afines. Sin embargo, dentro de este vasto grupo, apenas 24 compañías reportan un valor anual de producción de más de 30 millones de yuanes, y sólo 13 superan los 100 millones de yuanes.
“Como el 90% de las empresas de animación chinas son pequeñas y están dispersas, no cuentan con la posibilidad de llevar a cabo adecuadas investigaciones para crear productos más competitivos”, considera Li Yang, vicepresidente de China ACG Group, grupo empresarial estatal del sector de animación.
La carencia de compañías influyentes y de productores creativos, así como las limitaciones en el apoyo gubernamental, el capital y el personal de talento han generado que la industria de la animación china empiece a integrar y unir recursos.
“China debe establecer el objetivo de realizar grandes producciones en animación para que la industria sea más competitiva”, sugiere Song Qihui, jefa de la Sección de Animación del Departamento de Marketing del Ministerio de Cultura de China. Para ella, la animación es un proceso integral y compuesto. Cada fase, desde la creación hasta su distribución final, cubre industrias tradicionales como publicaciones, prendas de vestir y juguetes, así como industrias renovadas como la creación y el diseño y los videojuegos.
Desde hace unos años, China se ha esforzado en integrar los recursos de animación propios del sector. La creación del Parque de Productos Derivados de la Industria de Animación de Shanghai, el primero de su tipo en China, representa una incursión en tales esfuerzos. Desde finales de septiembre de 2011, 177 empresas han ido estableciendo operaciones en este parque.
En septiembre de 2009, Alpha Animation debutó en el mercado bursátil de acciones A, en el rubro de las pyme, convirtiéndose así en la primera compañía de animación en cotizar. La animación y producción de juguetes constituyen una fuente combinada de ganancias para la empresa. La relación entre ambas promueve e incentiva la producción de películas y programas televisivos, así como otros productos derivados.