Por WANG XINYI
El salón se vuelve a calentar
“Fue lamentable, pero también una gran sorpresa para mí”, responde todavía con cierta inquietud Ye Xiaolin, estudiante universitario de Shanghai, al recordar el viaje que realizó a Beijing para asistir a un salón cultural.
Ye se había informado a través de Internet de que, durante la Fiesta del Medio Otoño, se celebraría en la capital el “Salón Cultural Anual 2011 de Utopía”. Sin embargo, cuando llegó a la puerta del Centro de Artes de Beijing, cerca de la Plaza Tian’anmen, a las 7 de la mañana de un día lluvioso, se percató de que había una larga fila. Rápidamente llegó la noticia de que se habían agotado las entradas. Los organizadores de la Editorial de la Universidad Pedagógica de Guangxi no habían previsto tal acogida.
El escritor Liu Zhenyun y Li Jingze, redactor en jefe de la revista Literatura del Pueblo, en un salón cultural de One Way Street Library. CFP
El domingo por la tarde, One Way Street Library, una librería de dos pisos ubicada en el Solana Lifestyle Shopping Park, un centro comercial del este de Beijing, lucía repleta de personas y muchos tuvieron que permanecer de pie, ante la falta de asientos. El salón cultural se inició a las 3 de la tarde y no pocos habían aguardado ahí por más de 2 horas.
Además de One Way Street Library, el Centro Ullens para el Arte Contemporáneo 798 (UCCA 798, siglas en inglés), el Lady Book Saloon y el Tends Lounge de Beijing, el Dupin y el Salon des Arts de Shanghai, y la librería Tangning de Guangzhou se han vuelto sedes muy conocidas de todo tipo de salón cultural.
¿Diálogo o moda?
Beijing es hoy la ciudad más dinámica en cuanto a salones culturales. Si usted busca la palabra “salón cultural” en Internet, descubrirá que cerca de cien de ellos se realizan en esta ciudad cada fin de semana. Estas actividades se han convertido en uno de los medios que aplican las librerías y cafeterías para atraer más clientes y, a su vez, se ha vuelto una suerte de moda entre los jóvenes.
La mayoría de los que participan en estos salones ha nacido después de 1980. Se trata, sobre todo, de estudiantes universitarios. Por supuesto, también puede observarse a personas mayores e, incluso, a ancianos de cabello cano, quienes suelen escuchar y tomar apuntes concienzudamente.
Hace varios años estuvo muy en boga la “Gran Aula”, donde, por lo general, se invitaba a un reconocido académico a impartir clases públicas o a pronunciar discursos. Las más acogidas fueron las clases sobre obras clásicas de China, que llegaron a ser transmitidas por televisión y cuyos disertadores se volvieron famosos. Wu Yanping, iniciador de los salones culturales en la librería One Way Street Library, cree que la “igualdad” es la diferencia radical entre el “Salón Cultural” y la “Gran Aula”: en el salón no hay maestros ni disertadores sobre una plataforma elevada y todos llegan con una actitud de discusión y de intercambio; los participantes dejan de ser simples espectadores y se vuelven dialogantes.
Liu Yuansheng, propietaria de San Wei Shu Wu, la librería donde se realizaron los primeros salones culturales en Beijing, opina que el espíritu del salón es el diálogo. “En esta plataforma de intercambio público, no hay una voz aplastante que preconiza. Por el contrario, se promueve la aparición de diferentes voces”, asegura.
Sin embargo, hay quienes son muy suspicaces y creen que estas actividades culturales son, más bien, una representación artística, en la que los invitados y el público joven tienen una relación como de ídolo a fans, en la que escasean el diálogo sincero y el intercambio.
Atmósfera de idealismo
Wang Baohua, empleado de una compañía financiera, frecuenta los salones de la librería One Way Street Library los fines de semana. Según él, lo que le atrae es su atmósfera de idealismo. “El tema no siempre es atractivo para mí, pero la atmósfera me conmueve, me trae muchas cosas a la memoria y me inspira nuevos pensamientos”.
No obstante, Wang advierte que, como asiduo visitante de estos salones culturales, “descubro que muchos jóvenes no vienen a participar ni a oír la discusión, sino que vienen a ver estrellas. Para ellos, es más excitante tomarse una foto con el invitado que conocer cuáles son sus opiniones. Las preguntas que ellos formulan rara vez están relacionadas con el tema y son muy extrañas, lo que a menudo genera confusión en el invitado”.
El salón cultural, obviamente, debería tener un carácter más reflexivo y dialogante. Sin embargo, en tiempos de excesiva información y en los que la fama y el lucro se han vuelto objetivos de vida, resulta, al menos, un buen fenómeno que los jóvenes ingresen en una librería y escuchen a los eruditos.
Historia y futuro
La palabra “salón” tiene su origen en el idioma francés y se refiere a la reunión entre amigos para conversar libremente sobre cualquier tema, como literatura, arte, filosofía, entre otros. En la antigüedad, los literatos chinos participaban también con frecuencia en tertulias y charlas de este tipo.
Pero el primer apogeo del salón cultural en China ocurrió en la década de los 30 del siglo pasado, cuando se popularizó entre los intelectuales que habían podido estudiar en el extranjero. La Reunión del Sábado, celebrada en la casa de Liang Sicheng, famoso arquitecto chino, fue el salón cultural más conocido de aquel entonces, en donde se veían a menudo a Xu Zhimo, Jin Yuelin, Zhang Xiruo, Hu Shi, Shen Congwen y otros sobresalientes literatos. Fei Zhengqing (John King Fairbank) y su esposa Fei Weimei (Wilma Canon Fairbank), académicos visitantes de EE.UU., acudieron ahí muchas veces. La Reunión de Lectura de Poesías, en la casa del esteta Zhu Guang-qian, también era muy conocida.
La cultura del salón tuvo otro apogeo en los años 80, después de la aplicación de la política de reforma y apertura al exterior, que propició el ingreso de numerosas corrientes de pensamientos occidentales a China, las cuales generaron una profunda reflexión sobre la cultura tradicional del país. Muchos académicos e intelectuales recuerdan siempre con cariño la atmósfera idealista de aquella época. Como señala un escritor en su libro: “Era la época en la que los amigos se sentaban a hablar de literatura toda la noche, o pasaban juntos una y otra noche viendo películas y bebiendo cerveza”.
A diferencia de las dos olas pasadas, el salón de hoy en día no se limita al círculo de élites de la sociedad, sino que se ha vuelto más popular y comercial. Xu Zhiyuan, uno de los propietarios de la librería One Way Street Library, cree que los jóvenes que vienen a menudo a las reuniones de salón “no forman parte de la élite de la sociedad, pero muy probablemente lo serán en un futuro no lejano”.
Al igual que muchas otras librerías privadas, One Way Street Library se enfrentó al desafío de sobrevivir. Luego de realizar el 229° salón cultural, y debido al apuro económico, se vio obligado a mudar de sede a una esquina del Solana Lifestyle Shopping Park, cuya arquitectura de estilo europeo realzó, sin haberlo previsto, sus actividades de salón. Más y más literatos conocidos fueron invitados, los cuales fueron atrayendo a numerosos interesados hasta que ocurrió el fenómeno descrito al comienzo de este artículo, con los dos pisos de la librería repletos de personas. El Solana Lifestyle Shopping Park decidió llamar “Zuo An” a la calle donde se ubica la librería One Way Street Library. “Zuo An” quiere decir “margen izquierda” en chino, una referencia a la margen izquierda del río Sena de París, lo que refleja, tal vez, su deseo de desarrollar una verdadera atmósfera cultural en medio de un centro comercial.