La Ciudad Prohibida, una mina de escándalos
Nuevos escándalos sacuden los muros rojos del antiguo Palacio Imperial de Pekín: la subasta de obras de caligrafía de la dinastía Song y un episodio de chantaje entorno al reparto del dinero de las entradas entre los guardias de seguridad del recinto, en connivencia con algunos guías turísticos.
(SPANISH.CHINA.ORG.CN) – La Ciudad Prohibida de Pekín vuelve por enésima vez a estar en el ojo del huracán. El periódico pekinés ‘Zhongguo Qingnian Bao’ informó de que el museo del Palacio Imperial subastó cinco piezas de caligrafía antigua de sus fondos, una acusación que la dirección del Palacio niega. Junto a este escándalo, se ha revelado también otro episodio sobre el reparto del dinero de las entradas de turistas entre los guardias de seguridad del recinto, en connivencia con algunos guías turísticos.
Sobre la venta de antigüedades, según la respuesta publicada por la dirección del Palacio Imperial, las obras de caligrafía, de la dinastía Song (960-1279), no fueron adquiridas por el museo porque los fondos para su compra no fueron proporcionados ni aprobados por los departamentos superiores, por lo que el museo no pudo contar en sus fondos con dichas obras.
A pesar de las explicaciones oficiales, la reputación del museo ya está bajo cuestión, después de una serie de escándalos e incidentes vergonzosos. En julio, la capacidad de gestión del museo fue puesta en duda después de que una pieza única de porcelana de la dinastía Song quedara rota durante una investigación científica.
El incidente más reciente acusaba a la dirección del museo de gastar 100 mil yuanes (15.460 dólares) en cubrir un escándalo en el año 2009 relativo a la apropiación del dinero de las entradas del Palacio Imperial por parte de los guardias de seguridad del recinto.
La web de la revista Caing.com informó ayer miércoles, citando fuentes anónimas, que algunos guías llevaban a turistas al interior del Palacio Imperial sin comprar las entradas en la puerta, para posteriormente repartirse el dinero que cobraban a dichos turistas con los guardias de seguridad del museo.
Un miembro del personal del recinto descubrió la trama en 2009 y supuestamente amenazó con revelarlo si no se le pagaban 20 mil yuanes por su silencio. La dirección del museo, en vez de denunciar el caso a la policía, envió a un funcionario a negociar con el chantajista y ofreció 100 mil yuanes (15.460 dólares) que salieron del departamento de finanzas del museo. El episodio se saldó con el despido de uno de los empleados del monumento.
Sin embargo, el portavoz del museo, Chang Lingxing, afirma que no hay pruebas de que la dirección del monumento fuera chantajeada entorno al caso del reparto de beneficios de las entradas. “Cooperamos con la policía en aquel caso. Las insinuaciones de que había dinero de un chantaje de por medio no son más que un rumor”, afirmó Chang, quien no dio más detalles pero sí reconoció que hubo un trabajador del museo envuelto en la trama.
Según Caing, el Ministerio de Finanzas chino publicará el presupuesto y la lista de gastos de la institución museística, pero no aclara cuándo. Según Cheng, “todos los beneficios por las entradas van a parar al Ministerio de Finanzas y todo se dedica a la protección del patrimonio cultural”.
Un museo de primer nivel con un personal de tercera
Numerosos expertos en patrimonio cultural han puesto el grito en el cielo por el grave deterioro de la reputación de uno de los más importantes monumentos de China y del mundo, que debería ser un modelo de gestión del patrimonio en todo el país.
Mao Xiaohu, experto pekinés en porcelana antigua, opina que incidentes como el de la pieza rota “revelan la pobre capacidad de gestión” del museo del Palacio Imperial, que se encuentra “tan atrasado que no puede mantenerse al nivel del desarrollo social”. Mao denuncia en concreto la falta de transparencia en su gestión interna, que permitió que algunos de los últimos escándalos no fueran dados a conocer hasta mucho tiempo después.
El experto también denuncia que los miembros del personal del museo no son profesionales del patrimonio cultural y carecen de formación. Shen Wangshu, de la Academia de Ciencias Sociales de Pekín, consultado por ‘Global Times’, se muestra de acuerdo: “en mi opinión, un profesional debería estar obsesionado con las piezas y poner todo su empeño en protegerlas. Debería dominar conocimientos profesionales sobre las piezas históricas y tener la capacidad de apreciarlas”.