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2013-October-29 16:43

XII Concurso Mundial Universitario Puente Chino Del otro lado del puente

Por PEDRO LAGO

 
 
Entre los 15 finalistas, Alonso Quijano (extremo derecho) fue el único hispanohablante. Foto Cortesía de Alonso
 
 

APRENDER chino es un reto permanente cuando se está en la nación más poblada del mundo. No saber el idioma más hablado del planeta te mantiene al margen de más del 70 % de lo que sucede a tu alrededor.

En la XII edición del Concurso Universitario Mundial Puente Chino participaron 123 jóvenes de 77 países. Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, México y República Dominicana fueron las naciones latinoamericanas que estuvieron representadas.

 
Mayrett Sierra, en China, mientras participaba en el concurso. Foto cortesía de Mayrett

China Hoy conversó con Alonso Quijano, de Ecuador; Leonardo Acevedo, de Argentina; Mayrett Sierra, de República Dominicana; y Eduardo Sebastián Alarcón, de México; que, desde este 2013, integran la lista que supera los 300 mil estudiantes de más de 80 países que han participado en el Puente Chino, durante sus 12 años.

 
Eduardo Sebastián Alarcón (der.) en la Gran Muralla. Foto cortesía de Eduardo

Descubrir el puente

“La ocarina del tiempo”, saga del videojuego “La leyenda de Zelda”, le mostró a Alonso Quijano la ocarina, una flauta de cerámica. Cuando muchos creían que era un instrumento virtual, “me puse a averiguar y encontré que se trataba de un instrumento musical con muchos adeptos en la parte continental de China, Taiwan y Japón”, explica. Cuando se inscribió en la carrera de Economía, Alonso Quijano se matriculó también en el Instituto Confucio. Después de unos meses, obtuvo una beca para estudiar chino en Beijing.

En el caso de Leonardo Acevedo, otro concursante, su guitarra fue el instrumento. Con 14 años, Leonardo enseñaba a su amigo taiwanés a tocarla, al tiempo que el asiático le enseñaba su idioma. Con 18, comenzó a estudiar en una escuela taiwanesa del barrio chino de Buenos Aires, donde cursó dos años. Luego fue a otra escuela en la misma capital argentina y después viajó a Taiwan. Estudió mandarín un año y una carrera universitaria durante cuatro.

Para Mayrett Sierra, de República Dominicana, la idea de estudiar chino le llegó por su padre. Así comenzó su vínculo con la nación asiática. Recuerda que en su país era inimaginable para muchos el impacto que tendría China. “Investigué. Era un campo totalmente desconocido para mí. Siempre me ha gustado marcar la diferencia en todo lo que hago, así que decidí adentrarme en este maravilloso mundo asiático”. Desde 2011, en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), aprende el chino mandarín.

Por su lado, Eduardo Sebastián Alarcón tenía ocho o nueve años cuando vio en la televisión mexicana el programa La palabra china para…, en el que contaban un cuento animado sobre un carácter chino. “Quedé fascinado, a tal grado que un vecino mío me regaló, en mi cumpleaños, un libro para aprender a escribir ideogramas”. Entonces, nació el deseo de aprender chino que se volvió realidad hace tres años, cuando empezó a estudiar el idioma en el Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Cruzando el puente

Representar a México en alguna competencia internacional, el sueño de niño de Eduardo, fue el deseo que lo hizo perseverar, luego de quedar eliminado en la preselección de su universidad para la 11ª edición del Puente Chino. “Me estuve preparando todo un semestre, sobre todo en la pronunciación. Ya en la final mexicana de este año, me preparé con una profesora china, al grado de ser expulsado de un laboratorio donde llevaba a cabo mi tesis. Cuando obtuve el segundo lugar y la seguridad de representar a México, sentí que todo había valido la pena”.

A pesar de que la presión con la que se compitió y la división de los concursantes por continente no le agradaron mucho, Eduardo afirma que pasó las mejores semanas de su vida, las cuales quisiera volver a vivir. “Gracias a hablar varios idiomas pude hacer muchas amistades y, sobre todo, poner en alto el nombre de México y mostrar que detrás de un país con problemas sociales, políticos, económicos y de violencia, está un México alegre, que sabe ser amigo de todos”.

Otra historia de perseverancia para participar en el Puente Chino es la de Mayrett. En 2011 no pudo participar por otros compromisos; en 2012, quedó en segundo lugar, por lo que no vino a China; y a la tercera fue la vencida. “Considero que ya tengo amigos en el mundo entero gracias al Puente Chino. Fue un poco tedioso adaptarse al ‘sistema chino’, ya que no estamos acostumbrados a tanta presión. Lo pudimos sobrellevar porque estábamos juntos, por lo que, a pesar de todo, no fue malo”.

Mayrett regresó a República Dominicana con deseos de perfeccionarse en el idioma, “ya que estudio Negocios Internacionales y el chino va de la mano por el impacto de la globalización en estos días. Me encantaría que existiera un Instituto Confucio en la República Dominicana, ya que ofrece muchas ventajas y oportunidades. Trabajaré para eso”.

Además de conocer muchos amigos de todos los continentes, Leonardo quedó marcado por ver cómo se graba un programa de televisión, que agota, reconoce, pero resulta interesante. “Creo que el primer premio de cualquier competencia lo ganás antes de competir. Está en todas las cosas que aprendés en el camino”.

“A mí me fascinan los idiomas. Mi primera relación con esta cultura vino de mano de los caracteres chinos. Hoy me interesan más la música tradicional y la pintura”. Tranquilo, en su Buenos Aires querido, Leonardo asegura que el Puente Chino le dejó recuerdos inolvidables. “Creo que aprendí mucho de la experiencia, pero no la repetiría. Es hora de buscar otro tipo de desafíos”.

Alonso Quijano venció la primera eliminatoria, en la que quedaron 30 concursantes, de los 92 que participaron. En la segunda, que consistía en un examen escrito y un discurso de 90 segundos, quedó entre los 15 triunfadores. El equipo de su continente perdió en la tercera ronda y, entonces, le tocó competir con un estadounidense. En ese punto, cuando fue derrotado, ya se había ubicado como el mejor latinoamericano en el Puente Chino de 2013.

“Nunca pensé que llegaría tan lejos. Incluso, es la primera vez que Ecuador participa y lo pudo hacer mejor que cualquier otro país de Latinoamérica. Yo creo que este concurso me ayudó a descubrir fortalezas que no sabía que tenía, al igual que debilidades. Me gustó mucho la experiencia, pero no la quisiera repetir, por lo menos, en un largo tiempo. Nunca viví un mes tan agotador. Bajé bastante de peso e, incluso, me enfermé”.

Por tanto esfuerzo con tan buenos resultados, Alonso ganó una beca por un año para estudiar chino en cualquier universidad de la nación asiática que tenga convenio con el Instituto Confucio, con el pago del boleto de ida y vuelta incluido.

Aprender chino es uno de los principales retos que enfrentamos los extranjeros que venimos a China. Acaso por ese motivo es que para Leonardo Acevedo resulta un “enigma fascinante”. Es “pasado, presente y futuro” para Mayrett Sierra y Eduardo Sebastián la define como “una cultura tan cercana como lejana, una dama tan anciana como joven”.

Ese puente, milenario y desafiante, que es el idioma chino, nos invita a cruzar muchos años de estereotipos y prejuicios, y acceder a la esencia de la cultura china. Leonardo, Mayrett, Eduardo y Alonso ya lo han pasado y esperan, junto con muchos más de este mundo, que lleguemos al otro lado.

 

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