Jia Zhangke y sus huellas cinematográficas
Cartel de Sanxia Haoren. CFP
EN el 66° Festival de Cannes, celebrado a finales de mayo pasado, Jia Zhangke ganó el Premio al Mejor Guión con A Touch of Sin.
En su séptima película, el cineasta chino relata cuatro muertes, entre suicidios y asesinatos, ocurridas en regiones de Shanxi, Chongqing, Hubei y Guangdong. Siguiendo el estilo de Jia Zhangke, la cinta centra la atención en la clase social más humilde, mostrando el sueño, la lucha y los esfuerzos de los trabajadores de la clase social ínfima en el proceso de urbanización.
“Espero que los espectadores chinos, al volver al cine, se familiaricen nuevamente con esas historias que han sido olvidadas por nosotros”, dice, con total franqueza, el cineasta.
Cartel de Sanxia Haoren. CFP
Frente a la realidad
A Touch of Sin muestra la fisonomía moderna de China, tanto en la concepción del personaje principal, como en las escenas y en su música. La historia que sucede en Shanxi cuenta que el protagonista, encarnado por Jiang Wu, pretende denunciar a los poderosos de la aldea, pero al darse cuenta de que no sirve para nada, toma su escopeta. En Chongqing, el “trabajador campesino”, interpretado por Wang Baoqiang, envía dinero a su familia, de vez en vez, luego de matar y saquear. Para cambiar su pistola por una mejor, planea ir a Myanmar. El personaje del otro relato es una recepcionista de una sauna de Hubei, amante de un rico cantonés. Un día, la joven rechazó la petición de un cliente para que se mostrara desnuda y fue golpeada por él. Sin otro remedio, sacó una cuchilla de su bolsa. En el último cuento, que tiene lugar en Dongguan, Guangdong, un joven, desempeñado por Luo Lanshan, cambia frecuentemente de trabajo. Tras terminar una relación, vuelve a la fábrica en la que trabajaba. Pero, las adversidades de la vida cotidiana lo llevaron a tomar la decisión de lanzarse del balcón del dormitorio de la fábrica. Personajes e historias como las de la película se pueden encontrar en la vida cotidiana.
El director ha confesado que su guión está muy influenciado por los microblogs, ya que la inspiración le viene de los acontecimientos más debatidos en la red, lo que significa “seguir el ritmo de la época. En los últimos tres años, sigo dándole importancia a episodios extremos de la vida cotidiana que me generan inquietud”, afirma el cineasta. “¿Por qué una persona normal se vuelve loca en un instante? Ahí empiezo a descubrir la teatralidad que se esconde detrás del destino de esos protagonistas, que me remite a las películas tradicionales de Kung Fu, de las que uso el estilo para terminar en una obra con argumento moderno”.
A la opinión de que la conexión entre los cuatro cuentos es muy débil y la película parece más una serie de obras cortas, el director responde: “No tengo interés en hacer una película con un protagonista fijo, pues vivo en una sociedad donde todos estamos interconectados”. Para Jia, A Touch of Sin no está constituida por cuatro historias, sino por un solo cuento con cuatro protagonistas.
Jia Zhangke reconoce que la película marca un cambio en su estilo. Excepto con la comedia, a él le gusta probar con diferentes géneros, incluidos artes marciales y musicales. Al recibir el premio, expresó: “espero que mi obra traiga cambios para China que no solo se refieren a la libertad de expresión. Lo más importante es que los cuentos que relatamos impulsen un constante progreso social”.
De Xiao Wu a Sanxia Haoren
A Jian Zhangke, nacido en 1970 en la provincia de Shanxi, le despertó gran interés La tierra amarilla (Yellow Earth), dirigida por Chen Kaige. En 1993, con 23 años de edad, fue admitido por la facultad de literatura de la Academia de Cine de Beijing.
Aunque su carrera no era dirección, para cumplir su sueño, organizó el “grupo de jóvenes cineastas”, iniciando sus prácticas en la universidad. La primera obra que dirigió fue Xiaoshan regresa a casa, en 1995. Con la cinta de 57 minutos de duración ganó el Gallo de oro al mejor cortometraje y al mejor argumento en el Festival de Cine de Hong Kong de 1996. Su éxito le dio la oportunidad de filmar Xiao Wu, que lo lanzó a la fama.
La historia del “artesano” Xiao Wu muestra lo difícil que resulta ganarse la vida. A medida que avanza la trama, Xiao Wu pierde, primero, las amistades, luego el amor y el afecto familiar, y finalmente se pierde a él mismo. La ansiedad de la sociedad y el caos sentimental caracterizan la cinta que tuvo muy buena acogida internacional, cosechando ocho premios internacionales incluidos el Netpac y el Wolfgang Staudte en el 48º Festival de Berlín. Jia Zhangke se volvió famoso de la noche a la mañana. Un medio francés comentó que Xiao Wu se había liberado de lo que habitualmente mostraban las películas chinas y era un símbolo del renacimiento y la vitalidad del cine chino.
Luego, las obras de Jia Zhangke vinieron una tras otra: Plataforma (Zhantai), Placeres desconocidos (Renxiaoyao) y El mundo (Shijie). Plataforma y Placeres desconocidos, por los polémicos temas críticos que abordaron, considerados no apropiados para el mercado chino, no se proyectaron públicamente. El mundo, filmada en 2004, fue su primera película después de cancelarse la prohibición de proyección. En el estreno, Jia Zhangke no pudo contener las lágrimas.
Cuando el cine chino “se rinde” a Hollywood, sobresale la atención de Jia Zhangke al ser humano. En 2006, Sanxia Haoren ganó el León de oro en el Festival de Venecia, premio que confirmó su posición de vanguardia en la sexta generación de directores de cine de China. De Xiao Wu a Sanxia Haoren, el mundo de las imágenes de Jia Zhangke llega a ser una especial forma de entender a China y explicar el nuevo realismo del cine chino. Con un lenguaje objetivo, Jia Zhangke describe el precio que debe pagar la gente común y corriente, y el cambio de destino que debe cargar en la etapa del cambio de modalidad social.
“Solo expreso lo que quiero expresar”
En 2007, Jia Zhangke fue miembro del jurado del Festival de Cannes. En 2010, fue electo como mejor director del mundo durante los primeros diez años del siglo XXI. En 2011, fue jurado de la Sección Horizontes del Festival de Venecia. Aunque su fama en el ámbito cinematográfico mundial sigue creciendo, su concepción y lo que pretende expresar nunca han cambiado.
En sus obras, nunca justifica la virtud, sino que registra los hechos tal cual suceden. Con su cámara, presta atención al destino de las personas comunes y describe sus dificultades y esfuerzos. “Quiero que mis películas den importancia a la vida de la gente común y corriente, porque tenemos que respetar, primero, la vida cotidiana. A medida que transcurre el tiempo, percibimos la alegría o la tristeza de cada persona simple”, resume el cineasta.
“Antes nos preocupábamos por si las autoridades las aprobarían o no. Prefiero romper ese modelo. No tomo en cuenta si mis obras van a ser aprobadas, solo filmo lo que se corresponde con la creación cinematográfica, con mi idea. Como director debo persistir en mi aspiración y conservar mi estilo. Por eso no pienso si mis películas se adaptan o no a las exigencias de las autoridades. Solo expreso lo que quiero expresar”.
La próxima película de Jia tendrá como tema el Kung Fu y se basará en la historia de algo que sucedió hace 100 años en China. “Para mí, es un desafío. Pero, el tema principal sigue siendo el mismo de mis otras obras porque hace un siglo China también estaba experimentado transformaciones sociales. Lo que pretendo exponer en la película es cómo China, un país que cambia a ritmo acelerado, influye en el destino de una persona”.