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2017-May-12 18:30

Las lecciones del Confucio

Por LI JIE*

 

Elizabeth, una irlandesa de unos 70 años de edad, es aficionada a las novelas chinas, sobre todo a las de Yu Hua y Mo Yan. Su capacidad para leer fluidamente el chino se ha desarrollado gracias a las clases recibidas en el Instituto Confucio durante más de diez años. Actualmente es alumna de Wang Hong, directora de la parte china del Instituto Confucio de Helsinki (Finlandia), quien asegura que “nunca falta a clase” y “tiene un gran entusiasmo por el idioma”.

Elizabeth, sin embargo, no es la única estudiante con tanta pasión por China. “En mi clase tengo a un joven que viste muchos elementos chinos, a una chica finlandesa con una caligrafía china muy buena e incluso a jubilados muy persistentes en el estudio”, dice Wang Hong, quien se siente maravillada. “Ellos realmente están fascinados por el chino”.

Ya sea para hablar chino, practicar la caligrafía o estudiar la poesía de las dinastías Tang y Song, o simplemente para resolver inquietudes como “¿por qué los niños chinos usan pantalones con la entrepierna abierta?” o “¿cómo se podría solucionar el problema de la contaminación atmosférica?”, siempre se podrá contar con la ayuda y profesionalismo de los empleados del Instituto Confucio.

El Instituto Confucio no solo se ha convertido en el puente de intercambio cultural entre la civilización china y extranjera, sino también en una ventana imprescindible para la profundización de la amistad y la cooperación entre China y otros países.

La clase de pintura china tiene una gran acogida entre los estudiantes del Instituto Confucio de Helsinki.

 

El atractivo del idioma chino

 

En una clase de chino, un estudiante jubilado de más de 60 años le preguntó a Li Yiqi, voluntaria del Instituto Confucio de Dublín (Irlanda): “¿Cuál es la diferencia entre los estilos caligráficos dazhuan (característico de la dinastía Zhou del Oeste), xiaozhuan (característico de la dinastía Qin) y lishu (característico de la dinastía Han)?”. Para sorpresa de Li, fue el propio estudiante quien respondió su pregunta, pues se encontraba realizando una investigación para la publicación de un libro sobre la evolución de los caracteres chinos a través de la historia.

Así se trate de un estudiante que, siempre llevando consigo una copia de Trescientas poesías de la dinastía Tang, aprovecha cualquier oportunidad para entablar una conversación con Li Yiqi, o de chicas que le preguntan dónde comprar productos del trío chino de música pop TFBoys, o de muchachos que le cantan Cumpleaños feliz en chino a un compañero de clase, la cultura popular china parece estar penetrando con fuerza en la vida de los jóvenes irlandeses, al otro extremo del planeta.

En Irlanda, los alumnos del Instituto Confucio tienen diversas edades: desde chicos que recién están en guardería infantil hasta profesionales ya jubilados. El grupo más numeroso –alrededor de 5000 alumnos al año– lo conforman estudiantes de primaria y secundaria. El Instituto Confucio de Dublín, además, ofrece contenidos a Hola, China, un programa de radio que se transmite una vez por semana.

Estudiantes del Instituto Confucio de Dublín visitan la ciudad de Xi’an y disfrutan de la cultura china.

 

Los cursos del Instituto Confucio de Helsinki (Finlandia), donde trabaja Wang Hong, abarcan muchos aspectos de China, como el idioma, la cultura ancestral, e incluso temas tan específicos como la terminología en los medios de comunicación chinos. Varios estudiantes de Wang han optado por convertirse en profesores después de graduarse, con miras a que sus conocimientos ayuden a promover la cultura china en el exterior.

El Instituto Confucio surgió hace más de diez años, cuando se dio una entrada masiva de productos chinos a la vida de las familias extranjeras y creció el interés por aspectos como el idioma, la cultura y la sociedad china en el mundo. Sobre la base del modelo de promoción de la lengua nativa en países como Reino Unido, Francia, Alemania o España, China exploró la idea de establecer una institución educativa propia sin ánimo de lucro. Fue así como en 2004 se fundó el primer Instituto Confucio en Seúl (Corea del Sur).

Según el Estatuto del Instituto Confucio, el objetivo de la institución consiste en “satisfacer las demandas de estudiantes del idioma chino en diferentes países y regiones del mundo, mejorar la comprensión de la lengua y la cultura china en el extranjero, fortalecer el intercambio y la cooperación educativa y cultural, profundizar las relaciones amistosas con otras naciones, promover el desarrollo del multiculturalismo y construir un mundo armonioso”.

 

Distribución global

 

En un principio, el Ministerio de Educación de China pronosticó el establecimiento de 100 Institutos Confucio alrededor del mundo durante un periodo de diez años. No obstante, en el primer año inesperadamente se establecieron 46 Institutos Confucio y la cifra prevista por el ministerio se alcanzó tan solo un año después. “La velocidad con la que el Instituto Confucio se ha ido desarrollando ha superado la expectativa inicial de todos”, sostiene Xu Lin, ex directora de la Institución Hanban. Tras 12 años de labor, en la actualidad existen 1073 Aulas Confucio, 511 Institutos Confucio y 2,1 millones de estudiantes en 140 países de los cinco continentes.

Las labores del Instituto Confucio ya no se limitan exclusivamente a la enseñanza del idioma chino. Desde que se convirtió en directora del Instituto Confucio de Helsinki en 2014, Wang Hong, que además es profesora asociada del idioma inglés de la Universidad Renmin de China, también ha organizado actividades culturales junto con otros profesores y voluntarios. Los estudiantes finlandeses también tienen la oportunidad de ser invitados a China.

El Instituto Confucio tiene un estatuto común, sin embargo, dadas las diferentes situaciones de cada país, el reto de la entidad china es lograr integrarse con el entorno y ser bien recibida por la ciudadanía donde quiera que se establezca. En su caso particular, Wang Hong se dio cuenta de que, debido a la alta latitud, el clima frío y las cortas horas de luz de Finlandia durante el invierno, la solución era que todas las actividades culturales que realizaran estuvieran siempre relacionadas con el calor y la luz solar. Aparte de esto, dado el carácter introvertido de los finlandeses, el Instituto Confucio de Helsinki se inclina más por la enseñanza de la caligrafía.

En Irlanda, la primera impresión sobre China que tienen los pequeños estudiantes de Li Yiqi proviene de las descripciones que ella les brinda. Poco a poco, Li se dio cuenta de que la simple muestra del contenido didáctico no era suficiente, así que decidió estimular a sus estudiantes por medio de la experimentación de diferentes facetas de China, por ejemplo, la pintura de máscaras de la ópera. “El interés es la clave para despertar el espíritu explorador de los niños”, asegura.

En 2016, más de 240 Institutos Confucio de 78 países abrieron cursos relacionados con la cultura china, como Medicina Tradicional China y Tai Chi, para satisfacer la demanda local. Asimismo, alrededor del mundo se han establecido institutos especializados en textiles, danza, música y gastronomía. La clave para que un instituto logre arraigarse en un país es que logre adaptarse a las diferentes realidades locales.

 

Un grupo de trabajadores del Instituto Confucio de Helsinki.

 

Un momento clave

 

“El Instituto Confucio se encuentra en un momento crucial”, explica Xu Lin con relación al desarrollo de la entidad durante los próximos diez años. “Se debe considerar seriamente cómo será su desarrollo en el futuro y qué tipo de cambios se deben realizar”.

El Instituto Confucio tiene previsto un plan de desarrollo global hasta el año 2020. Entre sus objetivos se encuentran la unificación de un estándar de calidad, la certificación de pruebas, la designación y capacitación de profesores, y el establecimiento de un amplio sistema global de comunicación de lengua y cultura china. Asimismo, el instituto pretende convertir el idioma chino en una de las lenguas más estudiadas y habladas por los extranjeros en el mundo.

Los docentes son una parte imprescindible. Actualmente, el profesorado y voluntarios asignados de China, incluyendo los directores chinos, firman contratos de entre uno y cuatro años. La mayoría de los profesores regresan a sus puestos originales en China cuando terminan sus asignaciones en el extranjero y otras personas recién seleccionadas son enviadas para sustituirlos.

Durante sus dos años de trabajo, Wang Hong ha sido testigo de muchas rotaciones de personal. “Esto hace que nuestro trabajo sea más difícil”, confiesa, ya que es necesario que cada grupo de empleados se capacite para que se familiarice con el trabajo.

Frente a este obstáculo, la búsqueda de profesores locales ha sido un tema de discusión recurrente en el Instituto Confucio en los últimos dos años. Sin embargo, como se puede ver en el caso de Finlandia, son muy pocos los profesores extranjeros que cuentan con una certificación local para enseñar chino. La localización es una tarea compleja que toma mucho tiempo y, como dice Wang Hong, “es una propuesta difícil, al menos por ahora”. En este sentido, garantizar la calidad de los profesores asignados es una tarea particularmente importante.

 

*Li Jie es reportera de la edición para el extranjero del Diario del Pueblo.

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