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2017-January-5 13:38

Cao Chong pesó un elefante

 

Texto e ilustraciones: Yang Yongqing

 

Durante el Período de los Tres Reinos (220-280), el fundador del reino Wu, Sun Quan, le regaló un elefante al monarca del reino Wei, Cao Cao, quien se puso muy contento y fue a ver al animal junto con sus funcionarios civiles y militares. Un niño lo seguía muy de cerca. Era su hijo, Cao Chong.

 

¡Uy, cuán grande era el elefante! Sus cuatro piernas eran tan gruesas como las columnas del salón. Sin embargo, a pesar de su gigantesco tamaño, el elefante tenía un suave temperamento. Cao Chong se le acercó y comparó su altura con la del animal. No pudo sino alcanzar solo su vientre.

 

Acariciándose la barba, el rey Cao Cao les dijo a todos: “Este elefante es muy grande, pero no sabemos cuánto pesa. ¿Quién tiene una idea para pesarlo?”.

 

¡Ay! Un animal así de grande, ¿cómo pesarlo? Todos los funcionarios empezaron a discutir.

 

Algunos dijeron: “Se necesita una enorme báscula”. Pero, ¡cuán grande debía ser la báscula! Además, el elefante estaba vivo y no se dejaría pesar en ella.

 

Un general añadió bruscamente: “¿Qué dificultad hay? ¿Acaso no podemos matar al elefante, cortarlo en pedazos y luego pesarlos uno tras otro?”.

 

Al escuchar sus palabras, todos rieron a carcajadas y dijeron que la idea era muy tonta. ¡Qué desperdicio sería matar al elefante solo para pesarlo!

 

A nadie se le ocurría una solución. Todos bajaron sus cabezas y, de la vergüenza, se quedaron en silencio.

 

En ese momento, Cao Chong se presentó ante todos y dijo: “Tengo una forma de pesar al elefante”.

 

Al ver que se trataba de su amado hijo, el rey Cao Cao fingió enfado y mencionó: “Si tantos hombres no han podido hallar una forma, ¿cómo un niño como tú se jacta de tenerla?”.

 

Cao Chong se acercó a su padre y le susurró algo al oído. Cao Cao no pudo controlarse, se echó a reír y llamó a sus funcionarios: “¡Vamos! ¡Vamos a la orilla del río!”.

 

En el río había un gran barco. Cao Chong le pidió a la gente que llevase el elefante al barco. ¡Cuánto pesaba el elefante! Ni bien el animal subió, el barco comenzó a hundirse.

 

Pero el barco se estabilizó y Cao Chong marcó con un cuchillo el nivel que había alcanzado el agua en el bordo del barco. Luego pidió que llevaran el elefante a la orilla. Todos se quedaron viéndolo, sin saber qué estaba pasando.

 

Cao Chong le pidió a la gente que esta vez llevase muchas piedras hasta la embarcación, la cual comenzó nuevamente a hundirse. Cuando el nivel del agua alcanzó la marca que había dejado en el bordo, Cao Chong gritó: “¡Alto!”.

 

De pronto, todos comprendieron. “¡Bravo, bravo!”, le dijeron a Cao Chong, entre aplausos y vítores, por su brillante idea. Ya solo faltaba pesar las piedras que habían entrado en el barco para saber el peso del elefante.

 

Luego de pesar todas las piedras, los soldados estuvieron a punto de declarar el peso. Pero Cao Chong les detuvo: “Esperen un momento. Como el elefante y yo estuvimos en el barco, deberían pesarme a mí también y restar mi peso”.

 

La multitud volvió a reír, pero todos pusieron sus pulgares hacia arriba. Por supuesto, el rey Cao Cao estuvo muy contento. Con los ojos entrecerrados, miró a su hijo y luego a sus funcionarios, sin poder ocultar su gran orgullo.

 

 

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