Colin Mackerras, testigo de la protección de la cultura tibetana
Por LI YUAN
EL VI Seminario Internacional de Tibetología de Beijing se celebró a principios de agosto en la capital china. Al evento asistieron 325 participantes, entre ellos 109 expertos y estudiosos extranjeros. Colin Mackerras, profesor honorario de la Universidad de Griffith, Australia, es uno de los más destacados conocedores de la cultura tibetana que asistió a dicho seminario.
Se convirtió en mensajero de la amistad entre China y Australia desde que llegó por primera vez en 1964. Durante medio siglo ha visitado el mayor país de Asia en más de 60 ocasiones por lo que es testigo del gran desarrollo de China. Conoce bien los prejuicios y malentendidos sobre China, y está dispuesto a mostrar a Occidente la verdad.
El tibetólogo canadiense Colin Mackerras.
Primeras experiencias en el Tíbet
Colin Mackerras, de 77 años de edad, estudió en la Universidad de Melbourne, la Universidad de Cambridge y la Universidad Nacional de Australia, donde obtuvo los títulos de licenciatura, maestría y doctorado, respectivamente. Sus intereses investigativos incluyen a las minorías étnicas, las óperas tradicionales de China, la imagen de China en Occidente y las relaciones China-Australia. Sus obras representativas son: China ante los cambios, Las minorías étnicas chinas y la globalización, entre otras. En mayo de 2013, se publicó la versión en chino de su libro Visión de China: su imagen en Occidente desde 1949. En 2014, el presidente Xi Jinping pronunció un discurso en Australia titulado: “Unidos para perseguir el sueño de desarrollo entre China y Australia y alcanzar la prosperidad y la estabilidad en la región”, en el cual agradeció a Colin Mackerras, entre otros australianos, por sus contribuciones a la amistad entre las dos naciones.
Al hablar sobre su primera visita al Tíbet, Colin dice que fue un “viaje libre” de Chengdu a Lhasa en 1985. “En aquella época, había muchos jóvenes que viajaban al Tíbet, incluidos occidentales y asiáticos. Todos éramos mochileros”, recuerda. Se alojaba en una habitación que compartían 17 personas que solo costaba cinco yuanes por noche. No era cómoda pero resultaba bastante barata. Para desayunar puso pedazos de manzana en yogur, y luego tomó prestada una bicicleta. Visitó los monasterios Drepung y Sera, entre otros lugares.
Tras recorrer durante más de 10 días la región, se dio cuenta de que el Tíbet era diferente a lo que él imaginaba. “Antes de viajar al Tíbet, pensaba que era una zona muy atrasada, pero aprendí que no era así. Aunque hace 30 años no tenía tanto desarrollo como ahora, tampoco se veía tan mal como describían los medios informativos occidentales. En ese momento ya había comenzado su modernización, la cultura étnica tibetana se conservaba bien, con características muy singulares, y los tibetanos vivían muy libres”.
De sus primeras experiencias en el Tíbet llegó a una conclusión: “La cultura tibetana es muy fuerte”. Dada su pasión por esa región en 1990, 1997 y 2002 realizó nuevos viajes que le permitieron acercarse a sus tradiciones. En muchas ocasiones ha visitado las zonas habitadas por tibetanos en las provincias de Qinghai, Yunnan y Sichuan.
“Cada vez que voy al Tíbet puedo sentir el desarrollo de la localidad, en particular, en Lhasa, la capital de la región, que se ha modernizado tanto, con mejoras de las carreteras locales y las condiciones de vida de las personas, desde la ropa hasta la comida”, dice Mackerras, mientras saca de su bolsillo un celular y añade: “Teléfonos inteligentes como éste se emplean mucho en el Tíbet”.
Testigo de la prosperidad y el desarrollo de la cultura tibetana
Como etnólogo, Colin Mackerras presta especial atención a los elementos culturales, especialmente a la Ópera Tibetana, una forma teatral propia de esa región. Está fascinado por el ritmo, el sonido, las máscaras y los argumentos de las piezas. Una de sus investigaciones, la ha dedicado especialmente al tema.
El primer contacto con la Ópera Tibetana fue en su segundo viaje al Tíbet en 1990. “En esa ocasión, poco después de alojarme en el hotel siguiendo al guía, escuché los sonidos de la Ópera Tibetana, y sin darme cuenta fui atraído por ella. Estaba convencido de que era música de la Ópera Tibetana, pues antes la había escuchado en discos. Aquella fue la primera vez que la vi en vivo”.
Se sintió excepcionalmente contento al observar a un grupo de personas con máscaras cantando y bailando muy animadas. “Son actuaciones completamente espontáneas, y aún hoy recuerdo esa escena. Fue un espectáculo lleno de vitalidad y características étnicas, sumamente emocionante”, comenta Mackerras.
Otra experiencia en áreas tibetanas de Qinghai fue en 2011, cuando llegó al distrito de Tongren para realizar una investigación. Entrevistó al secretario de la célula del Partido de una aldea local. “Me dijo que todos los gastos de las representaciones de la Ópera Tibetana son cubiertos por el comité de la aldea, porque quieren promover el desarrollo de la cultura tibetana. Creo que lo que me dijo es verdad”, asegura Mackerras.
Son estas experiencias personales en las áreas tibetanas las que le han permitido entender el buen desarrollo de esa cultura. Defiende que el proceso de modernización en esas zonas no ha socavado la cultura étnica tradicional, al contrario, ha jugado un papel positivo en el rescate y la recuperación de la misma.
“Algunos observadores occidentales sostienen que la cultura étnica tibetana está siendo destruida y que China está suprimiendo el budismo tibetano. Esto no tiene sentido, y contradice lo que he observado y experimentado”, afirma Mackerras. “Los tibetanos que he visto, todos mantienen un alto entusiasmo por el budismo, y el Gobierno chino ha invertido enormes y amplios recursos en la protección de la cultura y las tradiciones tibetanas, y esos esfuerzos son encomiables”, añade.
Testimonio de los logros de la protección de la cultura tibetana
En el VI Seminario Internacional de Tibetología de Beijing, Colin Mackerras presentó una tesis titulada: “La supervivencia de los grupos étnicos minoritarios y la cultura tibetana”. En el documento, cita tres puntos de vista de observadores occidentales: China socava las culturas minoritarias, en particular la tibetana, el proceso de modernización no ayuda pero tampoco debilita las culturas de los grupos étnicos y el tercero considera que las acciones del Gobierno han jugado un papel positivo en el rescate y la recuperación de estas tradiciones culturales.
“El primer punto son las propagandas maliciosas de los tibetanos en el exilio y sus partidarios. El segundo analiza las influencias de la modernización en la cultura, la religión, la vida familiar y las formas artísticas de las minorías étnicas, con especial énfasis en la tibetana. No existe peligro de extinción, pero ya no es tan fuerte como antes, y este fenómeno de desvanecimiento no se debe a la política del gobierno. El tercer punto de vista consiste en que la fe es capaz de contribuir a la legitimidad política y a la modernización, y que la política también puede ayudar y estimular el renacimiento cultural de los grupos étnicos”, explica Mackerras.
Sobre la base de sus investigaciones de campo realizadas durante 30 años en las zonas habitadas por minorías étnicas, especialmente tibetanas, y por medio de la lectura y el análisis de un gran número de documentos, Colin echó por tierra los argumentos del primer punto de vista, y destacó los méritos del segundo y el tercero.
“Todas las cuestiones relacionadas con la modernización y la cultura son muy interesantes. Yo diría que en comparación con otros países, China ha hecho muy buen trabajo en la protección del patrimonio cultural y la modernización. Este es un logro muy notable”, dice Mackerras. Aprecia mucho los esfuerzos realizados por el Gobierno chino durante muchos años en la protección de la cultura de las minorías étnicas, especialmente la tibetana. También valora altamente las propuestas relativas a la promoción del futuro cultural de los grupos étnicos.
Cree que China debe esforzarse por mejorar su imagen ante los países occidentales. “La posición económica de China en el mundo es cada día mejor. Muchos países occidentales la quieren conocer más, en particular aquellos que la tienen como su mayor socio comercial”, explica. Considera que los intercambios no gubernamentales son importantes para establecer una buena imagen de China. “Los intercambios e interacción entre pueblos ayudan a conocer de manera directa a los chinos, su cultura y su sociedad”, destaca.
“El Tíbet es un lugar mágico y hermoso, que he experimentado personalmente muchas veces. El desarrollo cultural de esa región también debe ser conocido por muchos extranjeros. Tenemos que avanzar con el tiempo, prestando atención al desarrollo presente y futuro de dicha región”, dice Colin Mackerras.