La cooperación pragmática en las relaciones China-México
10 de octubre de 2015. Stand de México en la XII Feria Internacional de Pequeñas y Medianas Empresas de China.
Ambos países celebran el 45° aniversario del establecimiento de lazos diplomáticos
Por CHEN YUANTING*
El 14 de febrero es una fecha especial. Además de celebrarse San Valentín, un día romántico para las parejas, se conmemora el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre China y México, que en 2017 cumple su 45° aniversario. Si se echa una mirada retrospectiva a las relaciones sino-mexicanas, es posible ver cómo estas empezaron con fuerza, se enfriaron y luego se estrecharon nuevamente.
Calor y frío
El mayor desarrollo de las relaciones bilaterales entre China y México ocurrió en la década de 1970, dado que en ese entonces ambos países se identificaban como parte del Tercer Mundo. A pesar de que la propuesta del entonces presidente mexicano Luis Echeverría de no sustituir una dependencia de otra ganó el aprecio de China, el momento clave ocurrió en la 26ª Asamblea General de la ONU. Gracias al impulso de Emilio Rabasa, entonces secretario de Relaciones Exteriores de México, y de Alfonso García Robles, representante de la delegación mexicana ante la ONU, México se convirtió en uno de los siete países latinoamericanos en apoyar el regreso de China a la organización internacional. Esto dio pie para que los dos países establecieran relaciones diplomáticas. A pesar de las gigantescas diferencias en la cultura, la situación fundamental del Estado y los sistemas sociales, ambas naciones entablaron una amistad ejemplar ante el Tercer Mundo.
Cuando Carlos Salinas asumió la Presidencia de México, reajustó la diplomacia exterior y rechazó la clasificación de su país como tercermundista, familiarizándose más con el mundo desarrollado. Tras este cambio, México poco a poco se alejó de China, debido a que veía a nuestro país como un “competidor”. La relación bilateral tocó fondo durante el gobierno de Felipe Calderón.
15 de noviembre de 2015. Soldados y médicos de la Marina china, tras desembarcar en el puerto de Acapulco, México, visitan un orfanato de niñas. Fotos de CFP
Estrechamiento y oportunidades
El mandato del actual presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, inició en diciembre de 2012 y, pocos meses después, Xi Jinping asumió como presidente de China. A partir de entonces, han surgido nuevas oportunidades de desarrollo para las relaciones bilaterales, que se han vuelto más estrechas.
Para China, la posición geopolítica y económica de México es beneficiosa en muchos aspectos. En primer lugar, México desempeña un papel especial en la política exterior de EE. UU. y, en segundo, al ser una importante fuerza recién surgida, en muchos encuentros multilaterales, México puede aliviar la presión sobre China en temas como la gobernanza global y las reformas de la ONU.
El desarrollo de las relaciones con China también corresponde a los intereses estatales de México. A pesar del gigantesco superávit en el comercio con México, el 60 % de los productos exportados de China al país azteca son intermedios. Bajo estos términos, México puede elaborar y ensamblar productos con un valor agregado más elevado para luego exportar a diferentes regiones de Norteamérica, lo cual es bueno para el país. En cuanto a la inversión, existe un gran potencial para la cooperación bilateral, también en áreas financieras, dado que México absorbe menos capital chino en comparación con otros países latinoamericanos, como Brasil.
Por esto es muy importante mantener una interacción de alto nivel positiva y poner en práctica los acuerdos alcanzados por ambos jefes de Estado, profundizar la cooperación económica y comercial para concretar algunos proyectos estratégicos de cooperación económica y profundizar la connotación de la asociación estratégica integral.
Las relaciones bilaterales lograron salir adelante el año pasado gracias a la cooperación pragmática. Durante la Cumbre del G20, celebrada en Hangzhou, Xi Jinping y Enrique Peña Nieto sostuvieron su sexto encuentro. Es la primera vez en la historia de las relaciones sino-mexicanas que se ve una interacción entre los dos jefes de Estado tan frecuente, lo cual plantea una sólida base política para el desarrollo de las relaciones bilaterales.
A pesar de que el intercambio comercial entre China y México disminuyó un poco en 2016, hasta 2015 mantuvo un incremento. Según estadísticas de la Aduana de China, el volumen del comercio bilateral alcanzó 38.831 millones de dólares entre enero y noviembre de 2016, una caída del 3,4 % con respecto al mismo periodo del año anterior. No obstante, la importación china aumentó un 1,4 %. En cuanto a la cooperación energética, en diciembre de 2016 China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) ganó la licitación internacional de México para la exploración de dos yacimientos de petróleo y gas. Los dos países firmaron el nuevo convenio de libertades del aire, que ofrece un marco legítimo más flexible para la cooperación comercial entre empresas de transporte aéreo y el aumento de los vuelos entre ambas naciones.
Gracias a la celebración del Año de Intercambio Cultural China-América Latina y el Caribe 2016, en China y México se realizaron diversas actividades culturales. China ofreció 300 espectáculos en más de 20 estados y ciudades mexicanas, y logró que el intercambio cultural se convirtiera en un nuevo punto brillante de las relaciones bilaterales.
Un elemento inevitable
A punto de cumplirse el 45° aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas, China y México enfrentan una gran incertidumbre diplomática. La actitud antipática del flamante presidente de EE. UU., Donald Trump, posiblemente forjará un vínculo entre China y México como “hermanos de desgracia”. Mientras muchos intentan adivinar cómo será el trato de Trump hacia China y México, otros aconsejan que estos países se tomen de las manos ante cualquier resultado.
Al pasar revista a 45 años de historia de las relaciones sino-mexicanas, EE. UU. es un elemento inevitable. Por parte de China, a diferencia de una confrontación que puede resultar nociva, el mantenimiento de una relación armoniosa con EE. UU. será beneficioso para ambos. México, por otro lado, debido a su ubicación geográfica, está casi obligado a mantener buenos vínculos con EE. UU. La cooperación es primordial para las buenas relaciones entre estos tres países.
No se puede negar que la incertidumbre de las relaciones entre China-EE. UU. y México-EE. UU., a corto y mediano plazo, ofrece cierta oportunidad para las relaciones sino-mexicanas. En primer lugar, si el proteccionismo comercial se vuelve a vigorizar en el ámbito mundial, tanto en China como en México la apertura seguirá siendo la política estatal. En la 24ª Reunión Informal de Líderes Económicos del Foro de APEC, el presidente chino, Xi Jinping, hizo énfasis en que “la apertura es la línea de vida de la economía de Asia-Pacífico”. Peña Nieto también reiteró en muchas ocasiones que México y China deben luchar juntos contra el proteccionismo comercial. La “conciencia común de Asia-Pacífico” acercará a los dos países, dijo.
El comercio y la inmigración serán dos temas prioritarios en la agenda diplomática de Trump. Como los dos socios comerciales más importantes de EE. UU., China y México serán los primeros afectados, lo que llevará a una unión de beneficio mutuo. De hecho, anticipándose a cualquier resultado, el gobierno de Peña Nieto ha hecho algunos ajustes en su diplomacia: priorizar la región Asia-Pacífico; recuperar y desarrollar las relaciones con otros países latinoamericanos, por ejemplo, los miembros de la Alianza del Pacífico, Brasil y Argentina; y recuperar las relaciones con Canadá.
Creo que China y México pueden fortalecer la cooperación en las siguientes áreas. En primer lugar, es necesario equilibrar el comercio bilateral. Por un lado, hay que ampliar la exportación mexicana a China, sobre todo, la exportación de productos agrícolas, incluyendo la diversificación del catálogo y la obtención de aranceles preferenciales. La agricultura de México se ha visto fuertemente afectada tras el ingreso del país al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, lo cual significa que si aumenta la exportación agrícola al inmenso mercado de China se podrían contrarrestar las pérdidas. Por otro lado, se debe ampliar la escala comercial. China es el primer país de comercio de mercancías en el mundo, y México es el primero de este tipo en América Latina. Todavía existe un gran potencial para el comercio bilateral. En segundo lugar, también se podrían aumentar las inversiones mutuas y profundizar la cooperación pragmática en los sectores de energía, construcción de infraestructuras y servicios financieros. Finalmente, es importante profundizar los intercambios culturales y de personas con el fin de ampliar el entendimiento mutuo.
En un tiempo previsible, las relaciones con EE. UU. seguirán siendo una prioridad en la diplomacia tanto de China como de México. El presidente Peña Nieto en alguna ocasión señaló que Donald Trump podría llevar las relaciones México-EE. UU. a una nueva era, y manifestó su deseo de mantener buenas relaciones con el país norteamericano. Por su parte, en el segundo “Documento sobre la política de China hacia América Latina y el Caribe”, el Gobierno chino explica que “la asociación de cooperación integral China-ALC que está basada en la igualdad y el beneficio mutuo y se dirige al desarrollo común, no apunta contra nadie ni excluye a ninguna tercera parte”.
Aunque las relaciones sino-mexicanas también son regidas de cierto modo por las relaciones China-EE. UU. y México-EE. UU., China no detendrá sus pasos hacia el progreso para crear un nuevo capítulo histórico.
*Chen Yuanting es secretaria general del Centro de Estudios Mexicanos del Instituto de América Latina, adscrito a la Academia China de Ciencias Sociales.