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2017-March-14 15:17

Liz Vargas “China es mi segunda patria”

Liz Vargas (der.) conversa con Wang Geping, su primera profesora de chino en el Centro Cultural Latinoamericano de la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing.

 

Por ABEL ROSALES GINARTE

 

Cuando estudiaba chino en la Universidad de Panamá me hice amiga de la profesora Wang. Cuando ella me propuso venir a China, le dije: ‘Eso está muy lejos’. Realmente en ese tiempo teníamos un incremento de chinos en nuestra oficina y es mejor no tener que depender siempre de un intérprete. Así que vine a China pensando que en un año iba a aprender chino”, confiesa a China Hoy la abogada y profesora panameña Liz Vargas en el Centro Cultural Latinoamericano de la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing.

 

“Cuando llegué a Beijing en 2006 empecé a viajar y descubrí que este país es muy bonito. Conozco casi todas las provincias de China. No me adapto muy bien al picante, pero aquí existen opciones para todos en lo que a comida se refiere. Ese primer año casi no podía soportar el frío y regresé a Panamá cuando se terminó el semestre”. Pero volvió y más de diez años después se ha convertido en una reconocida embajadora cultural de América Latina en China.

 

Cuando terminó de estudiar chino en el año 2009, le propusieron trabajar como profesora de español en la misma universidad. “Yo me dije, bueno un año me parece bien. Y me he quedado hasta hoy”.

 

Acercar a los estudiantes chinos a América Latina

 

“Aquí descubrí que los estudiantes sabían muy poco de los países de América Latina. Se centraban en España solamente porque sus profesores de los años iniciales eran españoles principalmente. Entonces se me ocurrió hablar con el decano de la facultad en ese entonces para enviar una carta a las embajadas de los países hispanohablantes en China para llevar a los estudiantes a cada una de ellas y que les explicaran la cultura de cada país.

 

La propuesta tuvo muy buena acogida por parte de las embajadas. A la primera que fuimos fue a la de Venezuela, con la entonces embajadora Rocío Maneiro, y ella misma dio la charla a los estudiantes y preparó comida china y venezolana. Los estudiantes quedaron fascinados con esa vivencia. En ese momento también le propuse a la embajadora si quería tener estudiantes de práctica durante las vacaciones de invierno y de verano en su embajada. Ella estuvo de acuerdo. Son estudiantes que no le van a generar ningún gasto a la embajada como practicantes, y sirve como una experiencia laboral para ellos. Así funcionó con el resto de las embajadas y desde 2009 enviamos estudiantes a la gran mayoría de las embajadas”.

 

Su vínculo con el rector de la Universidad San Ignacio de Loyola en Perú fue otra puerta abierta para la cultura de esa región en China. “Le sugerí crear este centro cultural latinoamericano con énfasis en el país andino y ellos estuvieron de acuerdo. El centro es dirigido por Zhang Ke, la decana de nuestra facultad, y yo fui la mediadora para que se estableciera el acuerdo entre las universidades. Aquí la facultad realiza simposios, traemos a especialistas, embajadores y se realizan muchas otras actividades para promover la cultura latinoamericana. Estoy muy satisfecha con el trabajo del centro”. El vínculo entre ambas universidades garantiza que cada año cuatro o seis estudiantes chinos vayan a Perú durante un año para estudiar el idioma español y la cultura.

 

Sus años como profesora en China ya han rendido sus frutos. “Trabajo aquí desde septiembre de 2009. Muchos de mis estudiantes se han graduado. Una es profesora de gramática en esta misma universidad. Sigo en contacto con ellos. La mayoría están trabajando en América Latina o para empresas situadas en esa región”.

 

En consonancia con la intención del Gobierno chino de aumentar su presencia en América Latina, Vargas creó su propia empresa. “Realmente como he sentido que en China hay una escasez de conocimientos sobre nuestro continente, la empresa se dedica a traer profesores latinoamericanos para que trabajen en diferentes escuelas. Tenemos un material creado que facilita que los estudiantes escuchen la voz de un hispanohablante. También hacemos actividades en las escuelas y llevo a los estudiantes a visitar las embajadas. No es solamente estudiar español, sino palpar nuestras costumbres, cómo vivimos. Esta labor se realiza en tres escuelas secundarias en Beijing. Ellos prácticamente saben dónde están ubicados los países, pueden identificar las costumbres y culturas de los diferentes países latinoamericanos. Me gusta mucho ese trabajo porque así puedo cambiar la mentalidad de los chinos, y que conozcan que el español también tiene sus variantes latinoamericanas”.

 

Vargas (cuarta de der. a izq.) junto a estudiantes y profesores en la escuela El Valle de Beijing (Shan Gu). Fotos de Abel Rosales Ginarte

 

Una gran amiga china

 

Con una sonrisa plena, la profesora Wang Geping (Paloma en español) nos cuenta de su conexión con la profesora Vargas. “En 2005 fui enviada por nuestro Gobierno a la Ciudad de Panamá para enseñar idioma chino y allí Liz fue una de mis alumnas. Era buena estudiante y tenía deseos de aprender chino, pero como el curso no era de alto nivel le aconsejé venir a China”.

 

Ya jubilada, Paloma mantiene su vínculo con Liz Vargas en Beijing. “Estudió chino con mucho afán en la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing y alcanzó buenos resultados. Luego se convirtió en profesora de español en nuestra facultad. Me siento muy orgullosa y feliz porque traje una buena persona. Ella trabaja muy bien como profesora. Además también participó en una película en China y ha aparecido en la televisión china y como modelo en una revista de autos”.

 

En el círculo de los hispanohablantes que vivimos en Beijing, Liz Vargas es muy conocida, especialmente por su extraordinaria capacidad de ayudar a los amigos. Desde un aula en la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing hasta los salones de las embajadas de algunos países hispanohablantes, su voz es un puente cultural que conecta a China con esa región. Los amigos chinos disfrutan su compañía y otras universidades del país valoran su colaboración en proyectos que ayudan a los estudiantes chinos a conocer nuevas culturas.

 

Panamá y China están separados por 14.000 kilómetros. Algunas veces la nostalgia sorprende a Vargas, especialmente cuando recuerda a su hija. “Generalmente nos comunicamos por Skype o WhatsApp. En muchas ocasiones, cuando me siento así, lo que trato de hacer es distraerme y no pensar. Panamá es pequeño y lo conozco, pero en este país siempre a uno le quedan lugares por visitar, por descubrir. La vida aquí es divertida, también se puede ir a una discoteca y regresar a la hora que uno quiera y eso no se puede hacer en Panamá. Además, el clima de China es muy atractivo: si quiero esquiar aquí siempre hay donde hacerlo, si quiero playa también, eso con tiempo y dinero. Elige un trabajo que ames, y el trabajo dejará de ser un trabajo”.

 

Pero el tiempo en China es también una oportunidad para cultivarse en todos los sentidos. “He aprendido a tener paciencia con la gente. Es un idioma difícil y una cultura distinta. Me siento como si fuese una persona que acaba de nacer. He conocido cómo tratar a personas de culturas distintas, cómo tratar a los chinos y respetar su cultura y sus leyes. China es mi segunda patria”.

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