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2016-November-4 09:59

La bitácora de un diplomático ecuatoriano

Por RAFAEL VALDEZ

Los tesoros de la antigua capital Xi’an maravillaron al diplomático ecuatoriano.

 

DESPUÉS de concluir su misión diplomática como consejero en la Embajada de Ecuador en China, Patricio Palacios hace una retrospectiva de su vida en este Estado-Civilización. China Hoy puso a pensar a este viajero incansable cuando le preguntó: ¿Qué es lo que más le impresionó de China? Aquí su respuesta.

China Hoy (CH): Cinco años estuvo en China cumpliendo su misión diplomática. ¿Cuáles eran las funciones específicas que desempeñaba en la Embajada?

Patricio Palacios (PP): Mis funciones en la Embajada del Ecuador en la República Popular China eran múltiples y variadas por la dimensión del país y la intensidad de la vinculación política, económica y cultural con nuestro país. Esencialmente, tenía bajo mi responsabilidad, el seguimiento de la aplicación e instrumentalización de convenios bilaterales, suscritos entre ambos países (más de 200) y apoyar en la negociación de nuevos mecanismos bilaterales. Igualmente manejé temas educativos, académicos y cooperación con universidades y centros de postgrado, elaboré informes multilaterales sobre la actuación internacional de China en el contexto mundial.

Además, tuve el privilegio de acompañar y apoyar en las visitas de varias delegaciones de alto nivel que visitaron al gigante asiático, empezando por el presidente de Ecuador, Rafael Correa, el vicepresidente Jorge Glas y varios ministros de Estado, lo cual es una muestra del giro que experimentó la relación bilateral en estos últimos años.

Uno de los paisajes que más recuerda este diplomático es el del Lago del Oeste en Hangzhou.

 

CH: En los últimos cinco años, la relación entre Ecuador y China se profundizó como nunca antes. Hoy las empresas chinas tienen mayor presencia en Ecuador y, asimismo, las exportaciones de productos ecuatorianos como banano, camarón y rosas han crecido en China. ¿A qué atribuye ese gran acercamiento entre los dos países?

PP: Las relaciones diplomáticas entre el Ecuador y la República Popular China fueron establecidas en 1980. Sin embargo, en esta última década, estos vínculos han crecido y se ha intensificado en todos los ámbitos, lo cual conlleva beneficios para los dos países, por ejemplo, el financiamiento de proyectos como las Escuelas del Milenio en Ecuador, carreteras, proyectos de generación eléctrica, incremento del número de becas, capacitación universitaria y apoyo al cambio de la matriz educativa del país que se cristalizará en la ciudad del conocimiento “Yachay”, ubicada al norte del país.

El Ecuador es cada vez más conocido en el gigante asiático y el interés por conocer el idioma español y las culturas ancestrales de nuestros pueblos es indiscutible. Cada vez son más los puntos de acercamiento entre vecinos distantes, solo separados por la inmensidad del océano Pacífico. Ya se han tendido muchos puentes, pero el trabajo recién empieza. En lo personal, era motivador constatar la curiosidad de los jóvenes chinos por conocer más de nuestra realidad a través del estudio de nuestra lengua y tradiciones.

CH: Sabemos que usted ha recorrido varias provincias de China. Cuéntenos un poco sobre sus viajes y qué impresiones le dejaron.

PP: Durante mi estadía en China procuré recorrer lo más posible su amplia y variada geografía. Desde los confines de Siberia en la frontera rusa donde desemboca el río Amur, las estepas mongolas, el desierto Gobi. Para conocer un Estado-Civilización como China se necesitan años de dedicación. Sus misterios y complejidades son materia de estudio especializado en universidades de todo el mundo. China es un verdadero continente y toda una vida será insuficiente para cubrir su extensión. Para citar un ejemplo, al recorrer el río Amarillo, uno siente palpitar el origen de la civilización china, reflejado por la escultura “Río Madre” que se levanta en el malecón de su capital Lanzhou, así como las mesetas de Loess.

Por otra parte, al navegar por el largo curso del río Yangtsé se evidencia el desarrollo tecnológico en el manejo del uso de aguas y su aprovechamiento, un campo en el que China se ha destacado. La represa Tres Gargantas es una muestra de ello. Por otra parte, guardo impresiones indelebles, como el haber cruzado el Puente de Luding, de más de tres siglos de antigüedad, sobre el río Dadu, que hasta hace medio siglo unió Sichuan con la meseta del Tíbet. Esta obra de ingeniería admirable fue mudo testigo de uno de los episodios cruciales en la Larga Marcha de Mao Zedong, que marcó el curso de la historia contemporánea de China y del mundo. Recorrí Yan’an, la capital provisional del PCCh durante los años anteriores a la fundación y establecimiento de la República Popular China en 1949. Las grutas de Mogao, en Dunhuang, evidencian la influencia budista temprana que se extendió desde la India, cuando en Europa languidecía el Imperio Romano de Occidente. Las edificaciones de los Hakkas en la provincia de Fujian son un reflejo de la diversidad étnica que capta la atención del visitante en las provincias de Yunnan y Guizhou.

En el Oeste, la región autónoma uigur de Xinjiang, con sus marcadas características centro asiáticas, en especial las ciudades de Turfan y Kashgar, son lugares por donde cruzó la mítica Ruta de la Seda. Sería interminable enumerar cada sitio con atractivos naturales que ha sido reconocido por la Unesco, pero uno en particular recuerdo con emoción: la fuente del río Yangtsé, donde China colinda con Vietnam y donde se percibe aún la presencia de la antigua Indochina francesa en el ferrocarril entre Yunnan y el sur de Vietnam de inicios del siglo XX.

Por otra parte, el poder admirar invalorables edificaciones milenarias que afortunadamente han sobrevivido airosas y dignas al paso inexorable del tiempo y los avatares del destino. Al observar tantas imágenes que desfilan ante los ojos del visitante como un caleidoscopio, solo cabe una pregunta: ¿quién lo hizo? La única respuesta es: este gran pueblo, dueño de un destino único, cuya trascendencia histórica abarca varios milenios; ese pueblo lo hizo.

Palacios en el Festival de Hielo realizado en Harbin, al norte de China.

 

CH: Después de estos cinco años, ¿qué le dejó China de herencia?

PP: Sería muy complicado responder esta pregunta en forma completa. China, a mi juicio, ha demostrado excelencia en el manejo de soft power, que es la capacidad que tiene un actor internacional (incluidas las ONG, organizaciones transnacionales, empresas, etc.) de influir en otros gracias a su escala de valores.

Arnold Toynbee, el gran filósofo de la historia de origen británico, autor de obras magistrales como Estudio de la Historia -donde analiza el desarrollo de 23 civilizaciones- así como La civilización puesta a prueba, sostenía que las civilizaciones son el resultado de las respuestas que los grupos humanos dan a los desafíos que se les presentan, ya sean naturales o sociales. Y el éxito de una civilización no solo depende de las respuestas que sabe darle una sociedad a dichos desafíos, sino a la creación que ella misma haga de nuevos retos que enfrentar. China justamente es esto y mucho más; es un verdadero “Estado-Civilización”, como lo definió el autor británico, Martin Jacques.

La lectura de obras fundamentales analizadas por especialistas sobre este país que tiene 12 fronteras es un apoyo invalorable para conocer y comprender su esencia. Pero toda una vida sería insuficiente para entender.

En conclusión, esta misión diplomática constituyó un incalculable crecimiento personal, profesional y humano único, y eso lo he expresado ante colegas y amigos una vez que arribé al Ecuador.

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