EL sueño chino, perseguido por 1300 millones de personas, es actualmente objeto de numerosos estudios. Si usted habla de la China de hoy parecerá un poco extraño que no haga ninguna referencia al sueño chino.
Hablarles del sueño chino a personas de cincuenta o más años hará que muchos de ellos, naturalmente, recuerden los sueños de su infancia, que quizá se hayan realizado, quizá se hayan roto o quizá se hayan enriquecido con el paso del tiempo.
¿Recuerda usted sus sueños de niño? Yo los he olvidado: tal vez no tenía uno. Pero aún recuerdo el sueño que mi padre tenía para nosotros. Él nos decía: “Niños, estudien mucho. Si logran conseguir un buen trabajo, tendrán la salsa de soja con la cual mezclar el arroz”.
En ese entonces, a mi alrededor había muy pocas personas que supieran leer y escribir, y nadie conocía lo que eran los bancos o las casas editoriales. En esa misma época, se establecieron comunas populares por toda la zona rural del país. Ni bien comenzábamos la primera fase de la escuela secundaria,debíamos salir y trabajar la tierra con nuestros padres.
La comida proporcionada por las comunas no era suficiente. Incluso en tiempos normales carecíamos de alimentos. En primavera, por lo general, nos quedábamos sin comida. Era lógico, pues, que mi padre soñara con que sus hijos, de adultos, tuvieran la barriga llena. La soja estaba disponible para algunos, pero raras veces la veíamos en nuestra mesa. Solo aparecía en la Fiesta de la Primavera o para el disfrute de algunos invitados importantes. Era como las babosas, los abulones o las holoturias de hoy.
Bai Yansong, un renombrado presentador de la Televisión Central de China (CCTV), pronunció un discurso en la Universidad de Yale, en marzo de 2009. Habló con franqueza sobre las décadas de 1960 y 1970, épocas en las que, para él y para muchos chinos, era raro soñar con cosas grandes. “Incluso, a los 10 años, la palabra ‘sueño’ era muy extraña para mí. No pensaba en ello. Solo me importaba tener algo que comer al día siguiente”.
En 2009 se realizó una gran encuesta en China sobre los “sueños” y el “soñar”. Los resultados mostraron que antes de la reforma y apertura de 1978, el sueño de los chinos era, sobre todo, tener suficiente comida y ropa. Cuando vi los resultados pensé: “La aspiración de mi padre era muy normal en aquel entonces”.
Bai Yansong tiene cuatro años menos que yo. Bai fue alguien muy afortunado. Creció en una pequeña ciudad del norte de China, por lo que podía leer la prensa de Beijing, aunque no a diario. Yo nací en una pequeña villa en el sur del país y la primera vez que vi lo que llamaban “diario” fue el año en que Mao Zedong murió. A pesar de la falta de información y del vacío cultural, nunca renuncié al objetivo de estudiar concienzudamente. En los últimos mil años, el estudio ha sido la clave para que millones de chinos cambien sus destinos y persigan sus sueños.
Posteriormente, Bai se matriculó en la universidad de una gran ciudad. Vio el mundo y comenzó a conocer a personas que no solo soñaban, sino que también lograban hacer realidad sus sueños. Bai empezó también a tener sus sueños. Nos hablaba de ello y nos contaba sus aspiraciones.
El tiempo vuela y, después de 30 años de reforma, de apertura y de acelerado desarrollo, se han producido grandes cambios en el sueño chino. Así lo demuestran diversas encuestas. Entre los sueños chinos de hoy en día figuran crear una empresa propia y mantener una buena salud, para así vivir 120 años y viajar alrededor del mundo. Ahora, muchos extranjeros consideran a China como su casa; ellos también forman parte del sueño chino y son libres de proyectar lo que deseen. Esto nos lleva a la verdadera esencia del sueño chino: todos tienen derecho a soñar y la oportunidad de hacerlo realidad.