Por una vida minimalista
Por GONG HAN
Siguiendo la filosofía de vida minimalista, una casa queda muy limpia y ordenada. CFP
SER y tener, he ahí el dilema. En el celular inteligente tiene cerca de cien aplicaciones, aunque frecuentemente solo usa unas 10. Disfruta de comprar en línea aprovechando los descuentos, aunque eso signifique convertir su casa en una bodega con un montón de artículos de uso diario, como papeles higiénicos y champú suficientes para medio año. Adquiere mucha ropa, aunque el número de vestidos que realmente usa pueden ser contados con los dedos de las manos. Tiene tantos libros que no encuentra lugar donde ponerlos y, la verdad, es que la mayoría de ellos son para “leerlos después”… ¿le suena conocido? Pues claro, porque estos fenómenos propios de la vida moderna no solo existen en China. En una sociedad consumidora, la gran abundancia de recursos ha sobrepasado excesivamente la demanda real. Conscientes de esta situación, unos jóvenes chinos están desafiando esta realidad y exhortan a vivir un modo de vida sencillo: donde se priorice lo esencial y no lo superfluo.
Primer paso: liquidar tus cosas
En el grupo “la vida minimalista” del sitio web Douban, fundado el 26 de enero de 2012, se reúnen más de 30.000 miembros cuyo eslogan es: “El modo de vida minimalista no es una práctica ascética, sino un modo más personalizado, económico, verde y relajante”.
La idea se le ocurrió a “Rexue” (que significa “sangre caliente”), miembro de dicho grupo, cuando se estaba cambiando de casa hace dos años. Cuando sacó todas las cosas para trasladarlas a su nueva vivienda y las puso sobre el suelo, ella descubrió con sorpresa que “un 80 % no servía para nada”, así que decidió tirar dos terceras partes a la basura.
En los dos años posteriores, Rexue no compró pequeños electrodomésticos ni mesas o sillas. Ahora está consciente de que no necesita tantos artículos y, de hecho, la calidad de vida mejora “cuando nos quitamos ese peso”.
Helen, otra miembro del grupo, nos demuestra sus “frutos”: se ha desecho de 30 kilos de artículos, incluyendo dos subwoofers de televisor y un par de cajas de sonido, una tostadora que dejó de usar durante un año, una sartén eléctrica para hacer tortas que no había usado durante medio año, perchas, etc.; tiró todos los documentos, menos los importantes como carnés y contratos; y no va a solicitar nuevas tarjetas bancarias. Cuando tiene ganas de comprar algo nuevo, piensa dos veces si lo necesita verdaderamente. Además, evita el amontonamiento y el desperdicio de comida. “Poseerlos prudentemente, usarlos debidamente y tirarlos oportunamente”, resume la filosofía de Helen.
Un consejo básico para llevar una vida minimalista es preguntarse siempre antes de hacer una compra: ¿lo necesito verdaderamente?, ¿hay algo sustituible?, ¿puedo prestarlos o alquilarlos?, ¿si decido adquirirlo soy capaz de pagarlo? Una vez que lo compre, la persona debe usarlo repetidamente para devengar la compra.
La premisa del minimalismo reside en que uno posee ya o es capaz de tener artículos abundantes. Posiblemente esto puede explicar por qué los jóvenes chinos pueden poner en práctica esta ideología. Comparados con sus padres que han experimentado la excesiva escasez de materias por largo tiempo, los jóvenes no tienen consciencia de ello y, por lo tanto, sostienen que el verdadero ahorro consiste en cuidar aquellas cosas preferidas, pero eso no significa no querer abandonarlas. Lo mismo se aplica a la distribución de tiempo y energía.
No es una vida ascética
En abril pasado surgió el “desafío del minimalismo de 30 días”. La regla era muy fácil: abandonar una cosa en el primer día, otra en el segundo, hasta el último día del evento, y lograr así deshacerse de 30 cosas.
No se trataba de tirar las cosas por las puras ganas de tirar, sino de disminuir al máximo el desperdicio. “Si las cosas tiradas sirven a otros, no deben ser puestas en el basurero”, explicó la organizadora.
La decisión de hasta cuándo hacerlo depende de cada persona. De hecho, tirar las cosas no es un asunto fácil como imaginamos. “Es muy difícil aguantar las ganas de comprar, sobre todo porque para mí tiene un efecto curativo”, agrega Yiqin Fu, internauta de www.zhihu.com. “Cuando estoy muy estresada, hacer compras me pone de buen humor, entonces es difícil abandonarlo”.
La vida minimalista no significa rechazar los bienes materiales ni tampoco consiste en una vida ascética; al contrario, cuando se trata de ir de compras, lo que se recomienda es adquirir productos de buena calidad y luego conservarlos, en lugar de comprar en exceso, amontonar y desperdiciar.
Necesidad real
Lo importante de este modo de vida es que las personas aprenden a identificar qué es lo que realmente necesitan.
Detrás del montón de cosas que se compran por impulso, subyace la idea de que “tengo que probar lo que otros poseen y está de moda”. Además puede reflejar un profundo vacío emocional que debe ser llenado con lo que sea.
En resumen, una vida complicada y desordenada pone en evidencia las tribulaciones de la gente, razón por la cual muchos, después de practicar una vida minimalista, se sienten curados y resplandecen de vigor. Gracias al proceso de seleccionar y abandonar lo que no es esencial, se descubre lo más importante de la vida.
El minimalismo en la sociedad moderna abarca, sin duda, la selección de la información. Cada día más gente desinstala los software que no usa a menudo en su celular, vacía periódicamente su buzón de correo electrónico, no se registra para leer más información y ordena aquellos temas que más llaman la atención en las redes sociales, tampoco lleva el celular a mano para estar pendiente de las actualizaciones de sus contactos en WeChat o en el microblog, sino que opta por quedarse tranquila y prefiere encontrarse con sus amigos en persona.
Es lógico que no todos acepten el minimalismo, pero no podemos negar que es una alternativa que favorece al ambiente, la administración financiera y también a la vida personal.
El primer paso que dan muchos miembros de este grupo cuando quieren aplicar este modo de vida es cambiarse de casa. CFP