Baloncesto made in China
Por RAMÓN MARTÍNEZ
Yao Ming durante un partido de la NBA.
Durante el pasado mes de marzo se repitió la misma escena en dos puntos de China separados por más de mil kilómetros: Liaoning y Sichuan, dos provincias cuyos equipos de baloncesto, los Sichuan Blue Whales y los Liaoning Flying Leopards, se clasificaron para disputar la serie final por el título de la liga de baloncesto local, la CBA. Miles de aficionados hicieron cola durante horas frente a las taquillas de los pabellones en ambas provincias para conseguir una entrada, algunas de las cuales se vendían por casi 400 dólares. Hubo quien se llevó hasta sillas y mesas para jugar a las cartas durante las casi veinte horas de espera hasta que la taquilla abrió. Ningún aficionado al baloncesto se quería perder uno de los acontecimientos deportivos del año: la eliminatoria final al mejor de siete partidos, que acabó ganando Sichuan tras perder el primer encuentro a domicilio e imponerse en los cuatro siguientes, los tres últimos jugados ante su gente.
Con la temporada que acaba de terminar, la liga china ha cumplido dos décadas, durante las que ha conseguido lo que parecía imposible: convertir un torneo insulso y mediocre en un espectáculo vibrante, profesional y cargado de emoción. Para conseguirlo, y tal como sucede en China para muchas otras cosas, los responsables de la CBA se fijaron en Estados Unidos, una nación que ha hecho del show business una de sus señas de identidad.
Salvando las distancias, lo que ha hecho la CBA ha sido clonar la mejor y más espectacular liga del planeta: la NBA. En China, al igual que en EE.UU., los partidos duran 48 minutos, divididos en cuatro cuartos de doce. Como allí, las cheerleaders amenizan los descansos, los partidos se disputan con música, los periodistas acceden a los vestuarios y las instalaciones deportivas, aunque de menor capacidad, son igual de modernas y espectaculares.
Sobre el parqué, que al final es lo que cuenta, tal y como sucede en la NBA, impera el ataque sobre la defensa, lo que se traduce en un baloncesto de transiciones trepidantes, de lanzamientos rápidos y de marcadores que se van frecuentemente por encima de los cien puntos. En 2014, los Sturgeons de Fujian y los Golden Bulls de Zhejiang disputaron el partido más largo de la historia de la CBA, que terminó con un resultado de 178-177 después de cinco prórrogas. Son partidos así los que hacen afición.
Tal es la pasión que, desde hace unos años, las audiencias que genera la fase final, retransmitida en directo por el canal de deportes de la televisión estatal CCTV, superan con facilidad los 300 millones de espectadores, prácticamente la población de EE.UU. Se trata de unas cifras tan espectaculares como envidiables que, lógicamente, se traducen en potentes patrocinios que redundan en mayores presupuestos de los clubes y, por supuesto, en rutilantes fichajes, algunos de ellos impensables no hace tanto.
Actualmente, por ejemplo, en los Shandong Golden Stars juega Michael Beasley, elegido en 2008 por Miami Heat como número dos en el draft de la NBA y premiado este año como mejor jugador extranjero (MVP) del campeonato chino tras haber promediado 31 puntos y 13 rebotes por partido. En los Beijing Ducks milita Stephon Marbury, que lleva seis temporadas en la CBA tras haber disputado dos All Star en la NBA, donde jugó sucesivamente con los Timberwolves, los Nets, los Suns, los Knicks y los Celtics antes de poner rumbo a China. Otros ex NBA, como Gilbert Arenas, Bobby Brown, Eddy Curry y un largo etcétera de hasta cuarenta jugadores militan o militaron en la liga china, contribuyendo a elevar el nivel del torneo y el espectáculo.
Stephon Marbury en un partido de la CBA.
La influencia de Yao Ming
Sin embargo, para entender el gran éxito del que disfruta el baloncesto en China hay que recurrir a la figura de Yao Ming, un asombroso jugador de 229 centímetros y tal vez el ciudadano chino más famoso del mundo tras el Gran Timonel. Desde su elección en el número uno del draft de 2002 por los Houston Rockets, el seguimiento del deporte de la canasta en su país se disparó. Yao venía de promediar en las eliminatorias por el título de la CBA 20,2 rebotes y 38,9 puntos, con un porcentaje de acierto en tiros de campo del 76,6%, números impresionantes que ahora se iban a medir a los mejores jugadores del planeta.
Y Yao Ming no defraudó. Pese a un comienzo titubeante que llevó al legendario Charles Barkley a prometer que besaría el culo de un burro si Yao metía 19 puntos en un partido, el pívot de los Rockets acabó la temporada con 13,5 puntos y 8,2 rebotes de media y Barkley buscando el trasero de un burro que besar.
El impacto de Yao Ming fue de tal magnitud que es imposible de cuantificar, pero desde su llegada, impulsado por los aficionados chinos, fue escogido siempre para jugar el All Star, llegando a superar en votos al mismísimo Michael Jordan. Gracias a Yao, un partido que disputaron los Rockets y los Lakers en 2003 se convirtió en el segundo más visto de la historia de la competición. Y así, la NBA encontró en China un filón interminable de audiencias enormes y comenzó a vender por millones camisetas, gorras y todo tipo de productos de mercadotecnia.
Las lesiones apartaron en2011 aYao Ming del deporte en activo ante el reconocimiento unánime, en China pero también en EE.UU, tanto de su calidad humana como profesional. Y si en 2005 China lo nombró ciudadano modelo, el mes pasado EE.UU. le concedió el honor de entrar a formar parte del exclusivo Hall of Fame, reconociendo lo que ha significado para la historia de este deporte.
Yao Ming, (centro de la tercera fila) y Stephon Marbury (izda. de la primera fila), escogidos para jugar con el Oeste el All Star.
Influencia de ida y vuelta
Aunque Yao no fue el primer chino en la NBA, ese privilegio le corresponde a Wang Zhizhi, sí fue el primero en tener una verdadera influencia en el juego y también en el negocio. Si su presencia en EE.UU. alimentó la curiosidad del aficionado chino por el baloncesto de aquel país, lo mismo sucedió en sentido inverso. Desde entonces no sólo los ojeadores siguen con atención cuanto pasa en la CBA con la esperanza de encontrar otros grandes jugadores, como por ejemplo Wang Zheling, sino que los jugadores estadounidenses ven en la liga china una opción real para sus carreras.
Lamentablemente, la diferencia de nivel en la CBA entre los jugadores extranjeros y la inmensa mayoría de los locales es todavía enorme, lo que otorga demasiado protagonismo a los jugadores foráneos y demasiada dependencia de su rendimiento.
La CBA sólo permite dos extranjeros por equipos, los cuales sólo pueden jugar tres cuartos de cada partido. Se trata de dar también protagonismo al jugador local, que es del que se nutre la selección nacional, de momento lejos de los logros con los que sueña su público. Clasificada desde octubre para disputar los Juegos Olímpicos tras coronarse campeona de Asia, China tendrá en Río 2016 la oportunidad de evaluar hasta dónde ha evolucionado su baloncesto.