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2014-September-26 10:24

“Pseudovalor” impide expansión de la democracia occidental

Por LIU JIE

EL mal funcionamiento de la democracia occidental es un tema que atrae el interés de muchos desde el inicio de la crisis financiera internacional en 2008. Por un lado, los países occidentales siguen considerándose la personificación democrática, difundiendo su valor en todas partes. Por el otro, su fuerza económica, cada vez menor, hace que esta difusión sea puesta en duda y enérgicamente rechazada.

En los tiempos modernos, las elecciones abiertas y competitivas son consideradas la forma institucional fundamental y nuclear de la democracia occidental. Pero en ese mundo, el control de la democracia por el capital es un secreto a voces. En lo esencial, la estricta disposición de las elecciones ofrece una vía fácil para el control del poder por el capital, por lo que la gente confía en que, de los adinerados, quien pueda reunir más fondos, podrá subir al poder. La democracia estadounidense se conoce como la “democracia del dinero” y ya es práctica habitual la entrada a la Casa Blanca de quien gasta más dinero, llamado también ‘llave maestra’.

A comienzos de la década de 1990, los drásticos cambios de la configuración política internacional causaron el viraje histórico del “pseudovalor” de la democracia. Al ocupar la posición de ‘superpoderoso’ en lo político y económico a nivel mundial, Occidente hace esfuerzos asiduos por convertirse en una personificación de la moralidad y la justicia internacional y, con el ilustre “Consenso de Wa-shington”, tiene la plena convicción de que “la historia se ha terminado”, mostrando un inexplicable sentido de superioridad de su sistema político y tratando con arrogancia y prejuicio a otros regímenes estatales distintos del suyo. Aquellos nuevos liberales, inclusive, suponen que solo la democracia occidental será un sistema de valor razonable que se debe popularizar en el mundo.

12 de marzo de 2014. Clausura de la Segunda Sesión del XII Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, organismo representativo de la democracia con características chinas. Dong Ning
 

Por lo tanto, Occidente promueve “movimientos democráticos”, en forma inescrupulosa, en todas las partes del mundo. Cualquier sistema político no occidental es objeto de ataque por la opinión pública y cualquier país que tiene un valor democrático diferente al de Occidente es calificado como uno “no democrático”, “autoritario”, “autocrático” y “fuera de la ley”.

Con el mismo estado de ánimo, Occidente se considera, a sí mismo, el redactor y juez de las normas de la democracia y establece una regla básica para evaluar las condiciones democráticas de otras regiones y naciones: aceptar a las que se desarrollan de acuerdo con la voluntad y forma occidental, y oprimir a las no identificadas con sus normas en lo político, lo económico y hasta lo militar. No obstante, las masas populares de muchos llamados países “democráticos” transformados por Occidente, que protestaron al principio contra el desempleo y la pobreza, no han logrado apoyo y, en vez de mejorar su vida, se han sumido en turbulencias políticas más constantes, sin poder garantizar la seguridad ciudadana. La realidad es que Occidente, después de alcanzar la meta de la expansión democrática, ha tomado una actitud de irresponsabilidad y no intervención, y al destruir el orden original de esos países, ha sumido a sus pueblos en interminables ciclos de violencia y desorden.

Cada vez, la gente tiene mayor conciencia de que el manejo y abuso de la democracia por el capital ha originado la recesión económica y la reducción de beneficios, así como el gran descontento del pueblo. El “pseudovalor” no podrá cambiar el carácter de herramienta de la democracia occidental y su expansión no funcionará satisfactoriamente, a pesar de que, en la mayoría de los países occidentales, el capital sigue controlando la democracia.

Diario del Pueblo

05/08/2014