Obviamente, al ser el mayor país en vías de desarrollo y con un PIB per cápita ubicado aproximadamente en el puesto Nº 100 del mundo, China no está todavía en la capacidad de ofrecer un nivel de bienestar social semejante al de los países desarrollados. Sin embargo, en algunos aspectos, China ya no se encuentra a la zaga de los países occidentales, como, por ejemplo, en lo que respecta a los reembolsos de los seguros de asistencia médica o a la tasa de empleo de las personas discapacitadas.
Luego de la aplicación de la reforma y apertura al exterior, las economías no públicas e individuales fueron ocupando paulatinamente la mayor parte de la economía china. No obstante, quienes se dedicaban a estos sectores no lograban disfrutar del mismo bienestar que recibían las empresas de propiedad estatal. De igual modo, el bienestar público que mantenían las empresas suponía también una pesada carga para ellas. Al mismo tiempo, en las áreas rurales, la desintegración de las comunas populares agudizó los problemas para el mantenimiento de las personas mayores y la mejora de los servicios médicos para los agricultores.
Con el fin de que toda la población goce de los frutos del desarrollo económico, el país puso en marcha la reforma del bienestar. En 1986, China decretó la educación obligatoria de nueve años. En 1991 empezó a aplicar la gestión coordinada social de la pensión de jubilación de todas las empresas del país, y en 2009, el nuevo tipo de seguro social de vejez en las zonas rurales. Asimismo, en 1998 se estableció el sistema de seguro médico de los empleados urbanos, en 2003 se hizo lo mismo con el nuevo sistema de asistencia médica cooperativa rural y en 2007 con el sistema de seguro médico básico para la población urbana. En 1997 se puso en práctica el sistema de garantía del nivel mínimo de vida de los habitantes urbanos, y en 2007, el sistema de garantía del nivel de vida mínimo para la población rural. En 2007 se inició el proyecto de viviendas de protección social destinado a las familias de bajos ingresos. Mientras tanto, los departamentos de asuntos civiles cambiaron su enfoque y dejaron de favorecer solo a grupos específicos y ampliaron sus servicios a todos los grupos vulnerables, como las personas mayores, los discapacitados y los huérfanos.
Estas medidas mejoraron el bienestar social de China. La superficie residencial per cápita de los chinos ha aumentado de 3,6 m² en 1978 a más de 20 m² actualmente. La tasa bruta de matrícula en los centros de educación superior subió del 1,4% en 1978 al 26,5% en 2010. La matrícula en las escuelas primarias y en las del primer ciclo secundario ha alcanzado el 99% y el 97%, respectivamente. Del mismo modo, los afiliados a los seguros de vejez superaron los 660 millones, el seguro médico básico de China cubre ya al 96% de la población, mientras que la tasa de empleo de las personas discapacitadas es superior al 50%, un porcentaje mayor al promedio de los países en desarrollo.
En vista de su nivel de desarrollo, China aún tiene un largo camino por recorrer en su intención de garantizar un sistema de bienestar similar al de los países desarrollados. Sin embargo, si se persiste en el esfuerzo, los 1.300 millones de chinos gozaremos de un mayor y garantizado bienestar.