Por LOURDES FERNÁNDEZ*
Por LOURDES FERNÁNDEZ*
Dos historias que distan en el tiempo, pero que reflejan la gran dedicación de los médicos chinos cuando se trata de salvar vidas humanas.
Corría el año de 1970 y mi familia había llegado a Beijing tres años antes. Mi padre se desempeñaba en ese momento como experto extranjero en el departamento de noticias para Latinoamérica de la Radio Internacional de Beijing y, como el resto de los extranjeros que trabajaban para instituciones gubernamentales de China, vivíamos en el Hotel de la Amistad, un gigantesco complejo residencial construido por los soviéticos en los años 50. Recuerdo que solía jugar por los hermosos jardines del hotel, perderme en mis travesuras junto con otros niños de mi edad, todos extranjeros, en los laberintos del complejo. Pero lo que a continuación narraré es la historia de mi hermana menor. La llamamos “Meme”, una adaptación al español de la palabra en chino “meimei” que significa hermana menor.
“Meme” nació el 11 de febrero de 1970 en el Hospital de los Niños de Beijing. Una época bastante difícil para China que estaba en pleno proceso de industrialización, sentando las bases de un proceso de cambios que no solamente ocurría en el sector económico, sino también en el ámbito cultural. Una época en donde las distensiones se daban a nivel mundial. La Guerra Fría estaba en pleno apogeo, había diferencias de opiniones en materia de ideología con la ex Unión Soviética y la relación con Occidente era tensa.
En ese contexto vino al mundo mi hermana, la primera niña peruana nacida en la República Popular China, sin que hubiera una representación diplomática inca en el suelo chino. A los 15 días de su nacimiento, mi hermana contrajo una grave infección umbilical que le ocasionó un cuadro de septicemia generalizada.
Recuerdo que la noche previa a su hospitalización, “Meme” lloró mucho y nada le consolaba. En la madrugada, al ver que la fiebre seguía, mis padres la llevaron al hospital donde había nacido, el Hospital de los Niños de Beijing. Los médicos al verla no perdieron un minuto en recluirla de urgencia en la Unidad de Terapia Intensiva y comenzarle a administrar los antibióticos que requería.
Pero la enfermedad de “Meme”, a pesar de que fue llevada a tiempo al hospital, se expandió rápidamente y llegó a los pulmones, bazo e hígado. Los médicos del hospital infantil conformaron un equipo de galenos especialmente para el caso de mi hermana, la primera niña latinoamericana que era tratada en dicho nosocomio.
Desde el primer momento hasta el día en que se le dio de alta, ocho meses después, los médicos estuvieron permanentemente con ella prodigándole todos los cuidados necesarios, reuniéndose constantemente para evaluar la evolución del tratamiento.
El premier Zhou Enlai muestra preocupación por “Meme”
Mi familia nunca perdió la fe en que “Meme” se recuperaría, pero tampoco nos imaginamos que el caso de mi hermana llegaría a preocupar a un alto dirigente chino como el primer ministro Zhou Enlai, un hombre muy querido por el pueblo chino y con miles de ocupaciones como para interesarse en el caso de una niña extranjera. Pero fue todo lo contrario. Para nosotros fue una bendición, estábamos asombrados de que tan ilustre personaje de la historia contemporánea china mostrara su interés. Este gesto nos ha unido por siempre con el primer ministro Zhou a quien apreciamos y le tenemos una enorme gratitud.
Relata mi padre que en una cena de expertos extranjeros, el primer ministro Zhou Enlai tuvo conocimiento del caso de la niña peruana. Conmovido por el hecho ordenó que no se escatimara ningún esfuerzo para salvarle la vida a “Meme”. Y durante todo el proceso de la enfermedad hasta el final cuando se recuperó, el primer ministro siempre estuvo informado. Cuando mi hermana salió del hospital, el alto dirigente chino le hizo llegar a mi padre y a mi familia sus felicitaciones por la recuperación de “Meme”.
Sangre china en sus venas
Como señalé anteriormente, era una época difícil para el país, escaseaban productos, entre ellos los antibióticos y otros medicamentos occidentales que se requerían para este tipo de casos. Pero los galenos chinos no se desanimaron y aplicaron un tratamiento que combinaba la medicina occidental con la medicina tradicional china. De esta manera atacaron las bacterias que se habían instalado en el bazo, el hígado y los pulmones.
“Meme” requería de transfusiones de sangre cada dos días y en el banco de sangre de China no había suficiente dotación de plasma y del tipo de sangre de ella. El equipo de médicos a cargo de mi hermana contactó a una unidad del Ejército de Liberación Popular de China estacionada en Beijing y fue cuando varios soldados chinos colaboraron donando su sangre a mi hermana cada dos días. ¡A “Meme” se le cambió la sangre por completo!
Ocho meses permaneció ella en el Hospital de los Niños de Beijing. Durante ese tiempo fue desahuciada dos veces, pero el tratamiento aplicado por los galenos chinos, así como las transfusiones de sangre, permitieron su mejoramiento.
A los ocho meses de nacida, “Meme” ya se había recuperado del todo y mis padres decidieron regresar a Perú. Pero los cuidados no terminaron cuando ella abandonó el hospital, sino que hasta la edad de diez años, cuando había oportunidad, era chequeada por doctores chinos.
En 1976, el 8 de enero, falleció el primer ministro chino Zhou Enlai. Puedo decir que la noticia conmovió no solamente a la población china, sino también a mi familia. Nuestra gratitud hacia él y al pueblo chino es eterna. Una enfermedad como la que tuvo mi hermana difícilmente se podía vencer en Perú o en otro lugar en ese momento. La dedicación, esmero y los cuidados que le prodigaron los galenos e incluso los soldados donando su sangre son invalorables, un ejemplo de solidaridad y respeto a la vida humana.
El Hospital Militar 301 repite la hazaña
Cuarenta años después de aquel conmovedor gesto que tuvieron los médicos chinos y el Ejército de Liberación Popular de China, al salvar la vida a “Meme”, se produjo otro gran hecho en mi familia. Mi padre, uno de los pocos expertos jubilados en China, fue diagnosticado con cáncer de hígado y riñón.
Sabemos que el cáncer de hígado es uno de los más agresivos que existe, que el tiempo de vida de los pacientes que presentan esta enfermedad, dependiendo de su estado, es limitado. Mi padre está radicado en Beijing de forma permanente desde hace 20 años. Ha sido testigo de todo el desarrollo económico y social del país. Al principio, sus familiares dudamos en decirle la verdad de su enfermedad, pero conociendo su carácter recio y amor a la vida, acordamos decirle el diagnóstico médico corroborado por varias instituciones hospitalarias.
Es entonces cuando él mismo comienza a investigar e indagar sobre la mejor forma de tratamiento para su enfermedad. Entre las opciones de hospitales que nos sugirieron, había una que nos llamó la atención y decidimos acudir allí para que se le brindara el tratamiento a mi padre. Era el Hospital Militar 301 de Wukesong.
Ya con la experiencia de mi hermana, no dudamos en ningún momento de acudir a dicho nosocomio, uno de los mejores de Beijing. Y no nos equivocamos. Los médicos que conforman dicho hospital son militares del Ejército que cuentan con una gran vocación de servicio al pueblo. En el caso de mi padre se conformó un equipo de especialistas en cáncer de hígado y riñón para tratarlo. A sus 80 años, mi padre logró salir airoso de esta gran prueba.
Los médicos liderados por el especialista en problemas hepáticos, el doctor Dong, no escatimaron ningún esfuerzo y cumplieron lo que nos habían dicho: “haremos todo lo posible por salvarle la vida a su padre”. Otro motivo más por el cual estamos agradecidos a los médicos chinos, al Hospital Militar 301 y al Ejército.
Hoy China no solamente registra a pesar de la crisis económica, un moderado crecimiento que lo apuntala como la segunda economía del mundo, sino que también avanza en materia de salud. Este sector está reformándose para adaptarse a las nuevas realidades que permitan una mayor cobertura que beneficie a toda su población, así como una mayor seguridad social y de asistencia sanitaria.
Casos como el de mi familia merecen destacarse por el sentido de humanidad y solidaridad que hemos podido encontrar en estos centros hospitalarios y en el pueblo chino.
*La autora es periodista peruana residente en Beijing.