Foro de Davos: contribuciones y responsabilidades de China
15 de enero de 2017. El presidente de China, Xi Jinping, pronuncia un discurso durante una ceremonia de bienvenida organizada por el Consejo Federal Suizo en Berna. Xinhua
Por XU YANZHUO*
Entre el 17 y el 20 de enero, el presidente de China, Xi Jinping, asistió al Foro Económico Mundial de Davos, celebrado en Suiza. Fue la primera participación de un máximo líder de China en dicha reunión anual, lo cual cobró una mayor importancia en el contexto mundial de una creciente tendencia antiglobalización. La participación del presidente Xi tuvo un notable significado para el desarrollo y fomento de la reforma de la gobernanza mundial y su ulterior progreso. Los cinco principales temas del evento fueron: reforzar y promover los mecanismos de cooperación mundial, establecer una dirección positiva y aumentar el consenso común, potenciar la economía mundial, reformar el capitalismo de mercado y responder a la “cuarta revolución industrial”.
Retos y oportunidades de China
2016 fue un año de grandes eventos en todo el mundo. Se suscitaron debates y discusiones sobre el desarrollo de la globalización y el proceso de regionalización. El enfoque para abordar los problemas mundiales ha cambiado en gran medida debido a la opinión pública, que hoy prioriza abrumadoramente los intereses nacionales y se va inclinando hacia el nacionalismo. El surgimiento de partidos de extrema derecha y de líderes populistas ha generado indiferencia en el consenso internacional y una identidad común. Al mismo tiempo, los conflictos y las confrontaciones mundiales se han enfatizado. Ante tal panorama, China tomó la decisión de participar en este foro, asumió una posición proactiva en el desarrollo de la globalización y propuso ante el mundo su iniciativa para una reforma de la gobernanza mundial.
Por una parte, el flamante presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había expresado su voluntad de reducir las responsabilidades de su país ante la comunidad internacional. Esto quedó evidenciado en su política de retirada del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, siglas en inglés), en su crítica al sistema actual de comercio y en su exigencia a sus aliados de compartir los gastos en seguridad. No queda claro si sus comentarios son una retórica política llamativa o un “arte de la negociación” con la intención de obtener ganancias. Sin embargo, sus palabras también encarnan la insatisfacción mundial, tanto en los países desarrollados como en los en vías de desarrollo, con el orden y el sistema internacionales actuales.
Esto no solo implica –como algunos comentaristas aseguran– que con el retiro de Estados Unidos, China pueda ocupar esa posición y lidere la gobernanza mundial. Lo que es más importante es que muestra también que los mecanismos existentes son incapaces de resolver los problemas actuales del crecimiento mundial y que ni los ciudadanos de países desarrollados o en vías de desarrollo se beneficiarán de una integración profunda.
Por lo tanto, el viaje del presidente Xi Jinping al Foro de Davos fue mucho más significativo que una apuesta declarada por el liderazgo mundial. Planteó una pregunta fundamental: ¿cómo es posible, en un entorno tan complejo, reforzar la confianza en la integración y mejorar la coordinación internacional para lograr un orden internacional más amplio y más justo?
La respuesta a tal interrogante reside en el llamamiento de China a la “democratización de las relaciones internacionales”, cuyo valor fundamental es lo opuesto al hegemonismo y al unilateralismo, un llamado a todos los países del mundo a solucionar los problemas a través de las negociaciones pacíficas, y alcanzar acuerdos conjuntos en asuntos internacionales.
China promueve la reforma de la gobernanza mundial
En un mundo en el que decrece la globalización, la presencia de Xi en la reunión de Davos fue claramente una apuesta por promover la cooperación y el crecimiento económico global.
Si comparamos el proceso de globalización en 2016 con una supercomputadora podemos ver que su hardware permanece intacto. La comunidad internacional sigue siendo una máquina complicada y polifacética, en la que las grandes potencias son creadoras y formadoras de normas y reglas internacionales. El software de la supercomputadora, sin embargo, ya no es compatible. El Brexit debilitó la integración de la Unión Europea, y las tensiones regionales y las caídas económicas condujeron al estancamiento del actual mecanismo comercial multilateral. Si separamos al hardware del software entonces podemos simplemente cuestionar la globalización para llegar a la conclusión de que el mundo se desarrolla hacia intereses individuales, lo cual es problemático. El software puede estar cambiando, pero el hardware no; es decir, los problemas mundiales no retroceden debido a la antiglobalización.
Mientras existan estos problemas, la cooperación internacional y la gobernanza mundial perdurarán. El viaje de Xi a Suiza no fue parte de la tendencia antiglobalización, sino más bien un esfuerzo responsable hacia el desarrollo de la gobernanza mundial.
La asistencia del presidente Xi al Foro de Davos confirmó la identidad y el papel de China en la reforma de dicha gobernanza. La geopolítica tradicional hace hincapié en los inevitables conflictos entre los poderes emergentes y los establecidos, en los que las potencias emergentes son consideradas las causantes de la inestabilidad. El viaje del máximo líder chino ha cambiado este punto de vista. En contraste con la vaga política exterior y la postura agresiva de Estados Unidos en las relaciones internacionales, la participación de China en la gobernanza mundial ha hecho a Beijing parte del statu quo y partidario del actual orden internacional.
El Foro de Davos ha servido durante mucho tiempo como una plataforma para que los líderes mundiales debatan temas globales. Desde que el entonces presidente Bill Clinton asistiera por primera vez al Foro hace 17 años, Estados Unidos ha sido su líder y sus contrapartes europeas, los principales actores. En esta oportunidad, China, antes considerada revisionista y desafiante del proceso de globalización y del orden mundial, ha optado por mantener el desarrollo actual hacia el multilateralismo, en respuesta al aumento de los graves problemas mundiales. Esto contrasta fuertemente con el enfoque regionalista e incluso aislacionista de Estados Unidos.
Claramente, la razón detrás de la decisión de China no es que el país se haya beneficiado más de la globalización, como algunos comentaristas sugieren. Por el contrario, si bien China se ha beneficiado del actual sistema internacional, también ha experimentado un impacto negativo en sus intereses. Su integración con la sociedad internacional también ha tenido efectos negativos. Lo que más ha apreciado China ha sido la estabilidad del orden internacional, en lugar del sistema en su conjunto.
En consecuencia, la postura y el papel de China en la gobernanza mundial son consistentes, lo que quiere decir que apoya la estabilidad del orden y la tendencia de la globalización, pero al mismo tiempo propone soluciones razonables para que esta sea más justa y equilibrada.
China estuvo representada en Davos por una delegación de alto nivel que presentó las propuestas del país sobre la reforma de la gobernanza mundial. Estados Unidos, como líder, siempre ha enfatizado su dominio y liderazgo en el orden internacional. Su valor fundamental es el de mantener una hegemonía benévola y de apoyar las alianzas, los estados democráticos y las economías de libre mercado de todo el mundo. Sin embargo, no ha asegurado propuestas efectivas sobre cómo garantizar la equidad, la justicia y la inclusión en el orden internacional, cómo equilibrar los intereses regionales y mundiales, o cómo fortalecer los mecanismos del mercado mundial.
China ha planteado soluciones que trascienden la tradicional contradicción entre los estados centrales y los marginados, y aboga por la coexistencia pacífica de culturas diversas. Diferentes sistemas políticos, estructuras sociales, gobernabilidad y situaciones económicas coexisten en el sistema internacional. Por lo tanto, aunque deben reconocer sus diferencias y contradicciones, los países deben también respetarse mutuamente y buscar la cooperación.
La participación de China en la reforma de la gobernanza mundial ha proporcionado un enfoque alternativo al mundo y ha creado también iniciativas y planes tangibles, como el del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y el Banco de Desarrollo de los BRICS. Además promueve zonas económicas regionales con la iniciativa de “Una Franja y Una Ruta”. Todo ello puede aliviar el desequilibrio del injusto sistema comercial actual y ofrecer oportunidades a los países en desarrollo.
*Xu Yanzhuo es investigador asociado del Instituto de Economía y Política Mundial de la Academia China de Ciencias Sociales.
10 de enero de 2017. Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, señala que el Foro de Davos espera la “voz de China” para explicar cómo viene ejerciendo un liderazgo responsable en los asuntos internacionales.