CHINAHOY

HOME

2011-June-27 18:23

Eugenio Ley Koo, legendario físico mexicano de origen chino

La embajada de China en México organizó una recepción con motivo del Año Nuevo Lunar Chino, Año del Tigre, la cual para los ciudadanos chinos radicados en México o que viajan a ese país fue, sin duda alguna, una ocasión muy importante, ya que la sede diplomática es como su propia casa, donde uno puede reunirse con viejos y nuevos amigos tras un año ocupado.

Yin Hengmin, embajador chino en México, y su esposa dieron la bienvenida a los invitados en el salón de la representación. En ese momento llegaron dos ancianos, el profesor Eugenio Ley Koo, del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y su esposa Cross, de nacionalidad estadounidense, a quienes el diplomático estrechó cordialmente la mano y felicitó por la llegada del nuevo año.

La pareja, muy sonriente, se dirigió lentamente hacia otros invitados y comenzaron a platicar con ellos. Me di cuenta de que ambos llevaban un emblema de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China. Ley Koo me confesó que acababa de volver tras su séptima visita al país en estos 28 años.

Desde que China y México establecieron relaciones diplomáticas en 1972, varios chinos arraigados en México o ciudadanos mexicanos de origen chino han realizado grandes contribuciones al intercambio en diversos ámbitos entre los dos países. Entre ellos destaca Ley Koo, reconocido especialista mexicano en física atómica y molecular, de 71 años de edad.

Días después, por la tarde, lo fui a visitar en su apartamento en la Villa Olímpica, cerca de la UNAM. Mi anfitrión y su pareja se sentaron juntos en el sofá que tienen en el salón de características chinas. El sol del atardecer proyectaba la luz en sus cuerpos, mientras Cross acariciaba lentamente la mano de Ley Koo.

Los padres de Ley Koo, después de llegar a México.

 

Acercarse a México

Ley Koo me señaló emocionadamente una foto colocada en el pasillo. Era una imagen que muestra la boda de sus padres, en la que su padre se ve seguro, determinado, y su madre delicada pero hermosa. A principios del siglo XX, los padres de Ley Koo abandonaron la localidad de Shaxi, en la ciudad de Zhongshan, de la provincia meridional china de Guangdong, y, prácticamente con las manos vacías, se desplazaron a México.

La situación política de este país norteamericano en los años 30 era caótica y la economía nacional atravesaba una gran depresión, por lo que al principio los dos sólo intentaban ganar el dinero suficiente para, en un par de años, regresar a China. Sin embargo, la guerra japonesa contra su patria cambió todo. Durante muchos años su sueño de volver no se pudo hacer realidad, ya que no contaban ni con el dinero básico para el viaje. Después del nacimiento de varios hijos, empezaron a pensar: “¿Por qué no quedarnos en México?”, y así lo hicieron. Vivían al principio en el estado de Sonora, en el norte del país, y luego se trasladaron a la Ciudad de México, donde cultivaron la tierra y abrieron una tienda para ganarse la vida. En 1946, la familia se mudó a la ciudad de Puebla, a unos 130 kilómetros de la capital, para montar un restaurante de comida china con un socio. Debido al fallecimiento de éste, en 1951, el establecimiento se vio obligado a cerrar y sus padres no tuvieron más alternativa que trabajar en otros restaurantes.

En aquella época dura, nacieron Ley Koo, sus dos hermanas y sus cuatro hermanos. Su hermana mayor, Zhenhua, nació en 1932, mientras la menor, Lihua, lo hizo en 1949. Aunque los padres se preocupaban por su trabajo, tenían una ambición distinta a los chinos de entonces y lograron que todos sus hijos fueran admitidos en la escuela.

El pasado está todavía fresco en la memoria de Ley Koo. Si no hubiera sido por la influencia del abuelo Tang Zhanyun en sus padres, su destino y el de sus hermanos hubieran sido diferentes. Tang Zhanyun fue un lingüista que siempre reiteró a la pareja la importancia de que los niños leyeran libros como la única manera de cambiar su clase social y su futuro. También les sugirió que estudiaran carreras de ciencias, para que les sirvieran más ante la posibilidad del regreso a China en algún momento. La madre de Ley Koo, Gao Jieyun, nació en una familia de educadores, pues su padre, su tía y su abuelo habían establecido algunas instituciones escolares y eran personas cultas y abiertas.

Los padres de Ley Koo soportaron toda clase de penalidades y estaban determinados a ofrecer educación a sus hijos, sin importar cuán mala fuera su situación económica. De esta manera, Ley Koo y todos sus hermanos pudieron asistir a la escuela y alcanzar por lo menos una formación universitaria, un hecho poco frecuente entre los chinos radicados en México en esos años.

La educación lo cambia todo

Tal vez para que los descendientes de la familia Li recordasen su origen, los padres de Ley Koo nombraron a los hijos con dos caracteres chinos que terminan con “Hua”, que en su idioma significa China.

Los siete hermanos de Ley Koo tenían madera para las ciencias. El propio Ley Koo y su hermano menor, Li Zhaohua, obtuvieron el doctorado en física en Estados Unidos, mientras que su hermano mayor, Li Jianhua, es máster en ingeniería nuclear. El segundo de sus hermanos, Li Binghua, obtuvo un certificado profesional de cardiología, y su hermana mayor fue una de las primeras investigadores de química nuclear de México. Todos han hecho importantes contribuciones en los ámbitos de la física, la química, la arquitectura y la medicina.

Ley Koo se graduó en la Facultad de Física de la Universidad de Puebla, en 1959, y debido a sus notas sobresalientes fue invitado a trabajar en el Comité de Energía Nuclear que recién se había establecido en el país. En 1960 entró en la Universidad de Indiana, EE.UU., para seguir sus estudios, completó el doctorado en Teoría de la Física Nuclear en 1964, con sólo 25 años de edad.

En el campus, Ley Koo conoció a una joven estadounidense guapa y abierta, Cross. Unos 40 años después, ella todavía recuerda con claridad el primer encuentro de ambos. Estaba en el comedor y lo vio, guapo, elegante y con cara de chino. Sintió como los latidos de su corazón se aceleraban.

¿Te enamoraste de él a primera vista, verdad?, pregunté.

Cross se mostró franca y se echó a reír. Aseguró que estaba segura de que le trataría bien, ya que era muy amable con sus compañeros. Posteriormente, Ley Koo desechó la oportunidad de trabajar en EE.UU. y volvió a la Universidad de Puebla y Cross lo dejó todo por él. Como dice un refrán chino, “cuando canta el marido, su mujer le sigue”, recordó ella en chino mandarín con poca fluidez.

Dos años después de su regreso a México, comenzó su investigación en la UNAM y se convirtió en profesor de la Facultad de Ciencias. Sus especialidades son la física nuclear, la física atómica y molecular y la física matemática. También imparte clases de física clásica y física moderna a los licenciados y posgraduados.

En el 2000 cumplió 35 años de trabajo en la UNAM y la dirección de la institución reconoció su contribución al centro. Ni siquiera el propio Ley Koo, que lleva decenas de años enseñando conocimientos con paciencia y habilidad a los estudiantes, puede contar cuántos jóvenes mexicanos ha formado. Sus estudiantes respetan y aman a ese profesor sabio que habla siempre muy despacio.

Ley Koo se dedica entusiastamente a difundir sus conocimientos sobre las ciencias entre el público y ha escrito varios libros sobre la historia de las ciencias. Según sus palabras, “la investigación científica sirve para aprender nuevos conocimientos y la educación tiene como objetivo enseñar esa sabiduría a los jóvenes, mientras que la difusión de conocimientos tiene su enfoque en el futuro de un país. La ciencia no tiene fronteras, por lo que con la ciencia hay que crear una vida mejor para la humanidad”.

Condecorado con la medalla académica SMF en 1987, Ley Koo asumió la presidencia del Instituto Mexicano de Física de 1988 a 1990 y en 1995 fue contratado como profesor invitado por la Universidad de Ciencia y Tecnología de China. Además, en 1997 resultó galardonado con el Premio Universidad Nacional en el ámbito de la educación científica.

También es académico de la Academia Mexicana de Ciencias, miembro del Instituto Americano de Física y la Asociación de Profesores de Física de EE.UU. y académico del Instituto de Ciencias de Nueva York.

Ley Koo y Cross visitaron la Filial Latinoamericana de la Revista China hoy, en México.

 

Hogar, dulce hogar

Contando con sus dedos, Ley Koo recordó que ha viajado a Chile, China, Italia, Brasil, Cuba y Guatemala, entre otras naciones, para impartir conferencias. Mantiene un sentimiento especial hacia el país de sus antepasados, que ha visitado en siete ocasiones en los últimos 28 años, y es testigo de los grandes éxitos que ha logrado en el ámbito de la educación científica, en especial la investigación sobre las altas tecnologías, después de que iniciara la reforma y apertura al exterior, hace 30 años.

“En las últimas tres décadas, China ha venido caminando hacia su objetivo de construir el país a través de la educación”, aseguró Ley Koo. La pareja llegó por primera vez a China en 1973, cuando ésta acababa de establecer lazos diplomáticos con México. En aquel entonces, ofreció numerosas conferencias en la Academia de Ciencias de China, la Universidad de Beijing, la Universidad Tsinghua, la Universidad Fudan, y la Universidad Zhongshan sobre el desarrollo de la investigación física en México.

En 1981 volvió a China y comenzó a enseñar física moderna en la Universidad de Ciencia y Tecnología de China. “Se abrió la puerta de China y los chinos comenzaron a conocer el exterior”, manifestó. Así que Cross, que enseñaba inglés en la universidad, fue objeto de mejor acogida que él, y hasta los profesores que intentaban trabajar o estudiar en el extranjero le consultaban sobre su idioma.

La tercera visita de la pareja a China tuvo lugar en 1986, cuando la mayoría de los profesores ya había vuelto al país tras cumplir sus estudios en el exterior y había empezado a impartir clases. “Ellos aprendieron y conocieron los logros más recientes de la física, lo cual supuso una fuerza inconmensurable para que China se pusiera al mismo nivel que el resto del mundo y se convirtiera en una de las naciones líderes en los estudios científicos internacionales”, comentó Ley Koo acerca del efecto positivo que ha tenido la reforma y apertura en la educación científica del país.

En los viajes posteriores, Ley Koo se dio cuenta de que las investigaciones físicas de China sobre las partículas habían logrado gigantescos progresos, lo que le permitió disponer de una plataforma más amplia a la hora de realizar intercambios académicos. En esas oportunidades, Ley Koo visitó los laboratorios de física de alta energía y mantuvo intercambios con los estudiantes y profesores. Gracias a este tipo de contactos, no sólo vio cómo iba incrementándose el nivel de las investigaciones científicas de China, sino también experimentó y elogió la amplia perspectiva de los jóvenes científicos chinos.

“Cada vez que viajo a China, veo algo diferente”, reconoció, mientras Cross también se deshizo en elogios al comentar el cambio de China. El ambiente académico nacional ha mejorado considerablemente en los últimos años, también se ha elevado el nivel de la investigación científica, lo que ha atraído a muchos extranjeros a seguir su carrera en la nación de sus antepasados.

Cuando Ley Koo enseñaba en la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, en 1981, auguró que si la situación política y económica del país permanecía estable, seguramente habría muchos mexicanos que optarían por estudiar en sus centros de educación superior. Ahora el pronóstico se ha hecho realidad y se muestra muy contento al ver una gran cantidad de jóvenes mexicanos cursando sus doctorados en las universidades más prestigiosas de China.

Hace poco tiempo, Ley Koo y Cross regresaron a México, tras concluir su séptimo viaje a China, en el que recorrieron el complejo de la Exposición Universal de Shanghai 2010, que se abrirá al público el 1 de mayo, experimentaron el gran cambio sucedido en el pueblo natal de sus padres, Shaxi, en Zhongshan, y vieron personalmente la sonrisa de sus familiares. Se emocionaron y se mostraron orgullosos.

“Siempre he querido viajar por China, por lo que cuando salimos de México, yo esperaba que este viaje no terminara nunca y que pudiera quedarme en China para siempre”, reveló con una expresión de alegría.

 

Entrevistas

  • Cumbre sobre el cambio climático de Durban
  • Serpiente emplumada americana y dragón chino
  • Guizhou Mirando hacia el futuro
  • Aprender español, la nueva moda
  • Actualidad de noviembre de 2011