Un tema difícil para la comunidad tributaria internacional
Evasión fiscal de las empresas transnacionales
Por LIU QIONG
A finales de la década del 90 del siglo XX, Google irrumpió en la red con su “no seas malvado” (don’t be evil), sin suponer que casi una década y media después, posicionado como el mayor buscador de Internet, su eslogan sería utilizado por el primer ministro británico, David Cameron, como muestra de su profunda insatisfacción por la evasión fiscal del gigante de la “g” y otras transnacionales. En el reciente Foro Económico de Davos, en Suiza, Cameron pidió la cooperación internacional para enfrentar el problema.
Según documentos recientes, en 2012, Google transfirió 6.100 millones de libras, unos 9.960 millones de dólares, por concepto de ingresos, a una empresa fantasma en las Bermudas, logrando evadir impuestos por un valor que supera los 1.000 millones de libras, unos 1.630 millones de dólares.
Equidad fiscal destruida
Datos de la Administración Estatal de Impuestos de 2004 indican que China sufría, cada año, pérdidas por 30.000 millones de yuanes por causa de la evasión fiscal de las transnacionales. “Con el aumento de la inversión extranjera en el país, seguramente, esa cifra se ha incrementado”, opina Yang Zhiqing, profesor de la Universidad Central de Finanzas y Economía.
Antes de 2008, la evasión de impuestos de las transnacionales en China era desenfrenada. Según Wang Jun, socio de la Alianza Internacional de Servicios de Impuestos de Precios de Transferencia Zhonghan, después de 2008 y 2009, la Administración Estatal de Impuestos adoptó medidas contra la evasión fiscal en China. Dichas medidas han contribuido al aumento de las recaudaciones fiscales, que, en 2011, aumentaron en 23.900 millones de yuanes, gracias a su implementación.
De acuerdo con la ley de precios de transferencia, las empresas transnacionales, a menudo, venden sus mercancías y distribuyen los costes a un precio de transferencia interno bajo, desde países con impuestos altos a países con impuestos bajos o paraísos fiscales; o a un precio de transferencia interno alto desde los países con impuestos bajos o paraísos fiscales a países con impuestos altos, de manera que disminuye la carga fiscal integral de las empresas asociadas en el ámbito mundial.
En China, por ejemplo, las empresas transnacionales introducen a precios altos las materias primas y, luego, venden a precios baratos los productos a las empresas relacionadas, por lo que, aparentemente, hay una pérdida de ganancias. “Así surge el fenómeno de dejar el PIB para China y trasladar las utilidades al extranjero”, afirma Wang Jun.
Otra forma de evasión fiscal es la utilización de los paraísos fiscales. Bahamas, las Islas Vírgenes Británicas, la isla de Man, Guernsey, Jersey, Bermudas y las Islas Caimán son países y regiones conocidos como “paraísos fiscales”, con casi cero de impuestos, por lo que atraen a un gran número de empresas a registrarse allí, causando un gran dolor de cabeza a muchas naciones. “Las empresas transnacionales se aprovechan, constantemente, de los paraísos fiscales, lo que afecta los derechos e intereses fiscales del país, así como los ingresos en ese campo y, como consecuencia, el principio de equidad fiscal ha sido destruido”, opina Yang Zhiqing.
En comparación con los países desarrollados, la lucha de China contra la evasión fiscal ha comenzado más tarde. Los países en vías de desarrollo, debido a las lagunas en la recaudación de impuestos y el sistema legal, son más vulnerables a ser víctimas de la transferencia de beneficios de las transnacionales. Según cálculos preliminares de instituciones no lucrativas, el volumen de ganancias transferidas desde los países en desarrollo llega a 35.000 millones de dólares, anualmente.
Aparentemente legal
“La medida que más toman las empresas transnacionales para evadir el pago de impuestos es utilizar las diferencias fiscales entre los países y los términos de tributación internacional para distribuir los recursos y buscar, al máximo, las ganancias. Esto es, aparentemente, razonable desde el punto de vista legal”, asegura Yang Zhiqing.
De hecho, Google no es la única firma estadounidense que evade los impuestos a través de medidas técnicas. Según The New York Times, entre las 100 grandes empresas cotizadas en los Estados Unidos, 83 toman el mercado donde se cotizan como paraíso fiscal para sus filiales. El sitio web de MSNBC considera que Google, News Corporation, Boeing, Oracle, Microsoft, Morgan Stanley, IBM y otros grandes grupos son ejemplos.
Google no se siente nada incómodo por su “manera inteligente de evadir los impuestos”. Al contrario, se muestra “muy orgulloso”. En los últimos tres años, Google logró trasladar las ganancias al exterior desde Irlanda y Holanda hasta las Bermudas, ahorrando 3.100 millones de dólares en impuestos. De acuerdo con datos de seis países, a través de la transferencia de beneficios, la tasa de impuestos en el extranjero de Google cayó al 2,4%, convirtiéndose en la de más baja tasa entre las primeras cinco empresas de su tipo (por su valor de mercado) en los Estados Unidos. La tasa impositiva de la mayor parte de los países europeos se sitúa entre el 26% y el 34%.
Martin A. Sullivan, ex economista del Departamento del Tesoro de los EE. UU., considera que la evasión fiscal razonable permite que la empresa sea muy rentable. “El tipo impositivo efectivo de Google es tan bajo que la consideramos una empresa excelente. Sabemos que Google opera en los países con alto nivel impositivo en el ámbito mundial, donde la recaudación tributaria llega a más del 20%”.
Por otra parte, hay quienes piensan que la evasión fiscal, aparentemente legítima, no es moral. Los políticos británicos creen que la conducta de Google consiste en evadir, completamente, su responsabilidad social.
“Las compañías transnacionales aprovechan las normas fiscales internacionales para conseguir la evasión fiscal. Pero deben hacerlo en un grado adecuado”, afirma Wang Jun. “La evasión fiscal razonable no debe violar el principio de la equidad y la justicia, ni perjudicar los intereses del Estado donde se encuentran. La responsabilidad social es lo mínimo que puede tener una empresa”.
La clave: un sistema
Aunque ahora ha vuelto a llamar la atención, hace años que existe el fenómeno de la evasión fiscal por parte de las empresas transnacionales. “Desde la agudización de la crisis, las finanzas de algunos países se han visto dañadas por el comportamiento de las transnacionales y muchas economías han sido afectadas por una crisis de deuda. Mientras tanto, las transnacionales disfrutan de los beneficios y lo que pagan no corresponde con lo que disfrutan, por lo que hay que tratar el asunto de manera seria”, enfatiza Wang Jun.
“Los intereses impositivos de un país deben ser defendidos con medidas legales y no solo mediante exigencias morales”, opina Liu Xiaobing, profesor de la Universidad de Finanzas y Economía de Shanghai. “La clave reside en que el país tenga un sistema antievasión efectivo y organismos con personal con talento para encontrar pruebas de evasión fiscal por parte de las transnacionales”.
Según Wang Jun, una gran cantidad de empresas transnacionales consideran los factores jurídico, cultural e impositivo en su proceso de distribución global. Agencias consultoras y firmas de contabilidad les ayudan a tener una plena preparación en el ámbito de los impuestos para su globalización. Las empresas transnacionales han optado por diseños impositivos más complejos, como respuesta a las, cada vez más, estrictas medidas antievasión, lo que dificulta, aún más, el trabajo de recaudación de los impuestos.
Para investigar y encontrar pruebas de las transacciones ocultas con fines de evasión fiscal, se requiere mucho tiempo, energía y técnica. China, por ejemplo, ha tenido que dejar casos pequeños para concentrar la energía en los casos más graves, por la escasez de personal y recursos, lo que ha propiciado que pequeñas empresas transnacionales hayan quedado impunes.
China también aprende de los métodos más eficaces en el ámbito internacional para luchar contra la evasión fiscal. “Sin embargo, poner fin a este fenómeno será un tema difícil para la comunidad tributaria internacional”, concluye Yang Zhiqing.