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2013-February-1 15:40

“Los chinos no adoptan modelos, ellos adaptan”



Por MICHAEL ZÁRATE

El surgimiento de China en la esfera mundial es objeto de numerosos estudios en el exterior. “Yo estaba intrigada por saber qué había detrás de todo este crecimiento económico”, menciona Patricia Rodríguez Hölkemeyer, investigadora de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica, quien llegó a Beijing para presentar su libro Sistema político chino, más allá de los estereotipos, en la sede del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales. Rodríguez, quien llevó estudios de posgrado en la Universidad de Harvard, formó parte del equipo que abrió la Embajada de Costa Rica en China en 2007 y, desde entonces, comenzó a indagar respecto a los mecanismos políticos que han permitido el ascenso del país.

 

Patricia Rodríguez Hölkemeyer
 

China Hoy (CH): Sistema político chino, más allá de los estereotipos es un título atractivo. ¿Cuál cree que es el principal estereotipo que en el exterior hay sobre la política china?

Patricia Rodríguez Hölkemeyer (PRH): El principal estereotipo es que se piensa que es un sistema político vertical, dirigido por un partido todavía de estilo leninista, en el que las cosas se deciden de arriba hacia abajo y en el que todo el mundo obedece. Y se le quiere recetar a China la democracia occidental de una manera un tanto arrogante. Lo que yo me propuse era ver el sistema político chino con ojos más chinos que occidentales y sin pensar en que nuestro sistema es superior. Quería ver si había algo en los ámbitos político y cultural detrás de este gran desarrollo económico.

CH: Si bien las noticias que más se escuchan sobre China en América Latina tienen que ver más con la economía, ¿cuán importante ha sido el sistema político para el surgimiento –o, más bien, resurgimiento– de China en el plano mundial?

PRH: Definitivamente ha habido una interrelación entre ambas cosas. No se puede pensar que un país puede tener un gran desarrollo si políticamente es un país vertical. Eso fue lo que me propuse: ver qué había en el sistema político chino que pudiera servirle a Occidente para aprender y no solo para criticar.

CH: Hace unas semanas, el diario español El País señaló que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, está preparando un plan económico inspirado en los planes quinquenales chinos. Es decir, estamos hablando de la necesidad de rescatar esa visión a largo plazo. ¿Qué piensa usted?

PRH: Yo pienso que la forma como están diseñados los sistemas políticos occidentales casi no permite pensar en el largo plazo. Precisamente, son los intereses electorales los que más entran en juego y, entonces, es muy difícil que un país tenga un aprendizaje y una internalización de lo que han sido sus aciertos y fracasos para poder delinear una meta. El pensar a largo plazo es una tarea que debemos comenzar a realizar y para eso tenemos que reprogramarnos porque nuestra vida está hecha para pensar en el corto plazo. Me parece excelente que Brasil vea la ventaja que puede tener el sistema chino y que es necesario pensar un poquito más a largo plazo.

CH: Durante muchas décadas, por ejemplo, la palabra “planificación” estuvo casi vedada en las políticas latinoamericanas porque se pensaba que eran propias de regímenes estatistas.

PRH: En primer lugar debemos entender qué cosa es planificación y cómo la ven los chinos. Ellos no tienen la visión de que hay una sola manera de llegar a una meta o que una sola visión debe estar predeterminada en un plan. Por el contrario, los chinos han procedido de una manera pragmática, por ensayo y por error. El futuro, como dicen algunos, no se hace en línea recta. El futuro tiene muchos vericuetos, muchos momentos en los que se avanza dos pasos y se retrocede uno. Hay que ver el futuro como un árbol de decisiones y así delinear el camino a seguir basándose siempre en una observación de la realidad, la cual es cambiante. El desarrollo institucional de un país es dependiente de su propia trayectoria. Por eso tampoco se puede trasplantar lo que ha funcionado en China a otro país, donde hay una tradición, una cultura o un sistema político totalmente diferente.

 

El libro Sistema político chino, más allá de los estereotipos. Fotos de Dong Ning
 

CH: Entonces, ¿qué camino podrían seguir los países latinoamericanos, teniendo en cuenta que en sus sistemas políticos hay alternancias en el poder? Hay esfuerzos para elaborar acuerdos nacionales: Perú lo hizo en 2002 y México ha suscrito uno en 2012. ¿Ese es el camino a seguir para paliar esa falta de visión a largo plazo?

PRH: Depende de quién hace la visión y cómo la hace. Una visión a largo plazo puede ser una visión incorrecta. De los chinos tenemos que aprender el proceso top down-bottom up (de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba). Hay todo un mecanismo de retroalimentación que es importante tener en cuenta. Nuestro sistema político tiene que encontrar la forma en la que el gobernar sea también un aprendizaje. A veces, cuando es una lucha partidaria ese aprendizaje no se da, se pierde. Cuando uno llega al poder deshace lo que hizo el otro. Nuestras elecciones también se han convertido en la ocasión para mentir. Y eso hasta lo aceptamos. Es un error que tenemos que revisar.

CH: Cuando en el exterior se habla de China se toca también mucho el tema de la ideología. ¿Cuán ideologizado cree usted que está el sistema político chino?

PRH: No creo que esté muy ideologizado. Más bien ideologizados estamos en Occidente. Por ejemplo, en Estados Unidos el Partido Demócrata o el Partido Republicano tienen ciertas visiones y les es muy difícil llegar a un consenso. Hemos visto lo difícil que ha sido para Barack Obama tomar decisiones con relación al fiscal cliff (abismo fiscal). Si bien los chinos tienen a largo plazo la meta de llegar al estado socialista con características chinas, a una sociedad de crecimiento económico estable y a un nivel de vida acomodado para la mayoría de la población –y eso tal vez sea algo inherente a la ideología marxista–, no es la aplicación de una ideología a los problemas del momento. Más bien, Deng Xiaoping decía: “Hay que liberar la mente de las ideologías y comenzar a pensar en función de los hechos mismos”. El chino es eminentemente pragmático y está en su cultura confuciana la capacidad de llegar a consensos.

CH: Esta concepción del confucianismo sobre “la unidad en la diversidad” es interesante y nos recuerda la idea de “un país, dos sistemas”. Como se preguntaba usted en su conferencia, ¿por qué esta diversidad no ha hecho colapsar al sistema político chino?

PRH: Yo me refería a la idea de Kenneth Lieberthal, renombrado académico del Brookings Institution, quien pensaba que el localismo chino, muy metido en la cultura confuciana, y la autonomía de las distintas localidades iban a provocar una división en estados separados y que todo iba a colapsar. Pero en la lógica no digamos aristotélica, sino confuciana es perfectamente compatible la idea de la diversidad dentro de una unidad. Por eso el Partido Comunista de China, con su idea de centralismo democrático, ha sido el elemento aglutinador que le ha dado unidad a China. Se puede decir que China no solo es “un país, dos sistemas”, sino “un país, mil sistemas”. Pueden coexistir dos ciudades cercanas geográficamente, pero una organizada como un estado marxista y la otra, como un sistema liberal manchesteriano. Lo que irónicamente hemos visto de Occidente es una intolerancia a la diversidad de sistemas. Occidente siempre ha creído que el sistema político está cerrado, que no hay nada más que aprender y que el mundo tiene que ser un calco de ese sistema perfecto que se supone que es la democracia multipartidista occidental. Y puede ser que haya países que tengan un desarrollo democrático con instituciones completamente diferentes. Occidente debe dejar de ser tan arrogante al pensar que le puede decir al resto del mundo cómo debe organizarse políticamente.

CH: Si bien ha habido arrogancia, en Occidente también surgieron principios importantes, producto de un pensamiento crítico de siglos, como la idea de que el poder reside en el pueblo, la independencia de poderes o el rol de las mujeres, quienes ahora dirigen los destinos de un país, como es el caso de Costa Rica. ¿Hay algo que China podría aprender de la democracia occidental?

PRH: Absolutamente. Los chinos siempre han tenido esa voluntad de aprender. A Confucio se le decía el ilustrado porque siempre estaba en una actitud de aprendizaje. Los chinos siempre han querido aprender de Occidente, con excepción de esa etapa histórica en la que decidieron separarse de Occidente y se perdieron la Revolución Industrial. Pero los chinos dicen: “Nosotros adaptamos, no adoptamos”. Sin duda, los chinos saben cuáles son los valores importantes de Occidente que ellos quieren adaptar, pero no se debe pensar que todo tiene que ser con el mismo tipo de instituciones y de la misma forma que se hizo en Occidente hace 200 años. Ahora estamos en otro momento histórico.

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