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2012-February-29 12:55

Las fábricas de plantas

Por TANG YUANKAI

Un empleado de la empresa Kingpeng en el área de cultivo con rayos solares artificiales. Xinhua

Desde los tiempos antiguos, la agricultura ha dependido de la tierra cultivable, es decir, del “cielo”, una situación que los científicos intentan hoy cambiar, con la finalidad de que la cosecha de cereales y verduras dependa menos de condiciones naturales, como la tierra, el ambiente o el clima. He ahí el origen de las llamadas “fábricas de plantas”. La primera de gran magnitud en China ya ha sido puesta en marcha en el distrito de Tongzhou, en Beijing, sobre una superficie terrestre de 1.289 m2.

Consideradas como los mejores exponentes del desarrollo de la agricultura bajo techo, las “fábricas de plantas” emplean tecnología biológica y de plantación, tecnología informática y una automatización mecánica en conjunto, las cuales han permitido elevar el nivel de cultivo, así como la cantidad y calidad de los productos. Por todo ello, se espera cumplir con el sueño de que la producción se realice también en tierras no cultivables, como desiertos, islas, superficies acuáticas, regiones polares o, incluso, rascacielos. Actualmente, sólo unos cuantos países, como Japón, Estados Unidos u Holanda, dominan dicha tecnología.

La fábrica de plantas de Tongzhou es un importante proyecto experimental científico-tecnológico de la Comisión de Ciencia y Tecnología de Beijing, y es fruto de tres años de investigación por parte del Instituto de la Maquinaría Agrícola de Beijing y la empresa de tecnología de punta Kingpeng. “Hemos llegado a dominar la tecnología central y poseemos ya los derechos de propiedad intelectual”, destacó Tian Zhen, director del Instituto. La fábrica de Tongzhou viene aplicando hoy la tecnología, los instrumentos y los equipos más avanzados en este sector.

Vista desde lejos, la fábrica de Tongzhou se parece más a un portaaviones, en el que los árboles frutales, las hortalizas y las flores están completamente remojados en el líquido alimenticio. Cada factor, como la temperatura, la humedad, la iluminación, la densidad del dióxido de carbono y la corriente de aire, es supervisado por computadoras inteligentes, quienes pueden también controlar y modificar la forma y el sabor de los cultivos. Los chips instalados dentro de las plantas permiten saber en todo momento cuáles son sus necesidades (el “pensamiento” de la planta, dirían algunos), lo cual ayuda a que los empleados controlen de forma mucho más precisa el ambiente de cultivo.

En la cabina destinada a los retoños, hay una especie de plataforma –de apenas 1 m2– en el que se puede cultivar entre 5.000 y 6.000 plantones de lechugas, diez veces más que en un ambiente natural. Gracias a los múltiples mecanismos de esta plataforma, la superficie de operación puede ser ampliada y las plantas pueden crecer sobre soportes tridimensionales de varios niveles, sin la necesidad de que estén alineadas, como ocurre en el campo. Todo ello permite que la superficie cultivada sea mucho mayor que la de un habitual sembrado.

Los trabajadores de Kingpeng supervisan el suministro de líquido alimenticio. Xinhua

Si bien el crecimiento de todas las especies depende del sol, la fábrica de Tongzhou usa –además de rayos solares naturales y artificiales– una fuente de luz artificial LED, la cual ha sido instalada en cada soporte de cultivación y desempeña un importante papel en el cultivo. Además de ello, la generación de energía solar le permite a la fábrica reducir en gran medida su consumo energético y, por ende, sus costes.

Tanto el ambiente de cultivo como sus condiciones pueden ser controlados por los empleados. Las frutas y los vegetales crecen por ciclos y se cosechan por varias temporadas. Cada una de éstas dura apenas 20 o 30 días, un tiempo mucho menor que el de un cultivo habitual. Las frutas y vegetales maduros ingresan de inmediato a la “zona de cosecha”, donde son empaquetados de acuerdo con las necesidades del cliente. Finalmente, son trasladados a almacenes frigoríficos, donde aguardan su salida de la fábrica.

Una fábrica de 1.300 m2 puede producir anualmente 15 millones de plantones de hortalizas y frutas de alta calidad. Cheng Cunren, subdirector del Instituto de la Maquinaría Agrícola de Beijing, quien participó en el diseño de la fábrica de Tongzhou, sostiene que en un futuro se pondrán en marcha numerosas “fábricas de plantas”, conforme con las diferentes regiones del país y sus diversas demandas.

La fábrica de Tongzhou ha sabido desarrollar el cultivo de especies que forman parte de la dieta habitual de los chinos y que, además, pueden ser conservadas en los frigoríficos. En un futuro nada lejano, muchas familias podrían, incluso, contar con un “huerto inteligente” en sus casas.

Todo lo cultivado en Tongzhou crece en un entorno limpio, por ello, no se requiere del uso de insecticidas, lo que le da a los productos una mayor salubridad. Verduras y frutas pueden ser consumidas directamente sin lavarse.

Hace muchos años se puso en marcha en Changchun, provincia de Jilin, la primera “fábrica de plantas” con fuente de luz artificial LED de la parte continental de China, la cual fue obra del Instituto de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable en Agricultura de la Academia de Ciencias Agrícolas de China. Según el investigador Yang Qizhang, los rayos solares son bandas completas que incluyen luz roja, azul y rayos infrarrojos y ultravioletas. Sin embargo, las pruebas demuestran que las plantas absorben principalmente las dos primeras. “En cierta medida producimos una fuente artificial de iluminación con luz roja y azul, suficiente para satisfacer la necesidad del crecimiento de la planta, sin que su calidad se vea afectada”, asegura Yang.

En el Parque de Ciencia y Tecnología Agrícola de Anzhen, en la ciudad de Wuxi, la Cooperativa de Compra y Venta de Wuxi y la empresa japonesa MKV establecieron otra “fábrica de plantas”, la cual fue puesta en marcha en octubre de 2011. Allá se emplean películas de multifunción, que han sido resultado de las investigaciones llevadas a cabo por la referida compañía japonesa. Las películas, sorprendentemente, actúan como insecticidas, lo que ha disminuido en gran medida la posibilidad de que los cultivos se vean afectados por bacterias e insectos.

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