Régimen, planificación y confucianismo
Las reflexiones de Alan García, ex presidente de Perú, sobre el desarrollo chino.
Por MICHAEL ZÁRATE
28 de septiembre de 2012. Ceremonia de conmemoración por el 2563° aniversario del nacimiento de Confucio en el Templo de Confucio, Nanjing. CFP
El 7 de julio pasado, Alan García, ex presidente de Perú (1985-1990 y 2006-2011), llegó por octava vez a China, aunque en esta oportunidad para ofrecer una exposición en el Foro Mundial por la Paz, organizado por la Universidad Tsinghua. Interesado desde hace muchos años en la cultura china, García Pérez recibió durante su segundo mandato la visita en Lima del presidente Hu Jintao. Actualmente, China es el principal socio comercial de Perú. Con todos esos antecedentes, China Hoy dialogó en exclusiva con el ex mandatario sobre las razones del veloz crecimiento experimentado por China en estas últimas décadas. A continuación, sus opiniones.
Los beneficios de la política seguida
Para García, el raudo crecimiento de China se ha debido, en buena medida, al grupo de dirigentes chinos y a su sistema político. “No debemos olvidar que China era antes un país exactamente contrario al de ahora: un país de colectivismo, en el que la principal preocupación no era la innovación tecnológica”, recordó.
En opinión del ex mandatario, la razón fundamental de esta auspiciosa situación fue “la brillantez de la generación de Deng Xiaoping”. “Yo he enarbolado siempre la figura de Deng Xiaoping como el ejemplo más extraordinario de liderazgo. Lo que ocurre en China es la mayor revolución social de la historia, y no solo del siglo XX. En el siglo XX tuvimos una llamada ‘revolución social’ que solo condujo a la mayor miseria de todo un gran pueblo, comparado al desarrollo que tenían otros pueblos”, sostuvo.
García –líder, además, del Partido Aprista Peruano– cree que lo hecho en China en las últimas tres décadas demuestra que un pueblo “puede comer muchísimo más, vivir muchísimo mejor y hacerlo en proporciones inmensas y crecientes”. “Y eso se llama revolución”, reiteró. En ese sentido, volvió a resaltar la figura de Deng, pues –en su opinión– se dio cuenta en la década de 1970 de los primeros indicios de un capítulo nuevo en la historia de la humanidad: el capítulo informático y de las comunicaciones. “Deng Xiaoping es una de las personalidades mayores de la historia humana y todavía no somos conscientes de su inmensa importancia”, valoró.
En cuanto a la dirigencia china, García consideró al ex presidente Jiang Zemin como uno de “sus grandes actores”. “Ciertamente, el señor Deng fue una personalidad de gran inspiración, pero Jiang Zemin tuvo la inmensa virtud de poner todo eso en forma desde el Estado”, dijo. Del mismo modo, García expresó una admiración por el actual presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao. De este último señaló que le parece “un político muy inteligente”. “El sistema político chino no es un sistema dinástico, de apellidos o de familias. Es un sistema de selección de personas, dentro de ciertos objetivos”, refirió el ex mandatario peruano, quien cree que el sistema chino está resultando “enormemente inteligente”.
El secreto está en la planificación
En otro momento de la conversación, García expresó las lecciones que le dejaron sus numerosos viajes a China. Por mencionar un caso, para él fue una enorme inspiración su visita a China en 2004, dos años antes de ser nuevamente elegido presidente en Perú. “Aquella vez volvía después de muchos años y pude ver la transformación del país”, señaló.
Sin embargo, en su memoria figura mucho el año de 1983. “Esa vez tuve el privilegio de conversar con Deng Xiaoping y con el presidente Li Xiannian, en una noche maravillosa cerca de la Ciudad Prohibida. Y allí escuché por primera vez sobre el proyecto de modernización de la zona de Shenzhen y de las cercanías de Beijing, a donde fuimos, además, a verificar qué es lo que se iba a hacer. En ese momento no eran más que extensiones planas con proyectos de infraestructura”, rememoró.
García reconoció que, en aquel entonces, no pudo ver con claridad que el capítulo nuevo de la tecnología informática sin fronteras iba a traer medios de inversión gigantescos en el mundo, lo que sí estuvo –recuerda él– en la mente de Deng Xiaoping. “Si los países no lo saben aprovechar hoy es porque están viviendo bajo el concepto del siglo XX, que es un siglo muy antiguo. Para mí hablar del siglo XX, con su revolución soviética y sus guerras, es como hablar del siglo X y sus pestes. Aquí hay que pensar con mayor velocidad y si algunos gobernantes no lo hacen, qué pena por ellos y peor por sus pueblos”, advirtió.
A su vez, García consideró que China, país que milenariamente ha tenido una conducción central, brinda hoy mejores condiciones de trato a los países, por ejemplo, a la hora de negociar un tratado de libre comercio (TLC). “Actualmente en el mundo hay un capitalismo ordenado y planificado, pero también un capitalismo desordenado, al cual se le llama democrático, pero con el que es muy difícil tratar”, cuestionó.
“Usted puede hablar con el presidente de una gran nación, pero no conseguirá que ni la más pequeña empresa de ese país, a consecuencia del diálogo entre presidentes, invierta. China es otra cosa. China tiene una planificación de largo plazo, que no es voluntad solamente del grupo dirigente, sino que es una imposición de la realidad”, argumentó.
La vigencia del confucianismo
En muchas ocasiones, García ha expresado su estima por el pensamiento “profundo e histórico” del pueblo chino. Cuando le preguntamos por qué cree que lo que viene ocurriendo en el mundo de hoy guarda mucha relación con el pensamiento chino, nos responde que en este nuevo espacio de alta velocidad, de creatividad y de abundancia de medios de pago –creados por esa misma velocidad– se requiere algo que es sustantivo: competitividad.
El ex mandatario sostuvo que, años antes, los mercados nacionales o continentales se defendían de la competencia de otros a través de recursos legales o de considerar mercados como propios. Por el contrario, la competitividad de estos tiempos no tiene “ningún límite ni frontera”, y el pueblo que tiene más laboriosidad, más disciplina y que es capaz de producir mayor cantidad de bienes con menor cantidad de recursos es el pueblo que marcará la velocidad absoluta en este nuevo espacio.
“Y esa velocidad absoluta, por el momento, la está marcando el pueblo chino. Lo que ocurre en Europa es, entre otras cosas, producto de su irresponsabilidad de abundancia social. Distribuir sin producir. Pero eso habría podido continuar si no hubiera hoy en el mundo un referente que impone una competitividad mayor, y ese es China”, puntualizó.
No obstante, si bien en el mundo de hoy hay más libertades, más medios de comunicación y más formas de producción de riqueza, ¿por qué China presenta esta situación? ¿Acaso todo esto no demandaría una mayor capacidad del pueblo chino?
García cree que se debe a lo que se llama “una personalidad básica”, usando los términos del antropólogo y psicoanalista estadounidense Abram Kardiner. En ese sentido, García sostiene que hay elementos básicos en la personalidad del pueblo chino que vienen desde hace miles de años, como el reconocimiento a la autoridad, el trabajo colectivo, el respeto al pasado y a los ancestros, el concepto de armonía y de un nivel de tolerancia al esfuerzo y al dolor, que son diferentes a los de las sociedades occidentales.
“Y es gracias a estos aspectos, reconocidos en la filosofía de Confucio hace 2.500 años, que China tiene hoy mayores capacidades productivas, mayor disciplina y laboriosidad y, por consiguiente, está marcando las velocidades derrumbando países que son como las cigarras de la fábula: han bailado mucho durante el verano y están sufriendo ahora durante el invierno. El invierno de este tiempo es la competencia entre los países”, finalizó el ex presidente peruano.
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China y América Latina
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