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China, el fútbol y el Mundial

Source:China Hoy Author:ANDRÉS LÓPEZ RODRÍGUEZ*
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Una vez más, y como sucede periódicamente cada cuatro años, los millones de aficionados al fútbol en el mundo viven un periodo indefinido de depresión y tristeza, una sensación de pesadumbre parecida a la que experimenta el adicto al tabaco cuando decide dejar de fumar. El Mundial de Rusia ya es historia y por delante quedan cuatro largos años hasta que llegue el de Catar. Fútbol, claro, hay prácticamente todos los días, pero comparados con el Mundial, los partidos que vienen son como chicles o parches de nicotina, casi un placebo.

 

Esa triste sensación de orfandad también se da en China, pese a que su selección no participó en el Mundial de Rusia. De hecho, hasta hoy, solo ha competido en la fase final de un Mundial: la de Corea y Japón de 2002, donde jugó tres partidos, encajó nueve goles y no marcó ninguno. Una actuación más que discreta que en China, sin embargo, recuerdan con inmenso cariño todos los aficionados al fútbol. Perder en un Mundial puede ser decepcionante; no participar siquiera es, como mínimo, dramático.

Niños del equipo de fútbol de la Escuela Primaria Experimental del Distrito de Huairou, en Beijing.

 

China en Rusia 2018

 

Y, sin embargo, a su modo y paradójicamente, China estuvo este año más presente que nunca en el Mundial. Y lo estuvo gracias a su afición, una de las más numerosas en Rusia y que bien se hizo notar en las gradas de los estadios. Ningún país no clasificado para jugar la fase final aportó más aficionados que China, salvo Estados Unidos. Fueron decenas de miles los chinos que se desplazaron hasta Rusia. Algo más de 40.000, según la FIFA, 60.000 según la prensa especializada china y hasta 100.000 según las cuentas de la prensa rusa. En todo caso, muchísimos más que los 7400 que fueron a Brasil en 2014. Actualmente, los turistas chinos gastan al año fuera de su país 260.000 millones de dólares; el doble que los turistas estadounidenses. Y así, el Mundial de Rusia contó, por ejemplo, con más espectadores chinos que ingleses, a pesar de que Inglaterra cayó en semifinales y de que cuenta con una de las aficiones más fieles del planeta.

 

La presencia china en Rusia fue, además, empresarial. El escándalo de sobornos en el que se vio envuelto la FIFA, y que acabó con la era de Joseph Blatter, convirtió al máximo organismo mundial del fútbol en un compañero de viaje indeseable para muchas compañías occidentales. Algunas de ellas, multinacionales como Johnson & Johnson, Sony o BP’s Castrol, vinculadas desde hacía mucho tiempo a la FIFA, optaron por dar un paso al lado para evitar que el escándalo salpicase su reputación. La FIFA, que tiene en los patrocinadores su segunda fuente de ingresos en importancia tras la venta de los derechos televisivos, se vio de pronto necesitada de sponsors. Y el mundo empresarial chino, que nada tenía que ver con cuanto había sucedido en la FIFA anteriormente, aprovechó su oportunidad.

 

El resultado fue, por ejemplo, que los espectadores asistieron en cada partido a la proyección de un comercial del Grupo Mengniu, productor de leche y yogur de Mongolia Interior. O que se familiarizaron con la marca de teléfonos móviles Vivo, una empresa que pagó 465 millones de dólares, según publicaron en su momento diversos medios, por un contrato de patrocinio de seis años en los que se incluyen los Mundiales de Rusia y Catar y la Copa Confederaciones. Otra empresa china de las que se vinculó a la FIFA fue Hisense, que vende televisores y neveras. Pero la que apostó más fuerte fue Dalian Wanda, el grupo en manos del multimillonario Wang Jialin, y que es el mismo que ha puesto su nombre al estadio Metropolitano del Atlético de Madrid. Su compromiso con la FIFA es para los próximos cuatro mundiales y en calidad de socio, es decir, como uno de los principales patrocinadores del organismo, como lo son marcas de renombre internacional como Adidas, Coca Cola, Gazprom o Visa.

 

Todo lo anterior no es un asunto menor. Se espera que China se postule para organizar el Mundial de 2030, y el hecho de que un buen puñado de sus empresas estén alimentado a la FIFA con su dinero será un factor de peso a la hora de tomar la decisión. De ser así, los aficionados chinos no tendrían que viajar y, lo que es más importante, podrían animar a su selección, dado que la anfitriona se clasifica automáticamente, en lugar de aquellas selecciones extranjeras por las que sientan más simpatía. Y, sin embargo, esto no deja de ser un atajo que en nada se acerca a una verdadera solución.

 

14 de junio de 2018. Los aficionados chinos celebran la inauguración de la Copa Mundial Rusia 2018 fuera del Estadio Luzhniki en Moscú. Fotos de Cnsphoto

 

Lo que China necesita

 

Porque lo que China desea en realidad es convertirse si no en una potencia mundial, sí en una de esas selecciones que acude con cierta regularidad a las fases finales del Mundial. Es un deseo del pueblo chino y de su presidente, Xi Jinping, un gran aficionado al balompié que, como ya contamos en China Hoy, ha decidido convertir a su país en una potencia del fútbol para el año 2050.

 

Según dijo en una entrevista a la prensa brasileña Luis Felipe Scolari, exseleccionador de Brasil y Portugal, China estará en disposición de clasificarse para un Mundial en un plazo de entre siete y diez años porque “está comenzando a dar los pasos” y porque cuenta con un presidente que “adora e incentiva el fútbol”, al cual, destacó Scolari, ha convertido en materia obligatoria en los colegios del país.

 

¿Es demasiado optimista Scolari? Si alguien conoce bien el fútbol del gigante asiático es él. A sus órdenes conquistó tres veces el Guangzhou Evergrande la Superliga China y una Liga de Campeones de Asia. Sin embargo, cualquier espectador atento sabe que, de momento, el fútbol chino está todavía demasiado lejos del europeo, el gran dominador en Rusia.

 

Los futbolistas chinos, por ejemplo, no disputan las grandes ligas. Croacia, un equipo bendecido en este Mundial, es un país de 4,5 millones de habitantes que cuenta con 16 futbolistas con contrato en algún equipo de las cinco principales ligas del mundo: la española, la inglesa, la italiana, la alemana y la francesa.

 

Como los futbolistas chinos no salen al extranjero, fundamentalmente porque todavía no despiertan el interés de los grandes campeonatos, la Superliga china ha optado por poblar de extranjeros su propio campeonato. Y el resultado, de momento, está lejos de ser el esperado.

 

China va a necesitar algo más. Lo sabe mejor que nadie Marcelo Lippi, seleccionador de China. El veterano técnico italiano está trabajando para dar entrada en el equipo nacional a los jóvenes valores de la Superliga china con el objetivo de construir un equipo, más que una selección. Pero el gran reto de China es dar continuidad a ese trabajo. Conseguir categorías inferiores tan competitivas como el principal torneo del país y hacer que sus niños sueñen con ser grandes estrellas del balón. ¿Lo conseguirá? Scolari y otros expertos como él creen que sí.

 

 
 
*Andrés López Rodríguez es periodista español independiente afincado en China.

 

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