Es probable que a buena parte de los aficionados al deporte no les digan gran cosa los nombres de Li Hang, Cao Yupeng, Xiao Guodong o Yan Bingtao. Es posible incluso que no les diga nada el nombre de Ding Junhui. Y no es extraño, puesto que estamos hablando de jugadores de snooker, una disciplina deportiva de muy escasa raigambre en los países hispanohablantes. No en todo el mundo es así, claro, y allí donde el snooker es apreciado como lo que es, un deporte de extrema dificultad y precisión, de una tremenda exigencia mental, bien saben que todos estos jugadores proceden de China, actualmente la principal cantera de jugadores del planeta.
De todos ellos, el más reconocible para el gran público es Ding Junhui, el mejor jugador que ha dado nunca China y una buena razón por la que en este país asiático se multipliquen las mesas de snooker. Barry Hearn, presidente de la Asociación Profesional de Billar y Snooker, definió a Ding como “una superestrella del deporte en China”. Una definición que tal vez se quede corta por lo mucho que le debe el mundo del snooker a Ding. En 2016, cuando Ding disputó la final del Campeonato del Mundo, que desde 1927 se celebra en Sheffield, Inglaterra, y que es la más importante competición del año, 210 millones de aficionados chinos siguieron la partida por televisión, lo que supone el doble de espectadores de los que cada año ven la final de la Super Bowl.
No es una cuestión menor, puesto que el snooker debe su popularidad precisamente a la televisión. En 1969, un hombre llamado David Attenborough, responsable entonces de la programación de la cadena británica de televisión BBC, organizó la primera edición de un torneo de snooker llamado Pot Black. El objetivo era mostrar el potencial técnico de la televisión en color. Desde entonces, la popularidad del snooker no ha dejado de crecer, especialmente en el Reino Unido, la Mancomunidad de Naciones y los países de Asia Oriental, entre ellos China. Y en ello, ha tenido mucho que ver Ding Junhui.
Aficionado al snooker en una sala de billar de Beijing. Dong Ning
A simple vista, el snooker es parecido al billar americano, aunque se juega en una mesa notablemente más grande. Se juega con una bola blanca, que es la que se golpea con el taco, 15 rojas y seis de color. Las rojas valen un punto y las de color valen de dos a siete puntos, siendo la amarilla la menos valiosa y la negra la más valiosa. Los jugadores tienen que embocar todas las bolas en los seis agujeros o troneras que hay en la mesa, y tienen que hacerlo en orden, alternando una bola roja y otra de color. Si fallan, ceden el turno a su rival. Una partida se divide en frames o tandas, cada una de las cuales gana el jugador que haya conseguido más puntos. Las partidas profesionales se suelen jugar al mejor de nueve tandas, mientras que la final del Campeonato del Mundo se disputa al mejor de 35 tandas y dura dos días. La última edición se jugó entre los pasados 21 de abril y 7 de mayo. A la final llegaron el escocés John Higgins y el galés Mark Williams, que fue quien se impuso por un resultado de 18-16 tras una ajustada y muy emocionante partida.
Una vez más, Ding Junhui se quedó con la miel en los labios. Perdió en cuartos de final ante Barry Hawkins por 13-5 y no pudo conquistar el torneo que le quita el sueño, aquel por el que todo gran jugador de snooker vive prácticamente encerrado entre cuatro paredes, practicando entre ocho y doce horas diarias y convirtiendo poco a poco a su cerebro en un mecanismo perfectamente engrasado para el cálculo trigonométrico. Además de Ding, se clasificaron este año otros tres jugadores chinos: Xiao Guodong y Lü Haotian, que perdieron en primera y segunda ronda, respectivamente, contra el propio Ding; y Marco Fu, que representaba a Hong Kong y que cayó en primera ronda con Lü Haotian. No tuvieron, pues, los jugadores chinos mucha suerte en la configuración del cuadro, pero la presencia de cuatro de ellos en la fase final de mejor competición del mundo es sintomática del potencial del país asiático, que se perfila como un gran competidor frente a los dominantes jugadores británicos, quienes, al fin y al cabo, son los herederos de los inventores del snooker.
Ding Junhui. VCG
El futuro del snooker en China
Si algo impulsó definitivamente la pujanza del snooker en China fue la irrupción de Ding Junhui. Su ascendencia es comparable a la de otras grandes estrellas chinas del deporte, como el baloncestista Yao Ming o el vallista Liu Xiang, por poner dos ejemplos por todo el mundo conocidos. En China, los grandes deportistas son especialmente queridos por el gran público, y el caso de Ding es especial porque pese a que solo tiene 30 años lleva casi quince entrando en los hogares de medio país a través de la televisión. Muchos espectadores han crecido con él.
A medida que Ding iba ascendiendo en el ranking mundial se fueron multiplicando los clubes y asociaciones de jugadores en toda China. Si en el país de Ding el billar ha sido desde siempre un juego muy popular, actualmente se calcula que unos 70 millones de personas practican alguna de sus modalidades, entre ellas el snooker. Tal es así, que Barry Hearn predijo no hace mucho que pronto la mitad de los mejores dieciséis jugadores del planeta serán chinos. El futuro del snooker en China, dijo por su parte el legendario Ronnie O’Sullivan, cinco veces campeón del mundo, “es tan brillante, que deberíamos ponernos gafas de sol”.
Actualmente, en China se organizan multitud de campeonatos con las gradas siempre repletas de espectadores y que se retransmiten continuamente por televisión, por lo que no es de extrañar que los patrocinadores se embarquen sin dudarlo al negocio del snooker. De momento, en el mítico Crucible Theatre de Sheffield, se personaron este año un puñado de jugadores chinos para disputar el Campeonato del Mundo, el cual premia al ganador con 600.000 dólares en metálico. Ni el título ni el dinero viajaron este año con destino a China en manos de alguno de sus jugadores, pero la explosión que vive este deporte en el gigante asiático es tan pujante que cuesta pensar que no vaya a suceder más pronto que tarde.
*Andrés Rodríguez López es periodista español independiente afincado en China.