15 de septiembre de 2017. Un tren cargado de mercancías de la empresa China Railway a punto de partir del puerto de Weihai, provincia de Shandong, rumbo a Europa.
Por AUGUSTO SOTO*
Sabiduría clásica
Hay un dicho tradicional chino que anuncia que “si quieres ser rico, primero tienes que construir un camino” (要想富,先修路). Si aplicamos la premisa a nuestra era, su adaptación más lógica equivaldría a construir carreteras, supercarreteras, ferrocarriles, rutas aéreas y marítimas y autopistas ciberespaciales (incluyendo la telefonía móvil). Es la mejor manera de entender la realidad geoeconómica en una era digital en que la geografía no cambia, lo que varía es la manera de concebirla y actuar en ella.
¿Un camino? ¡Muchas rutas!
Desde hace unos años, entre nuestros destacados analistas internacionales se consolida la noción de que además de las coordenadas europeas, mediterráneas y transatlánticas de nuestra privilegiada posición geográfica, la dimensión euroasiática amerita una atención destacadísima. Desde que el presidente chino, Xi Jinping, anunciara, en 2013, la iniciativa de conectividad intercontinental que abarca a Asia, Europa, África (e incluso otros continentes), en lo que se conoce como la Franja y la Ruta (OBOR, siglas en inglés), se han sucedido las adhesiones oficiales en más de 70 países (incluida España). Desde 2017 la iniciativa cuenta con el apoyo de Naciones Unidas, reafirmado recientemente.
En estos días en los que el unilateralismo ha acabado por romper el acuerdo nuclear con Irán validado por la comunidad internacional, paralelamente amenazando con trizar el esquema transatlántico, se debiera insistir como nunca en la necesidad de mantener la paciencia estratégica y las rutas abiertas en las que se basa la prosperidad que conocemos y la seguridad que disfrutamos.
Decir que OBOR es una iniciativa de dimensiones históricas es decir poco. En verdad es la principal iniciativa de infraestructuras anunciada en toda la historia de la humanidad, y, con diferencia, de unas dimensiones y empuje infinitamente mayores que la histórica Ruta de la Seda. Esto se debe a que OBOR es apoyada conscientemente por una suma de Estados y empresas transnacionales y bancos de dimensión global que constituyen polos inéditos de tracción financiera y material.
¿Es factible?
La antigua China destacó en planes titánicos como la Gran Muralla y el Gran Canal (recordemos, construidos siglos antes del nacimiento de los Estados-nación europeos). Y en la era actual el país-continente ha vuelto a demostrar su músculo en la creación de sus principales infraestructuras de las recientes décadas, que permiten prever aportes colosales a escala internacional. China utilizó más cemento entre 2011 y 2013 que los Estados Unidos en todo el siglo XX. Como resultado, la superpotencia asiática dispone de experiencia y capacidad industrial únicas. Paralelamente su oficio diplomático es proverbial y ha adquirido un carácter ubicuo. Mientras varios países europeos han recortado presupuestos en diplomacia y acción exterior, aún no recuperada, China, que no ha sufrido la famosa crisis económica, ha incrementado su capacidad de interlocución de una manera exponencial.
Diálogos, negociaciones
Esta interlocución abarca los foros internacionales tradicionales y aquellos más recientes como la Organización de Cooperación de Shanghai, el G20, el foro de alto nivel de los BRICS, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII). Y en nuestro vecindario Beijing ha sabido establecer el Foro para la Cooperación entre China y África (FOCAC en sus siglas en inglés), además del esquema de diálogo conocido como 16+1, celebrado periódicamente con los países de Europa oriental, entre otros tantos encuentros internacionales en los que siempre se habla de infraestructuras de interconexión. Además, China destaca por la creación de foros al más alto nivel absolutamente innovadores, donde resalta la cumbre celebrada desde 2014 en la ciudad de Wuzhen.
Por supuesto, el titánico empeño por desarrollar infraestructuras gigantescas descansa en el supuesto del entendimiento entre culturas. Al fin y al cabo en el mundo hay distintas maneras de hacer las cosas. En este espíritu destaca el discurso pronunciado en 2014 por Xi Jinping en la sede central de la UNESCO en París, donde destacó la importancia de mantener y reforzar el intercambio y el diálogo entre culturas. Según dijo: "la historia nos enseña que las civilizaciones solo se revitalizan a través de los intercambios y el aprendizaje mutuo". "Si adaptamos un espíritu de inclusión, el llamado 'choque de civilizaciones' no tendrá lugar", porque todas ellas podrán coexistir armoniosamente”, aseguró entonces. A la luz de los preocupantes acontecimientos de estas últimas semanas asociados al unilateralismo que rompe el acuerdo nuclear con Irán, y los subsecuentes enfrentamientos en Oriente Medio, antónimos de interconexión y cuyos ecos nos llegan a las costas del Mediterráneo, se hace más pertinente OBOR como sinónimo de un entendimiento asociado al libre flujo de ideas y mercancías.
Actualmente la Unión Europea estudia cómo participar de la manera más adecuada en OBOR y aportar propuestas armoniosas. Parafraseando el dicho chino que reza que para actuar exitosamente en China hay que adaptarse a las “características chinas” diríamos que en el extremo occidental de OBOR se estudia con sumo interés cómo interconectar de la mejor manera con características europeas. La cumbre UE-China, en julio, tratará el tema desde la perspectiva de cómo armonizar las normas aplicables internacionalmente en el contexto de la reciprocidad.
¿Qué debiéramos valorar?
Es interesante recordar, por un lado, que en esta última década China ha llegado a ser el segundo país tenedor de deuda española después de nuestra vecina Francia; que la comunidad china presente en España es la que más empresarios autónomos genera y presentes en casi todas nuestras ciudades. En esta andadura han aportado capital y trabajo a ellos mismos así como a madrileños, barceloneses, bilbaínos, valencianos, sevillanos, murcianos, y a otros conciudadanos. Sus emprendimientos abarcan cada vez más áreas. Y así, el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC en sus siglas en inglés), el mayor del mundo por capitalización bursátil, implantado en 2011, primero en Madrid y luego en Barcelona, sirve a españoles y a una inmigración china de más de 180.000 personas que prosperan en el extremo occidental de Eurasia.
Interconexiones
China plantea un diálogo basado en la interconexión euroasiática (y global) en pos de una riqueza compartida, lo que en otras palabras es lo que en las escuelas de negocio del mundo (y en las nuestras) se conoce en inglés como una situación o situaciones win-win. Que se materialice esta posibilidad es una responsabilidad compartida. OBOR se basa en hechos concretos que nos interpelan. El ejemplo más evidente es el tren de mercancías que une comercialmente en un trayecto que tarda entre 19 y 21 días a la ciudad oriental china de Yiwu con Madrid y que nuestra prensa destaca periódicamente desde su primer viaje, en diciembre de 2014. Como sabemos, a lo largo de 13.000 kilómetros el tren de iniciativa china atraviesa Eurasia y llega a Madrid tras pasar por China, Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia, Alemania y Francia. Se prevé que Zaragoza se una como nodo relevante dentro de unos meses.
Pero lo anterior no basta: faltaba un impulso desde aquí. De manera que durante los días 16 y 18 de mayo Puertos del Estado lideró la misión comercial que presentó la oferta española en la feria Transport Logistic China de Shanghai. En el pabellón estuvieron representados los puertos de Algeciras, Barcelona, Bilbao, Cartagena, Huelva y Valencia, además de las empresas Renfe Operadora, Consorcio de la Zona Franca de Barcelona, Suardíaz, y las principales navieras y reconocidas operadoras portuarias implantadas entre nosotros, como MSC, Hutchison, Cosco y Hanjin. Su objetivo fue promocionarse como parte de OBOR en el Mediterráneo. Y en concreto presentaron a nuestros puertos como la alternativa ideal de una mejor y más rápida conexión en los trayectos entre China y Europa. Han explicado que a través de ellos se pueden ahorrar cuatro días para entrar al continente que a través de grandes y tradicionales puertos septentrionales de Europa. Actualmente se necesitan cerca de ocho días en los enlaces marítimos de rutas más largas que conducen a Ámsterdam y Hamburgo. Por tanto, de ser escuchados nuestros representantes, se vería que se ahorraría significativamente en fletes y se contribuiría a disminuir el impacto medioambiental.
Las gestiones son importantes porque cerca del 40% de las mercancías procedentes de China llega en tránsito, o sea pasando hacia terceros países. Desde el Mediterráneo jugamos un papel potencial para la importación y exportación hacia el centro de Europa en el contexto de OBOR. Lo anterior va unido a la complementación con el Corredor Mediterráneo, doble vía ferroviaria de alta velocidad planificada para unir a Barcelona, Valencia, Alicante, Murcia y Málaga, conectando desde Algeciras hasta la frontera francesa y vinculándonos a su vez con el resto de Europa y por extensión con el flujo de mercancías Este-Oeste.
Inteligencia artificial
Otro punto a considerarse es que China va unos pasos bien adelantada en lo que se conoce como las autopistas de la información. Los 1400 millones de habitantes con que cuenta China utilizan internet constantemente. Su economía digital suma 3,4 billones de dólares, el 30% de su PIB. Y se apoya en el mayor número de internautas del mundo, casi 800 millones, a su vez acompañados por una infraestructura de 1390 millones de líneas telefónicas. Con estos mimbres se desarrollará y propagará una inteligencia artificial de dimensiones insospechadas aplicable a las comunicaciones. En efecto, en este ámbito se desarrollan desde sistemas para dirigir el tráfico en las megalópolis hasta la planificación de barcos capaces de recorrer cientos de kilómetros (y eventualmente miles de kilómetros) sin piloto. Muy probablemente antes de 2030 China se haya convertido en la referencia mundial en innovación en este sector.
*Augusto Soto, director de Dialogue with China Project y profesor de ESADE, Barcelona.