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Guerra comercial entre EE. UU. y China: una oportunidad para Latinoamérica

Source:China Hoy Author:MARÍA OSTERLOH
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  La fricción comercial entre EE. UU. y China, que ya está causando el encarecimiento de los productos para los consumidores de ambos lados, podría verse como una oportunidad para Latinoamérica, que podría suplir algunos de los productos que EE. UU. exportaba a China, pero que ahora –por su mayor precio– vienen perdiendo ventaja en el mercado chino.

  La anunciada guerra comercial se hizo oficial el pasado julio con la imposición de aranceles por parte del Gobierno de Estados Unidos a 818 bienes chinos valorizados en 34.000 millones de dólares, para lo que el Gobierno chino respondió con iguales medidas a productos estadounidenses, dentro de los cuales se incluyeron carnes, frutas y vegetales, lácteos, pescados y mariscos, tabaco, comida para mascotas, bebidas y autos.

  Adicionalmente, el 23 de agosto ambos países impusieron aranceles a productos valorizados en 16.000 millones de dólares. EE. UU. listó a 284 productos chinos y China lo hizo con 333 bienes estadounidenses como fibra óptica, plástico, carbón, diésel, etc., haciéndose aún más intensa esta guerra comercial. Y aunque el presidente Trump parece estar seguro de que ganará esta guerra comercial –ya que China depende más del mercado de EE. UU., pues le exportó 431 millones de dólares y solo le importó 154.000 millones de dólares en 2017–, hay opiniones de que EE. UU. sería el mayor perjudicado ya que China fácilmente podría adquirir productos que ahora le compra a EE. UU. de otros países, entre ellos los de la región latinoamericana, mientras que EE. UU. compra bastantes bienes de China, donde este es el único productor de varios de ellos (como los productos de la marca Apple) o es el que los produce a menor costo.

  

  Dentro de los grupos de bienes mencionados en el cuadro anterior y de manera más desagregada, China impuso aranceles a productos alimenticios estadounidenses como la carne de cerdo, la carne de res congelada, el pato entero congelado, la soya, las papas, los champiñones, las manzanas, las paltas, las cerezas, la mantequilla, el yogur, la crema, el salmón rojo, la caballa congelada, alimentos para perros y gatos, bebidas como el whisky, así como otros productos como el cigarro, los autos, algunos vehículos todo terreno, etc.

  Se dice que la estrategia de China es minimizar el impacto de estas imposiciones en su economía al escoger bienes estadounidenses que puedan ser proveídos fácilmente por otros países como Brasil, Australia o Nueva Zelanda. Por ejemplo, si tomamos los grupos de bienes listados en la primera imposición de aranceles, se puede apreciar que al menos hay un país latinoamericano que se encuentra dentro de los principales proveedores para estos productos importados por China (ver cuadro). Tenemos que en el caso de los países proveedores de carne se encuentran Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, los cuales podrían aprovechar esta oportunidad para exportar más a China, ya que EE. UU. es un gran competidor.

  Para aprovechar esta oportunidad, Latinoamérica debe aumentar su oferta exportable, por lo que requeriría aumentar la inversión en estos sectores. Es el caso del Perú, por ejemplo, que cada vez se posiciona como un país exportador de mango y palta, pero que aún su oferta no es tan importante como para poder suplir a plenitud el mercado chino. Aquí está abierta una oportunidad para que los empresarios chinos puedan invertir en el sector agrícola del Perú, como lo han hecho en Chile comprando viñedos, por ejemplo. El Perú ofrece en este campo facilidades a las empresas para que inviertan en el sector agroindustrial, ya que aquí solo pagan el 15 % del impuesto a la renta, que es casi la mitad de lo que pagarían si invirtiesen en otros sectores. Asimismo, las empresas en este sector tienen un régimen laboral especial, lo que hace que el costo de la mano de obra para ellas sea menor a que si se establecieran en otros sectores.

  Además, el Perú ha logrado ingresar al mercado chino en los últimos años al pasar los permisos fitosanitarios, pero aún sus productos no son tan conocidos, por lo que está haciendo campañas conjuntas con los países de la Alianza del Pacífico para dar a conocer mejor su oferta.

  Otro problema es que para poder llevar en forma más competitiva los productos de Latinoamérica al mercado chino, se necesita mejorar la infraestructura, ya sea de carreteras, puertos y aeropuertos. En este sentido, Latinoamérica debería aprovechar la Iniciativa de la Franja y la Ruta para poder construir esa necesaria infraestructura. Por ejemplo, el Perú tiene una gran variedad de productos en la selva y sierra del país, pero que por falta de carreteras y ferrocarriles no se pueden llevar a la costa y de ahí exportar a China. En este sentido, la propuesta china de la construcción del tren bioceánico que uniría Perú y Brasil y que atravesaría la sierra y la selva hasta la costa del Perú es muy interesante.

  Latinoamérica ya es competitiva en productos como la soya, donde Brasil fue el primer proveedor para China en 2017.

  Si bien es cierto no aparece en el grupo de países proveedores de carne, México vende carne de cerdo a EE. UU. y Japón, y ahora que la carne de cerdo proveniente de EE. UU. se ha encarecido, el país azteca podría aprovechar esta oportunidad.

  Otro caso es el de Cuba, que no aparece entre los principales proveedores de tabaco a China, pero que ahora también se le presenta una oportunidad para venderlo más.

  Otro ejemplo es el caso del carbón, donde Colombia y Brasil exportan aún poco a China, pero que con los aranceles impuestos podrían aumentar su presencia en este mercado.

  Para que Latinoamérica pueda aprovechar mejor esta oportunidad también sería bueno que los países de la región pudieran completar Tratados de Libre Comercio (TLC) con China, como ya los tienen Perú, Chile y Costa Rica. Por ejemplo, ahora China está negociando un TLC con Panamá, y este país seguro en el futuro incrementará más su relación comercial con China, como lo han hecho ya el Perú y Chile.

  Para Latinoamérica esta es una oportunidad única para entrar más en el mercado chino y posicionarse ahí, pues, aunque se acabe la guerra comercial entre EE. UU. y China, quizás a los proveedores estadounidenses no les será tan fácil reingresar al mercado chino en estos sectores.

  *María Osterloh es investigadora del Instituto de Estudios Políticos Andinos en Perú y MBA de la Universidad Normal de Beijing.

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Editor: Wu Wen Da-->

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