El 70.° aniversario de la República Popular China (RPCh) constituye un hito en la milenaria historia del país. Los fastos conmemorativos de soberanía y unidad de propósito del 1 de octubre de 2019 han reflejado tal grandeza. Desde la tribuna de Tian’anmen, el presidente Xi Jinping ha presidido el mayor desfile militar que recuerda el país acompañado de una atmósfera patriótica de la que también participa la diáspora china repartida en cada continente.
Paralelamente, se trata de un aniversario de significado mundial porque desde 1949 China se ha ido paulatinamente reinsertando en el sistema internacional, en la cultura global, en el comercio intercontinental y en la civilización digital como una de las columnas esenciales de estos procesos.
El 1 de octubre
El 1 de octubre de 1949 China recobró su unidad de propósito como país y su integridad territorial, tras más de un siglo de tratados desiguales con variopintas potencias extranjeras que habían gravemente vulnerado su soberanía. El nuevo gobierno llegó con la promesa de “servir al pueblo”. Ese día, el líder de la revolución, Mao Zedong, anunció al mundo que “China se ha puesto de pie”.
El país no solo se recuperó de las épocas aciagas, sino que al cabo de 70 años ofrece un balance extraordinario. Si en 1949 la infraestructura de comunicaciones terrestre estaba destruida, hoy cuenta con la red ferroviaria más rápida y extensa del mundo. Si en 1949 la esperanza de vida apenas alcanzaba los 35 años, hoy se acerca a los 80 (siendo bien decidor que específicamente este indicador arroje 82 años de esperanza de vida en Beijing y 77 en Washington). Detrás de ello está el dato ampliamente reconocido que indica que desde 1949 el país ha sacado casi a 1400 millones de personas de la pobreza, con el horizonte alcanzable de eliminarla totalmente a finales de 2020.
Hitos nacionales y mundiales
Si el 1 de octubre de 1949 China disponía de una banca en la que estaba todo por hacerse, en 2019 el Banco Popular de China ha anunciado el pronto lanzamiento de una moneda virtual que dinamizará aún más las transacciones. Los reconocidos proyectos actuales del país, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), más el hecho de que China conceda el doble de créditos que el Banco Mundial y el FMI juntos y que su economía represente el 20 % del PIB mundial, son datos que han estado transformando las expectativas del orden económico global. A ello suma que cuenta con las principales divisas y es el primer socio comercial de más de 120 países. En la última década, China ha sido responsable de cerca de un tercio del crecimiento de la economía global.
Pero hay más. A nivel interno, si en la década de 1950 el comercio se debía reinventar en un ámbito local con apenas liquidez, el marco virtual desarrollado por el Estado en estas últimas décadas ha llevado a que en 2019 compañías chinas lideren el comercio electrónico, revolucionando las transacciones materiales como no había ocurrido en la historia de la humanidad: las ventas en China triplican las ventas del mercado estadounidense.
Diplomacia realista
En estos 70 años, en contraste con varias otras potencias, el país no ha iniciado ningún conflicto armado lejos de sus fronteras ni en otros continentes, como puede comprobar empíricamente cualquier estudioso de la conflictividad contemporánea. Así, al cabo de estas siete décadas es incuestionable que Beijing ha adherido su diplomacia a los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica suscritos en 1955. Esto es, al respeto mutuo por la soberanía y la integridad territorial, la no agresión mutua, la no interferencia en los asuntos internos de otros países, la igualdad y beneficio mutuo, y la coexistencia pacífica. El marco para la prevención y superación de los conflictos Beijing los ha enmarcado en Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio, entre otras instancias comúnmente aceptadas.
Su acción exterior se ha traducido en una política pacífica, uno de cuyos ejemplos es que China sea hoy el país del Consejo de Seguridad con derecho a veto que más efectivos aporta a los cascos azules de Naciones Unidas. Paralelamente, se ha convertido en factor mediador en una serie de famosos conflictos, como atestiguan los casos de Congo, Ruanda, Sudán, Siria, Israel-Palestina, Myanmar, entre otros. Más aún, hoy por hoy es casi inimaginable que haya alguna zona en conflicto que no considere a China como potencial coarquitecto de una reconstrucción futura.
La RPCh es uno de los principales países opuestos a la extraterritorialidad: un antojo unilateral del que China fue víctima en el siglo antes de 1949. Este año, a propósito del acuerdo nuclear con Irán boicoteado por la administración Trump (que amenaza intereses de la comunidad internacional), Beijing, junto con países europeos y euroasiáticos, está diplomáticamente sondeando las medidas técnicas de viabilidad para implementar el sistema INSTEX, que debiera ofrecer una alternativa adicional al hegemónico sistema SWIFT de transacciones internacionales.
Un aniversario vanguardista
Si en 1949 la proverbial creatividad histórica del pueblo chino parecía exhausta, en 2019 ofrece unas posibilidades que parecen devolverla al sitial de invenciones que, como el papel, la imprenta, la brújula o la pólvora, sentaron las bases de la globalización. China es hoy la potencia que más invierte en ciencia, lo que sobradamente explica por qué lidera las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial y el 5G, que influirán sobre nuestra visión y acción en el mundo.
Si en 1949 la sociedad comenzaba a sacudirse de supersticiones que la atenazaron durante siglos, hoy su comunidad científica acoge experimentos internacionales vanguardistas que otros países no emprenden, particularmente en biología. Igualmente importa destacar su papel en la revolución agroalimentaria ad portas y en la recomposición ecológica del mundo, no solo porque Beijing es uno de los países clave en la firma del Acuerdo de París, sino que debido a su revalorización del uso multifuncional de algunos productos agrícolas. Por ejemplo, el bambú, esencial no solo en la dieta y en la edificación china, sino que como factor que absorbe CO2 y recupera tierras degradadas. En fin, hacia el año 2020 Beijing habrá invertido 360.000 millones de dólares en energías renovables, cifra que reafirma su liderazgo en un aspecto crucial para la supervivencia del planeta.
Una vía propia
Por sus características históricas, geográficas y demográficas, China ha seguido y sigue una vía propia. No pretende imponer un modelo ni un sistema a otros porque sabe que sería una política contraproducente. Lo cual no quiere decir, como se ha visto sobradamente, que se desentienda de lo que ocurre en el mundo. Su reinserción global, que precisamente marca el 70.° aniversario, ha de ser entendida más allá de la dinámica binaria al uso en las últimas décadas e incluso siglos. O sea, no se trata de un juego de suma cero, sino de una ganancia compartida con otros países allí donde sea posible.
El hegemonismo aparece desfasado, así como el contraproducente caos que actualmente promueve para preservarlo. Y China busca trascender esa lógica junto con el resto del mundo.
*Augusto Soto es director de Dialogue with China Project.