Al referirse a la importancia de la industrialización, Mao Zedong solía enfatizar en la década de 1940 que, después de derribar las “tres grandes montañas” (el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático), la tarea principal de China era alcanzar una industrialización para que pasase de ser un país agrícola atrasado a uno industrial avanzado, y estableciese así un sistema industrial independiente y completo.
Locomotora diésel de 4000 CV fabricada por Locomotoras Dalian y la fábrica de materiales rodantes, en septiembre de 1958. Cnsphoto
El difícil periodo inicial (1949-1972)
Entre la Guerra del Opio en 1840 y la fundación de la República Popular China en 1949, el país no tuvo ninguna industria moderna. Desde el Movimiento de Occidentalización en las postrimerías de la dinastía Qing hasta la República de China (mediados del siglo XIX a mediados del siglo XX), el país comenzó a construir ferrocarriles y algunas fábricas, entre ellos, el primer ferrocarril, el astillero de Jiangnan, algunas centrales eléctricas y la primera fábrica de fósforos. En ese entonces, China tenía que adquirir equipos de producción ya hechos y emplear a técnicos del extranjero, y ni se hablaba de establecer un propio sistema industrial y tecnológico.
Durante los ocho años de la Guerra de Resistencia Antijaponesa y los tres años de la Guerra de Liberación, las pocas fábricas originalmente chinas fueron casi completamente destruidas. En 1949, el país solo contaba con algunas fábricas obsoletas.
En la etapa inicial de industrialización de la década de 1950, gracias a la victoria en la Guerra de Resistencia contra la Agresión Norteamericana y en Ayuda a Corea, China se ganó el respeto de la Unión Soviética y recibió como recompensa su asistencia en 156 proyectos a gran escala, los cuales estuvieron enfocados en el desarrollo de la industria pesada. La URSS ofreció 6600 millones de rublos, equivalentes a 1650 millones de dólares (cantidad superior a los 1450 millones de dólares brindados por el Plan Marshall a Alemania Occidental). Además, bajo el liderazgo de la URSS, los países de Europa Oriental proporcionaron 3080 millones de rublos (770 millones de dólares) por concepto de asistencia técnica y equipos.
China obtuvo del campo socialista unos 2400 millones de dólares de capital. De ahí que el país comenzara un proceso de industrialización sin precedentes en su historia, lanzando 156 proyectos clave en energía, metalurgia, maquinaria, química y defensa, de los cuales implementó 150. El proceso de transformación de una economía privada a una de propiedad estatal, que originalmente se esperaba finalizar en 15 años, se redujo considerablemente a cinco años gracias a la entrada de gran cantidad de capital exterior. Por supuesto, este dinero no era un almuerzo gratis y China lo debía pagar con productos agrícolas y materias primas industriales.
Puente ferroviario construido por China Railway Group Limited.
A mediados de la década de 1950, el país comenzó a apoyar la industrialización con una alta acumulación de colectivización agrícola (30 % anual) por medio de la transferencia forzada. Durante el trienio de desastres naturales, período en el que la URSS nos obligó a pagar la deuda, la alta acumulación alcanzó un grado alarmante: 24,9 % en 1957, 33,9 % en 1958, 43,8 % en 1959 y 39,6 % en 1960. Por ello, la mayoría de los agricultores tuvieron que reducir sustancialmente sus raciones de comida para garantizar el desarrollo industrial.
El que la gente llevase una vida pobre durante la época de Mao Zedong tenía como objetivo completar la industrialización nacional. Según los estudios hechos en 1978 por Yan Ruizhen, experimentado profesor de economía agrícola de la Universidad Renmin de China, la colectivización agrícola en los primeros 20 años de la República Popular China extrajo entre 700.000 y 800.000 millones de yuanes de la agricultura por medio de la denominada “diferencia de tijeras”, y los activos fijos industriales de todo el país sumaban 900.000 millones de yuanes antes de 1978.
Es precisamente por el fuerte apoyo agrícola que, de 1950 a 1977, el ritmo de crecimiento de la industria china llegó al 11,2 %, siguiendo al de Japón (12,4 %), un índice mucho más elevado que el de potencias mundiales como Estados Unidos, la Unión Soviética, Alemania Occidental y el Reino Unido. A pesar del grave desequilibrio entre la industria pesada, la industria ligera y la estructura agrícola, y de la gran brecha entre acumulación y consumo, China alcanzó a principios de la década de 1970, tras 20 años de arduo trabajo, una acumulación de capital para la industrialización nacional.
En esos 20 años se construyeron diversas obras industriales, se formó la base industrial del noreste centrada en torno a Anshan Iron and Steel Company, se fortalecieron las bases originales de las áreas costeras y se establecieron varios centros industriales en el norte y noroeste de China. Desde entonces, comenzó a avanzar hacia una industrialización socialista, sentando una buena base para el desarrollo económico de las siguientes décadas. Mao Zedong se convirtió así en el padre de la industrialización china.
Apertura al exterior (1972-1978)
Entre 1969 y 1979, China aplicó una política fiscal libre de deudas. Hasta diciembre de 1979, el Gobierno aceptó los primeros préstamos gubernamentales del extranjero. En la década de 1970, el desarrollo de la industria china se basó en los recursos financieros nacionales. En esos diez años el crecimiento del PIB llegó a ser el octavo del mundo, ya que existían considerables reservas fiscales, la proporción de las ramas de la economía nacional era básicamente razonable y la distribución industrial era relativamente equilibrada.
El 13 de enero de 1975, el primer ministro Zhou Enlai, al presentar el Informe sobre la Labor del Gobierno en la IV Asamblea Popular Nacional, indicó que a diferencia de la agitación económica y la inflación que se vivían en el mundo capitalista, China había logrado mantener una equilibrada balanza fiscal, sin deuda externa ni interna. Además, los precios se mantenían estables, la vida del pueblo mejoraba gradualmente y la construcción socialista era próspera y floreciente.
En octubre de 1971, China reanudó su membresía permanente en las Naciones Unidas. En 1972, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, tomó la iniciativa de visitar China. En aquel momento, más de 40 países, entre ellos el Reino Unido, Canadá, Japón, Australia, Italia, Nueva Zelanda y Alemania Occidental, establecieron relaciones diplomáticas con China. Esto contribuyó a romper el bloqueo económico y tecnológico de Occidente que había durado un largo tiempo y permitió que China se abriese al exterior.
Entre 1949 y 1978, el PIB chino alcanzó un crecimiento anual promedio del 7,3 %, y se establecieron un sistema industrial y un sistema económico a nivel nacional que eran independientes y completos. En 1980, la escala industrial de China había superado la de antiguas potencias industriales como el Reino Unido y Francia, y se acercaba a la de Alemania Occidental. A mediados de la década de 1980, su valor de producción industrial ocupaba ya el tercer lugar en el mundo.
Baosteel Group ocupa el cuarto lugar entre los 13 productores de hierro y acero a nivel mundial desde julio de 2002. Cnsphoto
Ajuste del desarrollo industrial (1978-2000)
En 1978, después de la III Sesión Plenaria del XI Comité Central del Partido Comunista de China, comenzaron a aplicarse reformas económicas que buscaban promover aún más la apertura. Con los buenos cimientos de la industrialización establecidos en los primeros 20 años de la época de Mao Zedong, el país empezó a ajustar la estructura dentro de la estrategia de industrialización, pasando del desarrollo prioritario de la industria química pesada al de la industria ligera y adoptando una estrategia centrada en la mejora de la vida del pueblo, el desarrollo industrial integral y la apertura al mundo.
Con el fin de promover el desarrollo de la industria ligera, en 1979 comenzó a implementarse la política de priorizar las materias primas, el combustible y el suministro de electricidad, y se tomaron medidas en materia de innovación y transformación, así como en inversión en infraestructura, préstamos bancarios, conversión de divisas, introducción de tecnología y transporte.
En la década de 1990, debido a la mayor atención en el desarrollo de la industria ligera, la industria pesada también se vio impulsada por la mejora de la estructura de consumo, la acelerada urbanización y el aumento de la inversión en transporte e infraestructura. En 1994, la producción de acero del país llegó al primer lugar a nivel mundial y la producción de acero crudo representó la mitad de la global. A partir de 1997, la operación económica nacional experimentó un viraje fundamental: en el contexto del “aterrizaje suave” de la economía y la “crisis financiera asiática”, China comenzó a aplicar una política fiscal proactiva y llevar a cabo una reestructuración industrial a gran escala, de modo que la economía se despidió por completo de la “escasez”. Luego de que las personas vieron satisfechas sus necesidades en alimentación, vestido y aparatos eléctricos, empezaron a demandar bienes de consumo duraderos como automóviles y viviendas. Este cambio impulsó la reestructuración y actualización de las industrias, razón por la cual la industrialización pesada y el alto procesamiento se volvieron una tendencia en el desarrollo industrial de China.
Tras un breve período de ajuste económico entre 1989 y 1991, la gira de inspección de Deng Xiaoping por el sur del país en 1992 volvió a impulsar las reformas económicas de China. La economía de mercado reemplazó completamente la economía planificada y se convirtió en una esencial política de Estado.
Marzo de 2019. Línea de producción de fibra de carbono de una fábrica en la Zona de Desarrollo Económico y Tecnológico de Lianyungang, provincia de Jiangsu. Cnsphoto
Integración del sector manufacturero al mundo (2000-presente)
A fines de 2001, China se unió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y entró en el período de globalización económica. En los primeros 20 años de la política de reforma y apertura, la industrialización se había limitado a un espacio estrecho en el mercado interno, a causa de la baja productividad y la incapacidad de crear suficiente riqueza que lograse un gran intercambio mercantil. La incorporación a la OMC permitió que China entrase en el espacio abierto del mercado mundial, lo que fue verdaderamente una segunda revolución para la productividad social.
Con su adhesión a la OMC, China se transformó en una potencia manufacturera global, apoyada en el impulso de la exportación, la inversión y el consumo. En el año 2000, la mayoría de las 500 empresas más poderosas del mundo comenzaron a ingresar a China. Asimismo, a partir de ese año, gracias a las inversiones nacionales y extranjeras, las regiones en torno al mar Bohai, el delta del río Yangtsé y el delta del río Perla establecieron centros de fabricación de nivel mundial que alcanzaron el liderazgo global en más de 100 sectores, por lo que a todas partes comenzaron a llegar los productos que decían “hecho en China”.
A medida que se intensificaba la manufactura impulsada por las exportaciones, la economía orientada al exterior tuvo un crecimiento significativo, lo que generó una enorme riqueza para el país. Gracias a la inversión extranjera y al sorprendente superávit comercial de muchos años, las reservas de divisas aumentaron de 165.600 millones de dólares en 2000 a 3,18 billones en 2011, cifra que alcanzó un máximo de 3,84 billones de dólares en 2014, y que descendió a 3,33 billones en 2015.
Antes de que se desatara la tormenta financiera de 2008, el gran éxito del modelo de desarrollo permitió que el país viviera un cuadro de prosperidad sin precedentes desde la fundación de la República Popular China. Hoy en día, la economía china ha alcanzado un desarrollo sostenible y de alta calidad, gracias a la reducción de la velocidad de crecimiento y a la actualización sectorial.
*Cai Qibi trabaja en la Oficina del Gobierno Municipal de Sanming de la provincia de Fujian.