Durante el Lianghui concluido hace pocas horas, el más significativo de los celebrados en los últimos años, China exhibió ante el mundo un balance especialmente exitoso de su reciente quinquenio y aprobó el XIV Plan Quinquenal, que marcará el rumbo de la economía hasta 2025, trazando a la vez la ruta de desarrollo hasta 2035 y teniendo como horizonte el año 2049. O sea, una planificación sin parangón en el mundo y cuyos resultados son claramente verificables, como se ha visto una vez más en estos días.
Porque la cuarta sesión de la XIII Asamblea Popular Nacional (APN) y la cuarta sesión del XIII Comité Nacional de la Conferencia Consultiva del Pueblo Chino (CCPPCh), que configuran el Lianghui, o “Dos Sesiones”, se han desarrollado en base a los logros de los planes quinquenales de los Lianghui anteriores. Y no se recuerda que en el transcurso de un evento de esta magnitud se viesen tan clara e inmediatamente los logros alcanzados. Esto es: el fin de la pobreza, el arrinconamiento de la Covid-19 y la cooperación médico-sanitaria con el mundo, así como la circunnavegación en la órbita de Marte de la sonda Tianwen-1, que muestra un altísimo desarrollo científico-tecnológico que le equipara con el programa espacial norteamericano. Esto lo ha visto todo el mundo durante esta semana política, la más importante del año vivida en China.
Evaluando y celebrando el presente
El primero de esos logros bien visibles en estos días, como decíamos, fue el exitoso tramo final del combate contra la pobreza inscrito en el XIII Plan Quinquenal (y en los precedentes) que finalmente sacó de ella a más de 800 millones de personas en los últimos 40 años. Precisamente en estos días del Lianghui fui entrevistado por la cadena de televisión CCTV sobre mi experiencia de marzo de 2017 en la provincia de Hebei, cuando, invitado por la Radio Internacional de China, tuve la oportunidad de visitar una serie de distritos y aldeas catalogados como pobres. Lo más llamativo de ver en acción fueron los comités de combate contra la pobreza desplegando una atención muy focalizada en la que, por un lado, se asesoraba a los campesinos en la optimización de los cultivos y en la planificación agrícola, y, paralelamente, la cercanía de especialistas sanitarios enseñando, entre otras cosas, medicina preventiva. Esta metodología llevada a la práctica coadyuvó, posteriormente, a que Hebei (poblacionalmente más grande que cualquier país europeo con la excepción de Alemania) arrinconara rápidamente un circunstancial brote del Covid-19 en enero de este año. Importa subrayar que en el énfasis en el combate contra la pobreza rural destaca el aporte personal del presidente Xi Jinping, quien, durante su carrera (además de en su primera juventud) acumuló una extendida experiencia con los más necesitados canalizada posteriormente desde lo más alto de su cargo.
En segundo lugar, el Lianghui, celebrado entre el 4 y 11 de marzo, también ha hecho un balance del combate contra la pandemia. En él se ha constatado la fortaleza de un sistema de salud pública bien desarrollado, un gobierno central decisivo y una estrategia de contención proactiva basada en pruebas, rastreo y cuarentenas integrales. La pandemia también permitió calibrar la fortaleza del tejido industrial. Este conjunto de factores favorables permitió secuenciar el genoma del virus tempranamente y compartir información con otros sistemas médicos del mundo. Y posteriormente ha permitido producir y enviar abundantísimo material sanitario y vacunas a prácticamente todos los rincones del globo.
El tercer acontecimiento que hemos visto ante nuestros ojos mientras se celebraba el Lianghui e igualmente suma de los logros de los anteriores planes quinquenales, es la aparición de la sonda Tianwen-1 orbitando el planeta Marte. En su misión de este trimestre se sintetizarán tres objetivos estratégicos y de alcance, un empeño que a Estados Unidos le ha demandado sucesivas misiones al planeta rojo. Nada de esto está desconectado de lo que ocurre en la Tierra, porque el programa espacial chino ha corrido paralelo a no menos espectaculares resultados en matemáticas y ciencias alcanzados por el sistema educacional. Baste recordar las cifras que ha estado reconociendo desde hace por lo menos una década el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos realizado trianualmente por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y conocido como PISA en sus siglas en inglés, que indican que en los exámenes en lectura, matemáticas y ciencias prevalecen las regiones más punteras de China.
Proyectando el futuro
Lo anterior hila con asuntos como un mayor fortalecimiento interno y una mayor autosuficiencia, específicamente encarnados por el XIV Plan Quinquenal. En primer lugar, en el horizonte más inmediato, atrae el crecimiento económico oficialmente fijado para 2021: más de un 6%, aunque sin especificar cuánto. La cifra excelente, sin embargo, refleja cautela, porque no sería inimaginable que el año concluya con un crecimiento de un 8% o superior. De manera que la modestia refleja una planificación curtida que evita el exitismo y se atiene puramente a lo que muestre la realidad. De forma análoga a cuando en mayo pasado el anterior Lianghui, enfrentando el ambiente aún incierto que planteaba la pandemia, no especificó una meta concreta de crecimiento, concluyendo a la postre un 2020 con un positivísimo 2,3%, sin parangón mundial.
Las “Dos Sesiones”, sintetizadas en el discurso del primer ministro Li Keqiang, anuncian que el XIV Plan Quinquenal pondrá el acento en la mejora de la calidad del crecimiento económico, un desarrollo impulsado por la innovación, la creación de un mercado interno sólido y la promoción de un desarrollo ecológico y de mejora del bienestar de las personas. Como consecuencia, se aspira a mantener los parámetros económicos equilibrados y los objetivos anuales de crecimiento económico ajustados a la luz de las condiciones reales. Así, entre los objetivos concretos se espera que la tasa de desempleo urbano se sitúe en el rango del 5,5%, que el aumento anual del gasto en I + D supere el 7%, que el aumento de residentes urbanos no sobrepase al 65% de la población; que la reducción del consumo de energía por unidad de PIB y de emisiones de dióxido de carbono por unidad de PIB se encuentren en un 13,5% y un 18%, respectivamente. En fin, tras este quinquenio la esperanza de vida debiera aumentar en un año y el seguro básico de vejez habrá de cubrir al 95% de la población.
¿Tienen algunas de estas medidas relación con nosotros? Algunas claramente sí. Al fin y al cabo, el mundo no ha dejado de ser global y China, por sus dimensiones, desde hace varias décadas piensa en el largo plazo y en la colaboración con el resto de la humanidad. De manera que escojo la dimensión ecológica, que incluida en el XIV Plan Quinquenal, tiene precedentes. Porque incluso en el desarrollo industrial el país nunca ha dejado de pensar en el medio ambiente. En resumen, concluyo estas líneas recordando que en la segunda mitad de la década de los años ochenta, estudiando en la Universidad de Beijing, nuestra promoción de estudiantes extranjeros de cada continente recibió una invitación para plantar árboles en las afueras de la capital.
*Augusto Soto es director de Dialogue with China Project.
