Este mes de marzo constituye un particular momento para China. Las celebraciones de la cuarta sesión de la XIII Asamblea Popular Nacional (APN) y de la cuarta sesión del XIII Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh) tienen gran relevancia, y no es precisamente por efectuarse en un contexto complejo internacional de incidencia del COVID-19, sino porque con los documentos analizados y aprobados se abre una nueva etapa de desarrollo del país. Es decir, las sesiones legislativas refrendan el despliegue de políticas concretas hacia el rumbo más importante de la nación: arribar al centenario de la República Popular China en 2049 convertida en una nación socialista moderna, próspera, democrática, civilizada, armoniosa y hermosa.
Este período está marcado por dos importantes celebraciones: la del centenario del Partido Comunista de China (PCCh) y el haber eliminado la pobreza absoluta en todo el país, diez años antes de lo previsto, lo que hace que este tema sea doblemente relevante en las actuales sesiones legislativas en China. El mundo está atento porque cada acción de la nación asiática tiene un gran impacto en el resto del mundo.
El desarrollo chino
El nuevo concepto de desarrollo chino es el centro del debate tanto de la labor del gobierno en el año concluido como en la aprobación del XIV Plan Quinquenal (2021-2025) con una visión no solo a corto, sino también a mediano y largo plazo. En el proceso existen dos palabras clave: innovación y desarrollo. Para ello hay consenso de que es importante desplegar una serie de acciones bajo el liderazgo del PCCh con la concepción de “todo centrado en el pueblo” y ello se plasma en las propias palabras del presidente Xi Jinping cuando se refirió, además, al concepto de “prioridad estratégica de salvaguardar la salud del pueblo”.
La labor del gobierno en 2020 demostró las capacidades de China en momentos complejos en los que logró frenar la pandemia y, ante un contexto externo difícil, centró su atención en las capacidades internas, pero también en la cooperación internacional. Como resultado, el país fue la única de las grandes economías que logró crecer, al registrar su PIB un incremento interanual del 2,3 %. La propia recuperación china la sitúa como la locomotora de la economía mundial no solo en 2020, sino que también lo será en 2021, cuando todo indica que el escenario internacional seguirá siendo incierto.
Aunque los valores de crecimiento han sido los más bajo desde 1976, es una cifra particularmente elevada comparable con las circunstancias globales en la que una inmensa cantidad de países tuvieron decrecimientos de entre -0,1 y -11 %. Los resultados determinan la necesidad de seguir reforzando el cambio de modelo más centrado en el consumo interno y donde prime la innovación para avanzar hacia una nueva etapa del desarrollo de las fuerzas productivas y sobre todo con un mayor nivel de sustentabilidad ecológica. No es casual que se hiciera énfasis en determinadas regiones dentro de las sesiones, como ha sido el caso de Mongolia Interior, con grandes capacidades para aportar a la economía nacional y que, desde una concepción integral, ayuda también a la integración étnica al nuevo paradigma de desarrollo.
Los análisis no solo estuvieron centrados en revisar el borrador del XIV Plan Quinquenal, sino también en los Objetivos a Largo Plazo para 2035, con el propósito de lograr la modernización socialista y, en ese sentido, las dos metas centenarias estén más estrechamente conectadas y los programas estratégicos pertinentes tengan una mayor consistencia interna. Cada paso que está dando China está interconectado. Para poder emprender las nuevas acciones, había que eliminar la pobreza absoluta. Es necesario partir de una base de desarrollo social para avanzar a una nueva fase de modificar la cobertura de la modernización integral, tanto económico, científico-tecnológico y social, como en la defensa y la seguridad nacional, incluyendo los desafíos del ciberespacio y las cuestiones de soberanía, particularmente el tema de la Región Administrativa Especial de Hong Kong.
La aprobación de las metas para este año y de los proyectos de presupuestos central y locales para 2021 y del XIV Plan Quinquenal son algunos elementos que plasman la profundización del cambio de modelo más centrado en el consumo interno. El PCCh en su centenario muestra la capacidad de haber logrado resultados concretos al transformar en cien años a un país semifeudal en la segunda economía mundial y en camino a ser la primera. Además, con las deliberaciones de las “Dos Sesiones” (las de la APN y la CCPPCh) se visualiza que el país tiene capacidades internas expresadas en los resultados de 2020. Ello incide en que a partir de estos elementos, China pueda proyectarse una meta de crecimiento del 6 % para 2021, a diferencia de la no previsión de ninguna cifra en 2020. A partir del incremento del gasto público se pretende, a su vez, crear 11 millones de empleos y realizar nuevas inversiones por un valor de 610.000 millones de yuanes (94.000 millones de dólares); ello sin obviar otros elementos que inciden, especialmente la dinámica del consumo interno, que impacta directamente sobre el PIB chino.
Un aporte para América Latina
El cambio de modelo, en el que centra la atención en la modernización al estilo chino y diferente al modelo de modernización tradicional del pasado, abre oportunidades para mayores vínculos con la región de América Latina y el Caribe. China tiene una gran experiencia que aportar a esta parte del mundo en cuanto al combate a la pobreza, a la corrupción, así como también con relación a las formas de planificar a corto, mediano y largo plazo con una visión centrada en el pueblo y otras políticas macroeconómicas y sociales. A la vez, con el cambio de modelo en el que permite aumentar las importaciones por parte de la nación asiática, se abren espacios para que naciones latinoamericanas y caribeñas eleven sus exportaciones en el complejo escenario actual.
Por otro lado, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) se erige como el escenario ideal y aunque existe un foro China-CELAC, se requiere diseñar y proyectar un foro al estilo “19+1”. Este sería, particularmente, entre los miembros de la IFR en la región y China para concretar no solo la plataforma como mecanismo de diálogo, sino también para trazar el plan de acción entre las partes en conjunto. En estos momentos, China fomenta la innovación y, por tanto, la profundización en la cuarta revolución industrial. Es así que se abre un espacio para poder extender la Ruta de la Seda Digital y la Ruta de la Seda Sanitaria, a partir no solo de las propias necesidades de ambas partes, sino también de buscar el camino hacia la conformación de una comunidad de destino común.
A modo de resumen, existen muchos sectores en los que se pueden potenciar formas de cooperación y en los que China puede abrir también no solo una nueva etapa de desarrollo, sino de relacionamiento que no pueda ser opacada por ninguna intervención externa; es decir, que consolide las relaciones entre las partes sobre la base de ventajas compartidas centradas en la innovación y el desarrollo sustentable.
*Ruvislei González Saez es jefe de Asia y Oceanía del Centro de Investigaciones de Política internacional de Cuba.