En la historia de las guerras abundan los casos de grandes mentiras urdidas por sus gestores, para justificar la execrable decisión de arrastrar a sus pueblos al holocausto de la destrucción y la muerte.
La Falsa Bandera
En agosto de 1939 los jerarcas nazis pusieron en marcha un montaje conocido como “La Falsa Bandera”, simulando un ataque polaco a la radio estación alemana de griwice en Silesia, para lo cual utilizaron a prisioneros polacos disfrazándolos de soldados a los que exhibieron como “Atacantes” luego de asesinarlos. Con esta mentira, Hitler desató la invasión a Polonia, iniciando la Segunda Guerra Mundial en 1 de septiembre de 1939, que al final costó más de 70 millones de vidas humanas.
Las Armas de Destrucción Masiva
En el presente siglo, el ex presidente de USA Geoge Bush, con la entusiasta colaboración del primer ministro del Reino Unido Tony Blair y el entonces presidente del Gobierno español José María Aznar, mintieron al mundo afirmando que sus servicios de inteligencia habían reunido pruebas irrefutables de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, justificando con esa mentira una guerra de destrucción e invasión de ese país, conflicto que duró desde el 20 de marzo de 2003 hasta el 18 de diciembre de 2011.
Todas las investigaciones posteriores demostraron que nunca existieron tales armas tal como lo afirmaba reiterada y desesperadamente el Gobierno iraquí.
La guerra de Irak significó la pérdida de casi un millón de vidas humanas, la mayoría población civil inocente, y más de 2 billones de dólares de daños y pérdidas económicas.
Los artífices de tal engaño pretendieron incluso arrastrar a la ONU en su aventura, intentando que el consejo de seguridad autorizara el 2003 el envío de tropas a Irak, felizmente tal intento fracasó por la oposición entre otros de Chile que votó en contra a pesar de las enormes presiones que ejerció el Gobierno USA amenazando con no ratificar el tratado de libre comercio entre Chile y EE.UU. que se tramitaba entonces en el senado norteamericano.
El Coronavirus
En la actualidad todo el planeta está afectado por la aparición del COVID-19.
El primer aviso sobre este virus fue dado por las autoridades chinas que el 31 de diciembre de 2019 informaron a OMS y a los gobiernos extranjeros que se había detectado este nuevo agente patógeno en la ciudad de Wuhan y que revestía la característica de ser altamente contagioso.
En las siguientes semanas, las autoridades chinas fueron informando del desarrollo de sus investigaciones que permitieron identificar tempranamente la naturaleza de este nuevo virus, su composición, sus formas de contagio y transmisión.
A la vez, China adoptó medidas extremas de aislamiento, paralizando su economía y sometiendo a una estricta cuarentena a su población; Esfuerzo considerable tratándose de mantener en sus casas a 1500 millones de personas, asegurándoles además el abastecimiento alimentario y la asistencia sanitaria.
China construyó hospitales, produjo millones de mascarillas, trajes de protección, anteojos, respiradores mecánicos y movilizó a miles de médicos, enfermeras, científicos y personal especializado, todo lo cual fue conocido en tiempo real por todo el mundo.
La Propagación
Varias semanas después ocurrió lo inevitable, el virus se propagó a Europa especialmente a Italia, España, Reino Unido y Francia; luego llegó a EE.UU. y al resto del mundo. Nadie puede afirmar responsablemente que este contagio fue sorpresivo o les encontró desprevenidos.
Algunos países siguieron el ejemplo chino entre ellos Vietnam, Australia, Nueva Zelandia, Argentina y El Salvador; otros diseñaron sus propias estrategias y otros más decidieron no adoptar medidas, permitiendo el contagio masivo de su población como Inglaterra, Brasil y USA.
Fue en cada caso una decisión de sus respectivas autoridades.
Luego de varias semanas de que China anunció que como resultado de la aplicación de sus estrictas medidas había logrado superar la crisis y empezaba a normalizar el funcionamiento de su economía y su vida social, los países cuyos gobernantes adoptaron malas decisiones, exhiben altísimos índices de contagios y muertes por este virus; siendo los EE.UU. quien presenta los peores resultados superando en fallecidos incluso a los que cayeron en la guerra de Vietnam.
¿Es este fracaso responsabilidad de China? O ¿es el resultado de la conducción errática y caótica protagonizada por un mandatario inepto que ha llegado a tal grado de estupidez de recomendar a sus ciudadanos ingerir desinfectantes para tratar la enfermedad, provocando la intoxicación de más de 100 personas que siguieron su recomendación?
Lo cierto es que las naciones del mundo tuvieron suficiente tiempo para preparar las condiciones que les permitieran enfrentar el virus, sobre todo conociendo en detalle los resultados de lo hecho por China, principalmente la cuarentena estricta y el fortalecimiento del sistema público de salud.
La nueva mentira para la nueva guerra
Cabe preguntarse si la incapacidad mostrada por Donald Trump y sus seguidores más entusiastas obedece solo a un alto grado de irresponsabilidad e incompetencia, o por el contrario tras estas torpezas se esconde otra tenebrosa intención.
Desde hace varias semanas Donald Trump ha venido sosteniendo un discurso cada vez más agresivo en contra de China, urdiendo poco a poco una mentira deliberada, orientada a hacer creer que el virus COVID-19 y su propagación son responsabilidad de ese país.
Sin ninguna evidencia científica y sin siquiera contar con el aval de organismos serios como la OMS (A quién restó el financiamiento estadounidense afectando el 13% de su presupuesto), viene afirmando que cuenta con la certeza que el COVID-19 es obra de China y que ese país ocultó información vital para haber prevenido la propagación del contagio.
Esto es una falsedad; no hay ninguna prueba que sustente tal mentira, incluso aún se investiga si este virus fue transportado a Wuhan por soldados norteamericanos que participaban en una misión conjunta en esa ciudad.
“Qué busca Trump con esta mentira?“
La respuesta parece tan tenebrosa como lo es la propia personalidad de este sujeto que tras el fracaso de la guerra comercial que desató durante el 2018 y 2019 en contra de China, busca ahora desatar una nueva guerra fría, esta vez alineando al mundo occidental en contra de ese país asiático, intentando endosarle el gigantesco costo económico que la pandemia está causando.
Está más que claro que los efectos recesivos que causará el COVID-19 solo se podrán superar con una amplia y solidaria cooperación entre todas las naciones que deberá abarcar la economía, la salud, la movilidad humana e incluso la cooperación cultural. Solo un mundo más integrado, más coordinado y más cooperador permitirá superar esta crisis.
Pero Trump pretende ir en contra del sentido de la civilización; por eso retiró a los EE.UU. de los tratados de libre comercio; por eso boicotea a la OMS debilitando este órgano promotor de la salud del mundo; y por eso debilita toda instancia de cooperación y trabajo mutuo, promoviendo por el contrario el conflicto, la desconfianza y la confrontación.
Desatar una nueva guerra fría es la apuesta de este líder con rasgos psicopáticos que nos recuerda demasiado a ese otro que también usando una mentira desató el peor holocausto vivido en la historia reciente de la humanidad aquel 1 de septiembre de 1939.
*Juan de Dios Parra es presidente ejecutivo de A-CHILAC, secretario general de ALDHU.