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El auge museístico: el gran tesoro de China

2021-09-29 11:36:00 Source:China Hoy Author:AUGUSTO SOTO*
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La reciente inauguración del Museo de Arte de Pudong, en Shanghai, refleja la tendencia más profunda de una persistencia del pretérito y de la interacción cultural como valores civilizacionales. La noticia de fondo es que China ha decidido reformar sus museos para dotarlos de peculiaridades más propias y de clase mundial, con el fin de convertirse en una potencia museística en 2035. El país cuenta con un patrimonio histórico y paisajístico acumulado que le convierte en la civilización ininterrumpida más antigua del mundo. Es por ello que existe un legado histórico de sobra de cara al proyecto anunciado en mayo, lo cual ha suscitado también un gran interés desde el exterior. La conciencia histórica y su interacción con otras culturas y civilizaciones es uno de los pilares fundamentales para enriquecer el diálogo internacional, lo cual resulta vital en nuestros tiempos.

 

11 de septiembre de 2021. Alumnos visitan el Museo de Nanjing con sus padres.

 

Transformación y alcance

 

Hay cifras generales que ayudan a poner en perspectiva la escala de esta misión. El 1 de mayo, la Galería de Cerámica del Museo del Palacio Imperial de China reabrió sus puertas con una exposición que abarcaba cerca de 8000 años, explicada en pantallas multidimensionales y con técnicas interactivas tridimensionales gracias a las nuevas tecnologías. El recinto está pensado para contener 17 exposiciones temáticas y forma parte de una red museística mayor, en un país que en enero de este año contaba con 5788 museos oficialmente reconocidos, de los cuales 1224 eran estatales.

 

Las nuevas directrices indican, textualmente, que para alcanzar el estatus deseado, en primer lugar se transformarán entre 10 y 15 museos en unos de categoría mundial “con peculiaridades chinas”, toda vez que se apoyará el crecimiento de los museos medianos y pequeños. En segundo lugar, la iniciativa prevé introducir procedimientos más contrastados para verificar la autenticidad del legado museístico estatal. En tercer lugar, se pretende abrir espacios de participación para que la población se sienta más ligada al proceso, lo cual conlleva, entre otras cosas, alentar a particulares a donar objetos de colección. Cabe recordar que en las últimas décadas ha ido creciendo una clase intelectual y empresarial cosmopolita y viajera que ha podido adquirir un número importante de reliquias históricas chinas repartidas por el mundo. Así, previsiblemente, las nuevas medidas considerarán la inclusión de los museos privados, que también esperan un impulso, según estima Zhang Yiwu, profesor de estudios culturales en la emblemática Universidad de Beijing. Zhang prevé un incremento de las exposiciones temporales que despliegue una mayor creatividad, posiblemente apoyadas por la tecnología 5G y a la larga por la 6G.

 

De esta forma, el ejemplo del nuevo Museo de Arte de Pudong –diseñado por el estudio del renombrado arquitecto francés Jean Nouvel–, que aspira a convertirse en un referente cultural para Shanghai a nivel internacional, se alinea de manera perfecta dentro de los planes generales de China.

 

El legado museístico facilita el diálogo

 

El plan museístico actual viene antecedido por la conmemoración de los 600 años de la Ciudad Prohibida, que cuenta c0n 72 hectáreas de superficie y 9999 habitaciones. El lugar, construido entre 1406 y 1420, representa la culminación de la arquitectura tradicional china y es también el conjunto palaciego más grande del mundo. Allí, además, se plasma el legado de las últimas dos dinastías, la Ming (1368-1644) y la Qing (1644-1911), a las que se suma el desarrollo del museo desde su institución en 1925. La conmemoración se expresó en la exposición titulada “Esplendor eterno: seis siglos en la Ciudad Prohibida”, centrada en la ingeniería constructora tradicional, basada en diversos principios de la filosofía tradicional y en elementos paisajísticos durante las cuatro estaciones del año. Cabe destacar, asimismo, que el conjunto palaciego tuvo una fuerte influencia sobre el desarrollo cultural y arquitectónico en el resto de Asia Oriental.

 

Entre los intelectuales europeos que mejor han captado la civilización china se cuentan aquellos que han visitado este conjunto palaciego o han tenido una aproximación inmediata. Encabezan la lista el italiano Matteo Ricci y el español Diego de Pantoja, quienes vivieron en China en los siglos XVI y XVII. Pantoja fue recordado tanto en España como en China cuando se cumplieron los 45 años de relaciones bilaterales, que coincidieron con los 400 años de su fallecimiento. En dicha ocasión, en 2017, el embajador chino en Madrid, Lyu Fan, destacó que “en su dilatado estudio e investigación de nuestra lengua y cultura, Pantoja supo contactarse con el pueblo e integrarse muy bien en la sociedad china de la época. Su ejemplo nos conduce a todos a reflexionar sobre el importante significado del respeto a la diversidad de civilizaciones y sobre el aprendizaje recíproco entre ellas”.

 

Ambos intelectuales (y otros tantos de la época) vieron en China una civilización con la que se podía dialogar y aprender mucho. En ese sentido, resulta importante mencionar la reciente investigación conjunta entre el Museo del Palacio Imperial de China y la Universidad de Durham, cuyos resultados de 2019 sugieren que la Ruta Marítima de la Seda llegó a Europa Occidental cerca de medio milenio antes de lo estimado en estos últimos siglos. Tiestos de cerámica china encontrados en varias localidades de España como Zaragoza, Almería, Valencia, entre otras, datan de las dinastías Tang y Song (entre los siglos IX y XI de nuestra era), demostrando así la existencia de diversos enlaces comerciales y culturales entre China y Europa Occidental.

 

El Museo del Palacio Imperial, también conocido como la Ciudad Prohibida, cubierto por la nieve. Fotos de VCG

 

Testimonios impregnados de historia

 

Los museos también están presentes en las mentes de las personas comunes y corrientes que ven la importancia del pasado. Cuando estudiaba en la Universidad de Beijing, en la década de 1980, tuve la oportunidad de visitar las salas del Museo Nacional de China a un costado de la Plaza Tiananmen. Entre el público, un maestro de educación básica absorto en la historia de su país, se tomó el tiempo para acompañarme y explicarme cómo entendía el patrimonio de China. Al cabo de un mes, me envió por correo un conjunto de almanaques históricos, que, según me transmitió, contribuirían a mejorar el entendimiento mutuo entre nuestros pueblos. Un año después, alojado en la mansión de la familia de Confucio en la ciudad de Qufu, provincia de Shandong, un especialista en historia de la gastronomía china de la Universidad de Harbin, provincia de Heilongjiang, también se dio el tiempo de explicarme la evolución de algunas delicias culinarias y de organizar un recorrido en bicicleta por las afueras de la ciudad. Luego, a fines de la década pasada, tuve el honor de cenar en la mítica Casa de Huéspedes de Diaoyutai en Beijing, en el marco de un promisorio proyecto editorial. Pude admirar una caligrafía de gran talento y probar platos multirregionales enraizados en tradición y preparados con innovación. Se trataba, en suma, de arte y cultura, esmero y aprendizaje, y la expresión misma de la historia de China.

 

 
 
*Augusto Soto es director de Dialogue with China Project.

 

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Editor: Wu Wen Da-->

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